Suelo leer las notas de opinión del
Padre Vicente Reale, porque, aunque escribe desde su condición de sacerdote, lo
hace con mucho sentido común y conocimiento de la realidad mendocina y
nacional.
El lunes encontré esta nota sobre el
tema de la corrupción, que he analizado muchas veces en mi blog. Me pareció
excelente, mucho más en estas épocas preelectorales, y con muchas personas de
nuestra clase media urbana que no comprenden cómo funciona hoy la Ingeniería
electoral, y su intención política.
Por eso, pueden llegar a votar en
contra de sus intereses personales y de sector; es más, los/las he escuchado
declamarlo con fervor, como si –lo creen así- estuvieran realizando una gesta
cívica.
POR FAVOR, LÉAN LA NOTA Y PIENSEN CÓMO
VAN A VOTAR, Y QUÉ LES VAN A REQUERIR A LOS CANDIDATOS.
Por Vicente S. Reale
– Sacerdote católico
Tuve ocasión de leer, en un Diario de Buenos Aires, un
adelanto de un libro de Natalia Volosin sobre el gran mal argentino: la
corrupción. Su análisis me impactó por sus datos, su claridad y profundidad. Me
pareció, entonces, de interés espigar algo de lo que la abogada da a conocer.
* Lo primero que aparece en el análisis es que estamos ante
“un problema estructural y fundacional íntimamente vinculado a nuestra saga de
desarrollo inverso”. No hubo un solo momento de nuestra historia en que la
corrupción funcionara como un problema exclusivamente público o privado. El
poder político y el económico aparecen como elementos inseparables del mismo
fenómeno, por lo que es absurdo sostener los prejuicios que aún predominan en
los debates que tenemos sobre el tema.
* El “sistema penal”, para preservarse, es bastante astuto
en la lectura del escenario político, lo que por supuesto incluye garantizarse
impunidad para su propia corrupción. Si quieren saber qué pasará en una
elección, antes de revisar encuestas, fíjense qué hacen los jueces y fiscales
con las causas de corrupción. La justicia penal puede ser igual de efectiva
para proteger a los poderosos funcionarios de turno durante años y para
imputarlos, indagarlos o procesarlos en cuanto pierden una elección o se reduce
significativamente su nivel de aprobación en la sociedad. La tolerancia con los
grandes jugadores del sector privado es aun mayor, básicamente porque el poder
económico es permanente. Los gobiernos deben saber que, sin reformas que
superen “el maquillaje y la remoción selectiva de los jueces y fiscales que
resultan molestos para el poder”, esto seguirá ocurriendo.
* Las elecciones (los ciudadanos electores) no sirven para
controlar la corrupción. Ya sea por los límites propios de estas acciones
colectivas (¿cómo hacer que un voto cuente entre millones?), por frustración,
hipocresía o simplemente porque se priorizan intereses y preferencias que se
consideran incompatibles con la honestidad. No parece que los electores
castiguen la corrupción. Además, la dirigencia política -que dice estar
comprometida con el control de la corrupción- debe dejar de quejarse por la
falta de castigo por parte del electorado y comenzar a trabajar seriamente en
la larguísima lista de deudas que tiene con la sociedad desde hace décadas.
Cuando adviertan la antigüedad de esa lista, tal vez dejen de sorprenderse por
los frustrados electores que “votan corruptos”.
* Quienes lideran la agenda de lucha contra la corrupción en
la política -la oposición, gobierne quien gobierne- también podrían ayudar a
exhibir los costos ocultos que ésta acarrea -pérdida de fondos del tesoro,
distorsiones económicas y graves violaciones de derechos humanos-, en especial
porque los organismos de control solo se ocupan de la persecución penal. Se
debe demostrar, en términos comprensibles, cómo se relacionan los costos
ocultos de la corrupción con otras cuestiones públicas que el electorado
prioriza, como el narcotráfico, la inseguridad, la economía o la calidad de la
salud pública y la educación.
* Más allá del castigo electoral, el análisis histórico
muestra que, al menos desde el período de Menem, el trabajo de “prevención y
detección” que no hicieron organismos de control, fue hecho por la sociedad
civil.
Las Organizaciones de la Sociedad Civil y los Medios de
Comunicación promovieron la sanción de una ley de acceso a la información, se
unieron a un grupo de medios para publicar las declaraciones juradas
patrimoniales de los funcionarios, divulgaron análisis presupuestarios,
supervisaron procesos de compras públicas e iniciaron acciones legales para
transparentar el proceso de designación del Defensor del Pueblo, así como
monitorean en forma permanente el financiamiento electoral. Gracias a ese
trabajo tuvimos los primeros números sobre la impunidad de la corrupción en la
Argentina.
* La historia de la corrupción argentina muestra que, más
allá del hiperpresidencialismo, la estructura del sector privado contribuyó de
manera directa, tanto a la inestabilidad política como al funcionamiento
ininterrumpido de la maquinaria corrupturista. La corrupción fue central para
que los grupos de interés corporativos (militares, sindicatos y poderosos
agentes económicos) obtuvieran un acceso privilegiado a las rentas públicas.
Los esfuerzos destinados a “debilitar el corporativismo” -defensa de la
competencia, democratización sindical, transparencia y supervisión de los usos
privados de fondos públicos, etcétera- son, por lo tanto, tan vitales como las
restricciones al hiperpresidencialismo.
* Informes recientes de organismos oficiales revelan que hay
muchos sectores de la economía “con empresas en posición dominante”: aluminio,
acero, petroquímicos, comunicaciones móviles, petróleo, leche y transporte. Más
allá de estas áreas, quienes tengan capacidad de decidir sobre las reformas
deberían atender especialmente a “los servicios públicos privatizados”, que
gozan de monopolios u oligopolios legales, y a “los proveedores y contratistas
del Estado”, que se alimentan de un mercado altamente concentrado y vulnerable.
* El análisis histórico revela que, desde un punto de vista
preventivo, son muchas las debilidades institucionales que explican nuestra
corrupción estructural. Ninguna política anticorrupción tendrá éxito sin
resolverlas. A treinta y seis años de la transición democrática y a veinticinco
de la última reforma constitucional, la clase política todavía tiene muchas
deudas cruciales con la sociedad argentina en materia de control de la
corrupción.
Reformas urgentes
son:
– La ley de
Administración Financiera fue distorsionada con excepciones.
– Nunca se dictó la
Ley de Coparticipación Impositiva Federal.
– La Oficina
Anticorrupción “sigue sin tener autarquía funcional y presupuestaria, su
titular todavía es nombrado y removido unilateralmente por el presidente y
siempre se ha designado a políticos cercanos al partido de gobierno.
– La Comisión
Nacional de Ética Pública nunca fue creada ni reemplazada por una entidad similar
– Desde 2009 que no
se designa al Defensor del Pueblo de la Nación.
– No hay
procedimientos de participación ciudadana obligatorios y que sean más que
consultivos.
Después de la última
¿alianza?, la de Lavagna – Urtubey tomé la decisión de escribir un aporte
explicativo, destinado, fundamentalmente, como todo este blog, a los ciudadanos
de a pie que quieran comprender en algún grado la compleja realidad política de
nuestra Patria.
También observo que estas alianzas han agregado desconcierto
y sentimientos negativos a mucha gente, hecho que ya antes estaba bastante
instalado en la Sociedad.
Frases como “los políticos son todos iguales”, o “no sé a
quién votar”, o “voy a votar en blanco” son muy frecuentes, tanto en lo
personal, como en las redes. Por eso, trataré a colaborar –espero que no en la
confusión- con la comprensión y el análisis objetivo de la realidad.
Mi primera idea fue la de marcar hitos históricos que ayudaran
a entender la situación actual. Las razones para esto se centraban en lo
difícil que será tomar una decisión en las elecciones presidenciales de octubre,
sobre todo para los más jóvenes. No podemos dejar de mencionar la dificultad
–que he mencionado varias veces en este blog- para tener información fehaciente
y objetiva en estas épocas de “fake news” y operaciones mediáticas.
Lo intenté, pero, cuando llegué al retorno a la Democracia
de 1983 ya llevaba escritas dos hojas, con lo que la idea original perdía
sentido, porque difícilmente alguien leería toda esa información histórica; De
todos modos, aconsejo a quien le interese conocer cómo hemos llegado a este
presente intentar conocer nuestra historia, aunque sea en Wikipedia.
Lo que sí me queda claro, después de este repaso veloz de la
historia política de Argentina desde la Ley 8.871, que sanciona el voto
universal, secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos, es que hay que
hacer un esfuerzo supremo para comprender la realidad, y tomar la mejor
decisión en las próximas elecciones.
1. Es evidente cuánto
nos han perjudicado los golpes militares que han permitido instalar políticas
económicas liberales y conservadoras que fueron continuadas por Gobiernos
democráticos como los de Menem y De la Rúa, y hoy por el macrismo. Solo
enumeraré los Gobiernos democráticos destituidos por estos golpes:
Hipólito Yrigoyen (UCR) – 6 de
septiembre de 1930
Juan D. Perón (PJ) 16 de
septiembre de 1955
Arturo Frondizi, (Unión Cívica
Radical Intransigente (UCRI)) – 29 de marzo de 1962
Arturo Illia (UCR) – 28 de junio
de 1966
María Estela Martínez (PJ) – 24
de marzo de 1976
Por eso, es incomprensible la actitud de aquellos que piden
que vuelvan los militares porque con ellos estábamos mejor. Una mínima lectura
histórica basta para comprender cuánto daño nos han hecho los militares de esas
épocas a los argentinos
2. Otro aspecto
llamativo es que un Partido tan relevante para la vida política de los
argentinos como la UCR, no haya conseguido consolidar –incluso completar-
Gobiernos del mismo nivel.
Recordemos:
La Ley 8.871 “Sáenz Peña”, sancionada por el
Congreso de la Nación Argentina el 10 de febrero de 1912, estableció el voto
universal secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos. Más allá de sus
limitaciones (el voto femenino recién se incorporó en 1947), terminó con una
larga etapa de fraude electoral que permitió al Partido Autonomista Nacional
(PAN) mantener un régimen conservador u oligárquico entre 1874 y 1916.
Esta ley permitió a la Unión Cívica Radical ganar las
elecciones de 1916 y que Hipólito Yrigoyen fuera elegido Presidente de los
argentinos.
Agreguemos el papel fundamental de Raúl Alfonsín en el
retorno a la democracia en 1983 para dejar claro el concepto de más arriba. Hoy
este centenario Partido no tiene ni siquiera candidato propio para las próximas
elecciones presidenciales. Esto es muy malo para la vida política argentina.
3. Hoy las tres
fórmulas presidenciales para las próximas elecciones incluyen peronistas.
Joaquín Furriel en el ciclo “Debo Decir” que
conduce Luis Novaresio en la pantalla de América preguntó: “¿Y los gorilas
a quién votan ahora?”, lanzó espontáneo y no exento de cierta ironía. Acto
seguido, el actor se dirigió también a Novaresio: “¿Luis, ¿qué vas a hacer
ahora?”, inquirió.
“Los antiperonistas tienen que votar a un peronista
para ganarle a un peronista. Espectacular”, resumió Ernestina Pais.
Me pareció una buena síntesis de la situación actual, sobre
todo después de los varios años en que las redes estuvieran llenas de las
afirmaciones de los trolls, viralizadas por una buena parte de nuestra clase
media urbana antiperonista: “No vuelven más”. Es cierto que esa frase la he
escuchado antes, pero ahora el anti peronismo fue incentivado por el macrismo
como responsable de todos nuestros males. Extrañamente, mucha gente que debería
ser consciente, por edad y formación, de los aportes positivos del peronismo a
nuestra vida cotidiana, adhirió a esa actitud, incluso con odio para los
“negros”, “planeros”, “piqueteros”, y demás adjetivos con que los descalifican.
No entro en ningún análisis o juicio de valor porque no es
mi objetivo en este comentario, solo quiero hacer notar la situación, casi
bizarra, que deberemos enfrentar como votantes. Es claro que no ayuda a
resolver positivamente la decisión del voto.
Una reflexión desde la historia: el Peronismo siempre abarcó
posiciones ideológicas diversas. Perón hablaba de conducir desde el centro esa
diversidad, con las tres banderas como referencia: soberanía política,
independencia económica y justicia social, “para lograr los objetivos
permanentes del Movimiento: la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la
Nación.” (Doctrina Nacional Justicialista)
Solo dos comentarios más, el primero, obvio: Perón ya no
está, y como sucede en la sociedad en su conjunto, ha habido –y hay- crisis
dirigencial. El pedido de Perón para que la organización venciera al tiempo no
se cumplió en la medida deseada, salvo sectorialmente. El segundo tiene que con
un efecto de los ’90: el pragmatismo que va en contra de las buenas prácticas
políticas: el decidir un plan político o acompañar a un dirigente a partir de
lo que digan las encuestas, en lugar de tratar de hacer lo que más conviene a
la sociedad ha bastardeado la práctica política y es, en parte, responsable por
el descrédito de la clase política.
4. El Gobierno de
Mauricio Macri es tan malo, que podría ser el primer oficialismo presidencial
que perdiera su reelección. Aunque, porque es Gobierno, y cuenta con todo
el poder que eso significa, y porque ha mostrado capacidad electoral, está en
carrera, y sería necio que la oposición levantara banderas triunfales
prematuramente. Por supuesto, que eso significa que continuará, y se
profundizará la estrategia electoral del macrismo, con su carga de fake news,
programas y noticias convenientes en medios amigos, avalanchas de mensajes en
las redes sociales, y el “law fare”, tan de moda en la política, aquí y afuera,
por estos días.
Esto tampoco ayuda a tomar una buena decisión electoral, ya
sea que uno/a sea de los/las que aceptan como verdadero todo lo que sea contra
el kirchnerismo, o sea de los/las que quieren conocer la verdad de la realidad
del país.
CONCLUSIONES
No recuerdo (empecé a militar en política en 1965) una
elección semejante, con un escenario tan volátil, con análisis cruzados y
discrepantes.
Siempre una elección presidencial es muy importante, pero
esta lo es más aún, porque el macrismo puso en marcha una propuesta de gobierno
que, además de fracasada en la concreción, apunta un modelo político económico
que busca que nos transformemos en un país dependiente de los países centrales,
proveedor de insumos sin valor agregado, que abandona la rica tradición
argentina de integración latinoamericana para hacer Tratados de Libre Comercio
desfavorables para nuestras economías locales. Es un modelo de país al que le
sobran 20 millones de argentinos, al estilo de Australia o Chile.
Argentina creció en otro sentido, y es mentira que sea un
sentido equivocado. Hubo Gobiernos que se equivocaron y fracasaron,
difícilmente como este de Macri, pero esa dirección de desarrollo es la que
debemos retomar para salir de la pobreza y de la tristeza actual.
Macri ha dicho que, si gana, hará las mismas cosas, pero más
rápidamente. O sea que solo podemos esperar que esta realidad de hoy se agrave
y profundice.
CADA VOTO VA A DECIDIR SOBRE ESTO, SOBRE LA CLASE DE VIDA QUE VIVIREMOS NOSOTROS, Y NUESTRA DESCENDENCIA. NO VOTEMOS ANTI NADA, SOLO A FAVOR DE LA ARGENTINA.
Allí hablé de resentimiento y big data, como una de las tantas estrategias electorales, aquí y afuera, para ganar elecciones sin ningún escrúpulo, ni ética, ni responsabilidad social. Un ejemplo, cercano, de todos los días, son las “fake news”: un video de 2014 con las Cataratas del Iguazú desbordadas como si fuera ahora, la noticia de que Alberto Fernández tenía una embolia pulmonar, y otras muchas.
Esta lectura me avivó un anterior pensamiento: las consecuencias de sembrar odio en la gente para que no vote a otros, sino a mí. Que funciona, funciona: Macri es Presidente, en parte, gracias a eso. Es más, muchos/as de los/las que están dispuestos/as a votarlo de nuevo, a pesar de que los está perjudicando, es porque odian a los Peronistas. Por supuesto, siempre han existido, pero hubo –y hay, trolls mediante- un asedio permanente para exacerbar este sentimiento de odio fuerte, primitivo.
La grieta no la inventó Cristina, aunque tuvo actitudes que ayudaron a profundizarla, y fue fogoneada por esta estrategia de usar todos los recursos disponibles: medios amigos, incluso de del exterior, redes sociales, discursos iguales de sus funcionarios y políticos propios, para alimentar el odio, el desprecio y el resentimiento.
Me pregunté: esto, que puede permitir a una minoría intensa ganar elecciones, ¿es gratis? ¿Es todo ganancia?
Personalmente, he aprendido que ser bueno, generoso y servicial no solo le sirve al otro/a, sino, mucho más, a mí, porque la vida me ha devuelto con mucha generosidad lo que he dado con esa actitud, que tiene que ver con mis convicciones espirituales y religiosas.
Más allá de lo discutible que sea mi afirmación, creo que estas estrategias que alimentan lo negativo en la sociedad argentino, son parte de las causas del fracaso macrista: el que siembra vientos, cosecha tempestades. Es muy difícil que avance una sociedad tan llena de energías negativas: odio, violencia, rencor.
“El psicoanalista Sebastián Plut analiza por qué hay gente que vota a un gobierno que la perjudica
“Cuando hay un voto por odio, eso se vuelve contra la propia persona”
Por Oscar Ranzani Página 12 (6/6/2019)
…
–Parte de la gente que votó a Macri y que no le había ido mal en el gobierno anterior, ¿decide racionalmente o por odio a una figura política?
–También hay odio, por eso yo decía una cuota de sadismo. Puede haber una cuota de ingenuidad, pero yo creo que en muchas personas ha prevalecido el odio. Vuelvo al punto anterior: cuando hay un voto por odio finalmente eso termina volviéndose contra la propia persona. Y ahí es donde yo incluyo la categoría masoquismo.”
…
“–¿Por qué alguien que está mal por este gobierno no es capaz de reconocerlo ni de evaluar la decisión que tomó en su momento?
–Es buena la pregunta porque usted recién preguntaba por la decisión de quienes votaron a Macri en 2015 y uno se pregunta si hoy es lo mismo; quiero decir, si las razones que determinaron el voto en 2015, pueden estudiarse del mismo modo que las razones que determinarían el volver a votarlo hoy. Por supuesto, siempre estamos hablando de los conjuntos amplios de la sociedad, no de los pequeños grupos que se van a beneficiar o que se han beneficiado económicamente o que están detrás de todo esto. Yo creo que hay varias razones para volver a votarlo. Incluso, me he preguntado si votan a Macri por odio a lo anterior, por odio al populismo o en qué medida este gobierno les permite justificar el vehículo de un odio. Si uno quisiera atribuir cierta ingenuidad al voto inicial o el hecho de que le hubieran creído a las propuestas o promesas de la “Revolución de la Alegría”, es más difícil de pensar al día de hoy que eso pueda ser un factor tan eficaz porque la realidad es contundente. Por eso, introducía el concepto de masoquismo, que aclaro que no quiere decir “Pegáme que me gusta” ni nada de eso, sino que masoquismo son las conductas o los pensamientos que desarrollamos que no impiden que aumente el displacer. Más bien incrementan el propio displacer. “
…
“–Muchos votantes del neoliberalismo que discutían de política en el gobierno anterior ya no lo hacen en estos momentos. ¿Esto tiene que ver con un sentimiento de vergüenza?
–Es llamativo que no lo hagan cuando antes lo hacían intensamente. Y si lo hacen, es sólo para hablar del gobierno anterior. Ese es un dato que me asombra enormemente. Y lo digo independientemente de las posiciones que cada quien tenga: a los votantes del macrismo (hablo de los ciudadanos, no hablo de los funcionarios, dirigentes ni militantes) no los suelo escuchar hablar del gobierno al que votan. Entonces, ¿qué es lo que ocurre que no pueden decir una palabra? Creo que hay una cuestión de silencio ligada a la vergüenza, quizás con alguna especie de expectativa inconsciente de que el día de mañana podrán decir “Yo nunca defendí el gobierno de Macri”.
La nota es extensa, y compleja, sobre todo si no se manejan conceptos psicoanalistas, pero quise fundamentar desde lo psicológico, por qué este odio, ya propio, ya inducido, nos afecta a los argentinos, ya individualmente, o en nuestro conjunto.
Como mañana, 9 de junio, son las PASO, me pareció oportuno plantear este tema para pedir a los/las argentinos/as que no voten por odio en el sentido que desarrollamos arriba.
No estoy diciendo que queramos a la oposición, sino que tratemos de votar objetivamente, de acuerdo con nuestros intereses; salgamos de la trampa preparada por gente que maneja todos los resortes de cómo inducir a las personas a hacer lo que ellos quieren, aunque crean que están ejerciendo una voluntad independiente.
El otro día escuchaba una estrategia terrible, y que me ha pasado como a muchos: llaman a nuestro celular para preguntarnos si ya hemos definido a nuestros candidatos; si decimos que no, pasamos a integrar la base de datos de Indefinidos, que son los que van a definir la elección. Además de nuestros datos, cuentan con nuestra ubicación geo posicionada. O sea, saben dónde vivimos, edad, estudios, y todo lo que se encuentra en los big data. Con esa información, elaboran nuestro perfil para hacernos llegar toda la información necesaria para inducir nuestro voto en un posible ballotage.
Por supuesto, esto lo está haciendo el macrismo, con las posibilidades que da ser Gobierno, contar con medios amigos, y un soporte de trolls como parte de una estructura de poder.
Esto ya lo hacen las grandes corporaciones, para eso compran bases de datos personales. Tenemos que tomar conciencia, y romper la trampa.
La única chance que tenemos como país, es ser independientes, e integrarnos con otros países de América Latina para ser un bloque de dimensiones continentales que pueda tener decisión propia, y no ser dependientes de EEUU, ni tampoco de Rusia o China.
Una mentira que tratan de inculcarnos es que no hay alternativas: las hay, Bolivia en América Latina es un buen ejemplo, como Portugal en Europa, países pequeños, que están logrando mejorar la calidad de vida de sus habitantes, rechazando recetas externas que les convienen a los países centrales.
QUE ESTAS PASO SEAN UN INICIO DE UN CAMINO DE RECUPERACIÓN PARA ARGENTINA, NO TENEMOS MUCHAS CHANCES MÁS.
Quien reviste la lucidez reviste la tristeza, es la cita de
San Agustín con la que Ikram Antaki inicia su Manual del ciudadano
contemporáneo, que releo por estos días y parece escrito para este tiempo, en
el que estamos en la “indigencia del pensamiento”. Antaki es una
prolífica pensadora que nació en Siria, pero hizo su “experiencia de
madurez” en México y veinte años atrás escribió aquel libro para ayudar a
construir el sueño de la democracia, esa “hija de la madre República”.
Un texto que parece escrito para la Argentina de hoy, parada no tan solo sobre
el marginalismo social, sino, también, sobre los “suburbios del
pensamiento”.
Si, como escribe la autora, la democracia es la mejor
escuela para aprender el arte de la argumentación, entristece constatar la
pobreza de nuestras explicaciones. “Es la política”, se escucha por
doquier, como si la mentira y la impostura fueran inherentes a la política y no
su caricatura, en un país en el que la política nació muerta, asesinada por los
cadáveres de la violencia política y el terrorismo de Estado. Tal como lo
advirtió Hannah Arendt, cuando se gobierna sobre los cadáveres no existen las
categorías políticas. Los argentinos recuperamos la rutina electoral, pero
estamos lejos de haber rehabilitado la política sin que se interpreten como
virtudes la astucia, los golpes de efecto, la sorpresa, la centralidad,
palabras y acciones que por sí solas desnudan esa miseria del pensamiento. Nos
avergüenza hablar de valores, solo mencionamos personas, sobreabundan los adjetivos,
especialmente los que descalifican y degradan, escasean los sustantivos. Los
hechos no importan. Las fábulas nos entretienen. El campo orégano del
totalitarismo porque, como también señala Arendt, el sujeto ideal del reino
totalitario es el hombre para quien la distinción entre realidad y ficción,
entre lo verdadero y lo falso, no existe.
Como me habitué a ser descalificada por
“principista” o ” outsider” de la política, aprendí,
también, que para enmendar el descrédito con el que carga la política no
alcanza con la incorporación de personas con prestigio ganado en otras
actividades si se mantiene la misma cultura de poder, sin que nadie se sonroje
por decir hoy una cosa y mañana desdecirse con la opuesta. No alcanza con
formular los problemas para resolverlos, menos aún, reducir su complejidad a la
consigna electoral.
Encontré este intento de INFOBAE
explicar los últimos pasos de Alternativa Federal. En estas épocas tan
“volátiles” (palabra usada por los economistas para explicar los vaivenes del
dólar en Argentina), la volatilidad se llevó puesta a la política, sobre todo a
partir de que Cristina anuncia la fórmula Fernández – Fernández, no es malo
leer materiales diversos, por origen y formato. Este blog nació con la idea de
acercar información, ideas posturas, y todo lo que pudiera ayudar a que el
ciudadano de a pie tenga una mejor comprensión de la realidad argentina, y
-ojalá- tome mejores decisiones para la realidad argentina, no solo
electorales, aunque este año aquellas sean la prioridad.
“Si debiera explicar a alguien ajeno a nuestro país la
actual situación política argentina, lo resumiría con una frase: el libro de
pases está abierto. Paradójicamente, hay tres espacios que, lejos de atalonarse
en sus respectivos proyectos y así contagiar y convencer a los votantes de las
bondades de estos, están en la etapa de sustraerle al otro lo que el otro
tiene, en realidad, cree tener. Lo cierto es que hoy a nadie le sobra nada,
todos necesitan transfusiones de votos sin tener en cuenta la compatibilidad
del factor; reciben todo tipo de sangre, compatible o no.”
Mañana jueves, a lo mejor, la situación del massismo pueda
quedar más clara, para bien o para mal, pero no creo que esa volatilidad se
tranquilice a la brevedad, así que deberemos seguir juntando información –lo
más chequeada posible, claro-, como esta y lo que se pueda conseguir. Trataré
de colaborar con ese propósito.
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