Ingresé la UNCuyo en 1959 y terminé de trabajar en ella el 14 de agosto del 2014, cuando finalizó la gestión del Ing. Somoza.

CINCUENTA Y CINCO AÑOS

Fui Bachiller Universitario por el Colegio Universitario Central y Profesor y Licenciado en Literatura por la Facultad de Filosofía y Letras.

Trabajé como Profesor Secundario, Universitario y Coordinador del Área de Vinculación.

Por todo esto, este octogésimo aniversario es un hecho mayor para mí, y las noticias que voy a citar abajo, me llenan de orgullo, pero voy a aprovechar el tema para mencionar algunas situaciones que deberían mejorarse.

En el Artículo 1 (Fines) del Estatuto Universitario de la UNCuyo se establece que:

“Es una institución que, en el ejercicio integrado de la docencia, la investigación, la vinculación y la extensión, articulando saberes y disciplinas, se involucra con la sociedad en el logro del bien común, en la construcción de ciudadanía y en el desarrollo socialmente justo, ambientalmente sostenible y territorialmente equilibrado del pueblo argentino, en un contexto de integración regional latinoamericana y caribeña, en el marco de los procesos de internacionalización de la educación superior.”

Allí se incorpora la Vinculación como la cuarta Función Sustantiva universitaria, lo cual es una actualización que la puso en el primer nivel institucional entre sus pares.

La Vinculación como propósito es el encuentro con otros sectores, en relación de pares sociales, con el propósito de mutuo enriquecimiento.

La riqueza y actualidad de esta función es muy grande, y nuestro proyecto quiso desarrollarla en toda su plenitud. A partir de la asunción del Ing. Pizzi, esta visión se redujo y simplificó, tanto que hoy, Vinculación y Extensión son parte de una misma Secretaría, aunque la diferencia entre las Funciones supone perfiles de conducción y organización muy distintos.

Esto fue un retroceso institucional que futuras gestiones deberían reparar.

Dentro de esa propuesta de Vinculación, se desarrolló un proyecto de Parque Tecnológico, que fue creado por Ordenanza 69 del Consejo Superior en el 2013, la que ordenó en su Artículo 1:

Crear el PARQUE BIOTECNOLÓGICO Y ENERGÍAS RENOVABLES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO (PBTER – UNCUYO), para el desarrollo de un espacio de acumulación de conocimientos interdisciplinarios que potencie el incremento de emprendimientos en relación con lo biotecnológico y las energías renovables.

El PBTER fue incluido en el proyecto Mendoza Tecnológica II que el Gobierno de la Provincia de Mendoza propuso al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para obtener los fondos necesarios para su financiamiento (2013-2014). Este crédito fue aprobado y desembolsado (también estaba incluido el túnel hacia el Dique Potrerillos, ya ejecutado).

El monto solicitado para el Parque era de U$D 2.000.000 para construir el primer módulo, y el lugar elegido fue inmejorable: frente a la Facultad de Ciencias Agrarias en Luján, y muy cerca del INTA (Estación Experimental Agropecuaria Mendoza) y del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), además de otras ventajas.

Sin embargo, todavía no se ha licitado la construcción del PBTER, a pesar de que la gestión de Cornejo, que recibió el dinero, está por terminar.

Desconozco si la responsabilidad de esta irregularidad es del Gobierno de Mendoza o del de la UNCuyo, aunque como el primero es el solicitante y quien debe pagar el préstamo, se la adjudico al Gobierno; sin embargo, no comprendo como la actual gestión de la UNCuyo no ha reclamado que se ejecute la obra. Fui parte del equipo –por parte de la UNCuyo- que elaboró la propuesta e hicimos un arduo e importante trabajo para que Mendoza tuviera un Parque Tecnológico de estas características, central,  por lo innovador y actual de su temática.

Así como los de abajo son logros muy importantes, los que acabo de mencionar son falencias, que la UNCuyo debería corregir, porque tienen que ver con que Mendoza tenga mejores oportunidades de empleo de calidad y de beneficios para su sociedad.

Paridad en la UNCuyo: otro hito en la ampliación de derechos

Movimientos feministas hacen posible que una universidad nacional pueda darse el debate sobre la desigualdad de género.

Por Claudia Alejandrina García – Decana Facultad Ciencias Políticas y Sociales. UNCuyo

https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=paridad-en-la-uncuyo-otro-hito-en-la-ampliacion-de-derechos

Este año la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) ha cumplido 80 años y hace dos semanas y media, la Asamblea Universitaria, máximo órgano de la institución, aprobó la paridad de género en cargos electivos.

La casa de altos estudios entendió que ha predominado históricamente una relación desigual entre los géneros respecto a la adscripción de determinados roles sociales y ocupación de los lugares de poder y de toma de decisiones.

Ha sido, sin duda, un hecho histórico de envergadura para la comunidad universitaria porque avanza en la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos.

Pero también este acontecimiento es un hecho político y cultural, porque esta reforma estatutaria implica, por un lado, la expresión de un consenso político amplio entre las distintas fuerzas políticas y entre todos los claustros universitarios; y por otro, es el reflejo de los cambios sociales y culturales que vienen sucediendo en la región y en nuestro país particularmente.

Cada avance institucional que implique reconocimientos de derechos y/o ampliación de derechos, es siempre el resultado de un devenir histórico de luchas y de organización de los movimientos sociales, que son quienes en realidad fuerzan las estructuras conservadoras o anacrónicas y presionan sobre los sistemas educativos, sobre las prácticas y las lógicas de funcionamiento de las instituciones para que éstas se actualicen y sean también propulsoras de transformaciones sociales.

En este caso, las organizaciones de mujeres y los movimientos feministas son las que hacen posible que una universidad nacional pueda darse el debate sobre la inequidad y la desigualdad de género al interior de sus claustros.

La universidad no es una isla. No podemos pensarla por fuera del contexto que la produce como tampoco podemos pensarlas por fuera de las condiciones sociales de producción de conocimiento.

Quiero decir con esto, que las universidades nacionales tienen la responsabilidad social y el compromiso ético de hacer lugar a los debates sociales, políticos y culturales que atraviesan el campo social.

Que la Universidad tiene la obligación de generar políticas integrales que garanticen el cumplimiento de los derechos humanos reconocidos.

Que la Universidad debe ser caja de resonancia de los cambios sociales, pero también debe ser un actor social que participe activamente en la disputa de sentido y producción de ese cambio social y cultural, generando conocimiento y dispositivos pedagógicos para la construcción y formación de sujetos protagonistas de su propia y colectiva historia.

Investigación de punta: la Universidad y el conocimiento científico

Por Jorge Barón

Vicerrector de la UNCuyo

https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=investigacion-de-punta-la-universidad-y-el-conocimiento-cientifico

Es a partir de la reforma de 1918, y de la creación de universidades “reformistas”, como la del Litoral, o nuestra Universidad Nacional de Cuyo, cuando las universidades argentinas se reorientan de manera directa a realizar docencia, investigación científica, y también transferencia a la comunidad.  Este nuevo enfoque cambió de una vez y para siempre el papel social de las universidades del país, y fue el ámbito donde la investigación científica arraigó en nuestro sistema universitario público.

Un poco de historia local

En nuestro medio, y apenas concluida la Segunda Guerra Mundial, la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) comenzó a realizar investigaciones en temas de avanzada. Como ejemplo, ya en 1948 funcionaba en la zona de la Laguna del Diamante un observatorio de rayos cósmicos, donde se hicieron las primeras investigaciones a nivel nacional en Física de altas energías, un honroso antecesor del actual proyecto “Pierre Auger”, en Malargüe. También para la misma época la UNCuyo ponía en marcha la primera mina de uranio en Latinoamérica (se llamaba Papagayos, y estaba situada muy cerca del actual campus universitario).

Si tenemos en cuenta la época, estamos hablando de una universidad con menos de diez años de existencia, realizando investigación científica de punta a nivel mundial.

Esto fue posible gracias a la visión preclara de académicos y rectores que vieron a la universidad como el lugar apropiado para generar ciencia.

La transferencia de estos conocimientos científicos fue también prioridad en la UNCuyo, y como ejemplo vale señalar que la experiencia adquirida en prospección y extracción de uranio, fue transferida a la Comisión Nacional de Energía Atómica, creada en 1950, dando nacimiento a su Gerencia de Exploración (actualmente ubicada en un predio cercano a la plaza de Godoy Cruz).

La afinidad temática, y la vocación por la ciencia, llevó luego a la creación en 1955 del Instituto de Física (hoy Instituto Balseiro), en San Carlos de Bariloche, donde se exige que los profesores sean investigadores activos, y donde los estudiantes participan necesariamente de proyectos de investigación durante su formación.

Qué es investigar

A veces la gente imagina la investigación científica como un acto inspirado, creativo, naturalmente espontáneo. La verdad es que está muy lejos de eso, la investigación es planificada con detalle, con objetivos claros, tareas definidas, métodos aprobados, con recursos previstos en el lugar y en el tiempo (tanto físicos como humanos) y con resultados esperados. Los investigadores deben preparar muy buenas propuestas para poder conseguir (en ámbitos concursables) los fondos necesarios para llevarlas adelante.

En la UNCuyo se financian más de 600 proyectos por año, y de hecho más de la mitad de nuestros docentes son también investigadores. Y muy importante, un docente que investiga, ¡es mucho mejor docente!

Los campos de investigación exceden a los tradicionales de ciencias naturales y exactas, y hoy tenemos una gran comunidad científica en temas sociales, culturales, legales, artísticos, comerciales, y muchos en campos trans- y multi-disciplinarios.

Todo esto es posible en nuestra UNCuyo, que transita sus primeros 80 años con un significativo aporte al bienestar de toda la comunidad a partir de sus investigaciones científicas. Sin descuidar la formación disciplinar, está continuamente generando y transfiriendo nuevos conocimientos y saberes.