Uno de los eslógans del Peronismo en las elecciones fue: #Nunca más neo liberalismo. La misma Cristina lo dijo en uno de sus discursos.
Lo menciono porque la Editorial del Diario Los Andes se titula:
Perú y su crecimiento económico
https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=peru-y-su-crecimiento-economico
Cito un párrafo:
“Lo cierto es que el crecimiento económico peruano se debe en gran medida a que, habiendo tenido en los últimos tiempos a gobiernos de los más variados signos políticos, tanto de izquierda como de derecha, todos, absolutamente todos, continuaron el modelo económico adoptado evitando de ese modo la refundación permanente, aprovechando lo positivo de los gobiernos anteriores y mejorando todo lo que hacía falta mejorar.”
Esta afirmación es válida como criterio, pero convendría ampliarla un poco. Cuando estuve en Perú, un amigo peruano me decía que todos los Gobiernos hacían lo mismo, salvo un Gobierno Revolucionario que instaló una Reforma Agraria.
Hay que destacar que Perú ha conseguido una reducción de la pobreza con sus programas económicos, según el informe del PNUD, pero analicemos un poco más:
“Algunos indicadores sobre la evolución de la economía peruana permiten una comprensión más abarcadora. Las robustas estadísticas de crecimiento que exhibe Perú tienen un motor destacado, con una potencia sólo equivalente al petróleo para Venezuela, en los elevados precios de las materias primas que exporta: minerales, productos agrícolas y de pesca. Cien empresas mineras provenientes de Canadá, Australia, Inglaterra, China, Estados Unidos y Australia operan en Perú. El principal producto de exportación es el oro, con despachos por 4369 millones de dólares en el período enero-julio de este año, y luego le sigue minerales de cobre con 3097 millones de dólares. Esas dos materias primas representan el 40,1 por ciento del total de las exportaciones peruanas.” (El modelo peruano, Alfredo Zaiat, Septiembre 2010, https://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-153411-2010-09-19.html)
Más abajo: “los problemas económicos y sociales de Perú “siguen siendo la baja productividad, la pésima educación, el deficiente sistema de salud, las debilidades en infraestructura física, la desigualdad social, la aplastante corrupción y el alto nivel de informalidad””
O sea que esa prosperidad no se ha distribuido con equidad en la población peruana: los pobres, aunque hayan mejorado su situación, siguen pobres, y los ricos son más ricos.
También Chile ha tenido un largo periodo político de aplicación del modelo que instaló Pinochet desde 1973. Otro milagro, el chileno, cuyo éxito ha sido ensalzado mucho, y el macrismo lo propuso más de una vez como un modelo para Argentina.
Ambos países siguen el “modelo australiano”, que consiste en “en un país riquísimo en recursos naturales que decidió abortar sus intentos de industrialización para reconcentrarse en la producción de base primaria y en servicios.” (https://www.eldestapeweb.com/por-claudio-scaletta/el-plan-australia-cambiemos-el-modelo-desarrollo-que-nunca-fue-n52172)
Acá se tradujo en el Plan Belgrano, que se quedó en anuncios. “Al igual que la última dictadura militar y el menemismo, Cambiemos creía que Argentina debía seguir un camino similar, abandonar su industria “subsidiada e ineficiente”, sus intentos “estalinistas” de industrialización junto con el complejo entramado social derivado, para concentrarse en ser el “supermercado del mundo”.”
El problema es que Australia se caracteriza por una alta inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) orientada a la innovación de sus recursos nacionales, mientras que en Argentina Cambiemos no ha hecho más que reducir el presupuesto destinado a Ciencia y Tecnología.
Como ya lo he dicho, él éxito del modelo chileno, a semejanza del peruano, se ha basado en el precio de sus commodities, que son, en general, más estables que otras, como cereales o la soja.
Ahora, esos modelos han generado -o no han reparado- la injusticia en que viven sus sectores más pobres.
Precisamente, la explosión que aún continúa en Chile tiene origen en esas asimetrías que condenan a millones a vivir con carencias alimentarias, sin Educación ni Salud pública.
Hoy he proliferado en referencias, y voy a cerrar la nota con otras (El neoliberalismo en su encrucijada, Menara Lube Guizardi, http://revistaanfibia.com/ensayo/el-neoliberalismo-en-su-encrucijada/)
Recomiendo leer la nota completa, pero selecciono algunos párrafos:
“… el problema es el modelo. El neoliberalismo constituye un sistema de destrucción masiva. Es insostenible como régimen y su reproducción está claramente en jaque.
En Argentina, en Ecuador y en Chile el pueblo dice “no” al avance neoliberal postglobalizado. Lo hace ahora, como lo hizo en el pasado. Esta negativa contempla resistencias heterogéneas que, aunque gritadas al unísono, traducen un sinfín de demandas sociales. Se rechaza el ataque político al derecho de las minorías; se rechaza la normalización y agudización de las injusticias sociales y de la desigualdad en diversas expresiones; se impugna la validez representativa de un discurso político que inmoviliza la “grieta” entre adeptos y disidentes del neoliberalismo como un abismo insalvable. Pero, al mismo tiempo, también se grita por el acceso al consumo; al derecho de no vivir endeudado. En las diferentes consignas, la lucha por dignidad parece expresar la condensación de esta complejidad de representaciones de la identidad ciudadana. La violencia aparente de estas enunciaciones es absolutamente proporcional a la que ejercen sobre nosotros/as aquellos/as que imponen al neoliberalismo como destino histórico. Ningún pueblo está obligado a aceptar pasivamente las condiciones de su aniquilación o marginación.”
Finalmente, la conclusión de la nota es importante porque contiene, además una advertencia sobre que estamos en medio de procesos –que en muchos casos serán luchas- contra un poderoso enemigo que, aunque hoy esté perdiendo batallas, seguirá tratando de imponer su hegemonía, como, desde el mismo domingo 27/10/19, empezó a hacerlo el macrismo.
“El ruido del quiebre nos llega como un trueno y se escucha desde diferentes latitudes de Sudamérica. Estamos viviendo el estallido del neoliberalismo en su versión más reciente. Sabemos que se trata de un modelo con gran despliegue; que se ha reinventado inúmeras veces en las últimas cuatros décadas, siempre con resultados brutales. Pero también observamos los nuevos y claros límites que se vienen construyendo a su avance aquí, en Sudamérica, y en otros parajes del globo. Como en otros momentos, tenemos la esperanza de superarlo; y somos suficientemente lúcidos como para comprender que caminamos sobre campo minado.”
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