Había empezado a leer esta novela hace un par de meses, pero me pareció que eran muy largas las minuciosas narraciones de hechos cotidianos de la familia Fernández Mollé, y los monólogos interiores y diálogos entre ellos y sus parejas o novios. También me parecieron extensas las descripciones de los interiores de las casas y de la Buenos Aires de Palermo Viejo.
Por esa razón, dejé temporalmente su lectura para pasar a otra obra, pero, como no soy de no terminar una novela (salvo casos extremos), la continué, y no me arrepentí.
Lo que había pasado es que le había pedido a la novela lo que yo esperaba, pero eso era distinto de lo que había buscado el autor.
¿Qué es lo que intentó? Lo pensé y no tengo dudas, aunque hay que ampliar su caracterización genérica: UNA NOVELA PSICOLÓGICA.
Busqué las características de este sub género:
- Descripción interior de los personajes, de sus motivaciones, deseos, ambiciones, estados de ánimo, conflictos psicológicos, etc.
- Monólogos interiores, flujos de conciencia, escritos a partir de pensamientos o sentimientos de los personajes.
- Preeminencia de la acción interna sobre la acción externa. El novelista da prioridad a la mente de sus personajes versus las acciones de los mismos.
- Novela de personajes, frente a novela de trama o acción.
- Desarrollo de la empatía con el lector, para que se identifique con los personajes.
Lo mucho que te amé calza perfectamente en esos rasgos.
La novela transcurre en las décadas de 1950 y 1960 en Buenos Aires, y va conformando un retrato de esta familia de clase media alta que vive en Palermo Viejo. Rosa está casada con Ernesto, y Mabel con Pedro. Ofelia está comprometida con Juan Carlos, y el novio de Delfina se llama Manuel. Sus padres son don José, dueño de una fábrica de muebles, y Luisa. Además, está la mala de la película, la tía Rita
La novela versa sobre sus avatares psicológicos, sobre todo los de narradora, Ofelia, aunque cada uno de los personajes tiene rasgos prototípicos, que dejaré a la lectura de ustedes, si deciden hacerla. Los personajes femeninos son centrales, y sus vidas conforman un conjunto representativo de lo que eran las mujeres en esa etapa de la vida argentina -mejor de Buenos Aires- y cómo vivían su vida cotidiana, sin demasiadas emociones.
Este es uno de los méritos de la obra, porque no solo muestra los recovecos, e idas y venidas de los conflictos interiores, incluyendo las causas y deficiencias de esas vidas bastante grises, sino también los ambientes urbanos en que transcurren. Las descripciones son morosas y detallistas, por ejemplo, indicando los nombres de las calles que van recorriendo o los detalles arquitectónicos de los edificios de la zona o del centro porteño.
Ahora bien, si la novela fuera solo eso, sería difícil de leer: debe de haber hechos y conflictos que le den carnadura narrativa al relato. Sacheri usa varios recursos para eso: uno es la cronología de los hechos históricos a través de la visión de los personajes. La novela comienza por los ’50, y lo conocemos a través de las salidas recreativas de las hermanas y sus parejas. Por ejemplo, a algún cine de la Avenida Corrientes. Estas eran habituales, y se hablaba mucho, incluso se discutía, sobre las películas que iban a ver. Recuerdo dos: El prisionero de Zenda con Stewart Granger y la bella Deborah Kerr y Las aguas bajan turbias (basada en la novela El río oscuro de Alfredo Varela) con Hugo del Carril. Ambas son de 1952, y las vi porque en esa época acompañaba a mi madre al cine (los viejos y queridos Ópera y Cóndor de la calle Lavalle).
Es una eficiente manera de situarnos en el mundo y la época de la novela.
Sacheri usa el cine de la época para ubicarnos históricamente y hacernos sentir cómo era la actividad social y cultural.
De la misma manera, en la obra aparecen los hechos políticos: el bombardeo de Plaza de Mayo, el golpe de Estado de la Libertadora, Frondizi, Guido, Illia.
Este es también motivo de comentarios y discusiones, a veces ardorosas, pero que no rompen la relación familiar. Sin embargo, componen un cuadro de una clase media urbana bastante prototípica, no solo entonces: aparece un solo peronista, Pedro (novio y esposo de Mabel, que debe de ser el personaje más interesante de la novela). Manuel es desarrollista, hay algún radical, pero –en distintos grados- son todos antiperonistas (don José con bastante odio, incluso)
Se me hace difícil comentar todo esto sin avanzar en datos que quiero dejar para los lectores, pero hay una puesta en escena muy interesante de una época, sobre todo porque la logra con esta esta estrategia de novela psicológica que he mencionado.
La novela psicológica, en definitiva, ahonda en la condición humana, procurando que esta se manifieste en toda su amplitud. Lo fundamental son los personajes y su caracterización perfecta, y en este punto es donde se hace realista.
Lo novedoso es que lo hace sin perder valor narrativo: hay suspenso, hay tensión, hay conflicto. Este es un conflicto personal que se resuelve de una manera original porque no sabemos si se logrará, en el futuro, mantener una situación llena de marchas y contramarchas emocionales por un dilema moral que Ofelia no consigue resolver. En esta estrategia, la complementación entre los monólogos interiores y los diálogos bien manejados entre los personajes es fundamental, porque le imponen teatralidad a la obra, y eso nos permite conocer en vivo su mundo.
El autor aparece como poco presente (se me ocurrió la figura de “deus ex machina”), pero hace poco escuché una entrevista televisiva suya, donde una panelista le pregunta ¿Cómo somos los argentinos?, y la respuesta es terrible: somos mentirosos, desordenados, tan llenos de defectos, que la misma que lo entrevista, medio asombrada, le dice: – ¿No tenemos nada positivo?
Creo que esa visión de Sacheri nos queda al terminar la obra: no hay hechos terribles, pero tampoco nada que se pueda valorar muy positivamente.
No hay personajes esencialmente felices, son vidas más bien grises, en las que hay remedos de felicidad. No hay heroísmos ni en la familia ni en la sociedad.
Sin embargo, no nos queda un regusto pesimista, más bien una aceptación resignada, sin exagerar lo negativo. Por eso, esta novela de amor se puede sintetizar en lo que dice Mabel a Ofelia: “El amor es dolor y poca cosa más”. Las vidas que nos presenta Sacheri son poca cosa más.
Hoy, 20 de noviembre, en una nota de Infobae (https://www.infobae.com/inhouse/2020/11/19/eduardo-sacheri-la-pasion-es-bella-pero-tambien-nos-enceguece-nos-violenta-nos-distancia-y-nos-animaliza/), dice:
“Yo creo que la pasión es buena y es mala. Como tantas cosas de la vida, la necesitamos, pero necesitamos también domesticarla. Es ese fuego primitivo que tenemos adentro. Pero como todo fuego, es peligroso, porque nos excede. … Pero creo que también es algo que nos enceguece, que nos violenta, que nos distancia, que nos animaliza, en algún punto. Somos pasión, pero también somos cabeza para gobernar esa pasión, A mí me genera un enorme desconsuelo el fanatismo. Pero el fanático es un apasionado. ¿Qué cosa más apasionada que un fanático? Pero también, ¿qué cosa más agresiva, intolerante, poco constructiva que un fanático? Por eso digo, ¿necesitamos la pasión? Yo creo que sí. ¿Necesitamos dominar y trascender nuestra pasión? Creo que también”.
Gracias, Eduardo, perfecto cierre para mi entrada en mi blog.
Vale la pena leerla: es caminar por ese Palermo Viejo, meternos en las casas y vidas de los personajes, vivir la época que vivieron. En mi caso, que conozco los lugares en que sucede la obra, que sentí rabia cuando depusieron a Balbín, etc., la sentí más profundamente, pero, si no, igual.
Léanla.
Eduardo Sacheri nació en Castelar, Buenos Aires, en 1967, y es Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Luján. Ejerce como profesor en escuelas secundarias del conurbano bonaerense.
Ha publicado cuentos y novelas. La primera, La pregunta de sus ojos (2005), fue llevada al cine por el director Juan José Campanella con el título El secreto de sus ojos. La película ha recibido numerosos premios, entre ellos el Oscar a la mejor película extranjera en 2009. Sacheri y Campanella también coescribieron el guion de la película animada Metegol, inspirado en el cuento “Memorias de un wing derecho”, de Roberto Fontanarrosa.
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