Esta introducción la escribí después de terminar la entrada, porque me pareció que había empezado con un planteo y después fui avanzando en otra dirección, que no es divergente, sino concurrente, por lo menos en mi cabeza, pero que merece una explicación.
La globalización marcó el inicio de un mundo diferente. Nos mintieron cuando dijeron que había terminado la Historia, y que venía un mundo mejor.
En realidad, si uno analiza lo que hacía el hombre a fines del siglo XIX y en la primera parte del XX, no ve tantas diferencias entre los que exterminaban focas a palos para desollarlas, o cargaban barcos con hombres, mujeres y niños africanos para hacer trata de esclavos, con los que incendian la Amazonia o bombardean Siria, pero, la capacidad de daño es tremendamente superior, sin posibilidad de comparación.
Si no comprendemos estas cosas, es difícil que podamos hacer algo para que el mundo sea mejor.
Encontré esta nota en el Dipló:
La verdad tiene patas cortas
https://www.eldiplo.org/notas-web/la-verdad-tiene-patas-cortas/
Empecé leyéndola interesado en el tema de las elecciones en EEUU, pero me llamó la atención otra cosa desde el copete:
“Fake news, polarización, discursos de odio… la capacidad de injerencia de las redes sociales en la arena política está en el centro del debate internacional…”.
El tema excede a la política, en realidad tiene que ver con el modo en que las big tech nos manejan, por supuesto, para hacer negocios –cada vez tienen más poder, y más concentrado-, pero lo importante es que entendamos que así logran crear la Matrix en que creemos vivir.
Claro, estamos hablando de algo nuevo, que todavía no alcanzamos a comprender, pero está actuando sobre nosotros: la “economía de la atención”. Para tratar de aclarar el tema, copio un fragmento de una nota (https://www.bbc.com/mundo/noticias-45509092):
“Sean Parker, cofundador de Facebook, declaró el pasado noviembre que la manera en el que se construyeron algunas aplicaciones (como Facebook) se basó en fundamentos psicológicos.
“Pensamos en cómo podemos consumir la mayor parte de tu tiempo y captar tu atención en la medida de lo posible. Eso significa darte un poco de dopamina de vez en cuando porque alguien hizo clic en ‘Me gusta’ o comentó en una foto que publicaste”, dijo el empresario.
“Es el tipo de cosa que a un hacker como yo se le ocurriría. Explotamos una vulnerabilidad de la psicología humana”.
“Hoy día, todo consiste en hacer que la gente quiera cosas y en lidiar con el hecho de que tenemos una capacidad de atención limitada. Quien se adentre en la mente de la gente gana… y los demás pierden”, explica Wu.
Y cuanto más saben las apps sobre nosotros, mejor pueden captar nuestra atención y más dinero hacen.”
Por supuesto, la política encontró en esto la veta que les permite usar la democracia formal para quedarse con el poder. En abril del 2019, lo planteé en una entrada en este mismo blog: https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2019/04/13/como-se-plantean-las-politicas-electorales-aqui-y-en-el-mundo/. Esto no ha cambiado, al contrario, se sigue perfeccionado desde el poder de las corporaciones tecnológicas.
Es real que esto no es novedoso: volveré a recordar a Goebbels, el temido Ministro de Propaganda de Hitler: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.” Y Durán Barba –clave en el triunfo electoral del macrismo- dijo cosas semejantes: “… las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno” y que “es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice ‘no me interesa la política’ como hizo Donald Trump.”
Solo incluyo estas citas a título referencial, porque me interesa lo siguiente, que plantea la nota de Le Monde diplomatique:
“El problema es global. En los próximos años vamos a asistir a mucha discusión en este sentido. Pero no hay que centrar la discusión solo en las grandes plataformas, sino en cómo se constituye el ecosistema, el entorno mediático, en cada caso particular. Creo que el tema es cuando las otras instituciones están en crisis. Porque si hay medios tradicionales más o menos sanos, que gozan de niveles de credibilidad transversales a las diferentes posiciones políticas dentro de una sociedad, hay defensas contra estos problemas”. En síntesis, la desinformación, las fake news y la circulación de discursos de odio ni son problemas nuevos ni son males que dependan únicamente de las redes sociales. En todo caso, hay que analizar cómo operan las dinámicas de las redes en un entorno mediático más amplio y en un contexto político y social en cada caso.”
O sea, la única defensa que tenemos es nuestra capacidad social e institucional para comprender la realidad, para darnos cuenta de que el producto que interesa a las corporaciones, o a los proyectos políticos, somos nosotros, por eso nos regalan aplicaciones o dispositivos, para que estemos todo el día con el celular debajo de la nariz, haciendo clicks.
Más abajo dice: “En octubre, un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos publicó un informe en el que se señalaba a Google, Apple, Facebook y Amazon como monopolios. “Compañías que en un momento eran startups que amenazaban el statu quo se convirtieron en especies de monopolios como los que habíamos visto por última vez en la era de los barones del petróleo y magnates del ferrocarril”, destacaba el texto, de más de 400 páginas, que sugería una serie de posibles cambios en la ley antimonopolio para atender dicha situación.
Teniendo en cuenta este panorama, la regulación de contenidos por parte de las propias empresas, ¿es la cura (insuficiente o hipócrita, dicen algunos) o un síntoma más del problema? Si la democratización del nuevo entorno mediático es el objetivo, ¿la auto regulación es el camino?”
Esto parece lo ideal, pero no es sencillo: una vez que la gente escuchó tantas veces lo mismo, en los medios de comunicación, en las redes sociales, y en todo lo que se usa para difundir noticias, verdaderas o falsas, ya no cree otra cosa. Es más, si tratamos de hacerle ver la verdad, dirá que somos mentirosos, aunque tengamos datos que demuestran que decimos la verdad.
Es lo mismo que planteaba Goebbels, pero en otro mundo: el de la globalización. El poder de fuego es tan enorme que parece ingenuo e inútil hablar de luchar contra él.
Sin embargo, tenemos que hacerlo, si no, estamos en camino de ser zombis, aunque lo de un chip en la cabeza parezca ficción barata.
El producto que buscan es nuestra atención, que estemos todo el día con el smart en la mano, como millones de personas lo hacen. No la regalemos, es nuestra. Si seguimos siendo dueños de ella, sin caer en los miles de trampas que nos tienden, todavía tendremos el control.
La nota también dice: “Ahora aparece la regulación de contenido que me parece problemática, porque la regulación pública es difícil por razones logísticas y la auto regulación es muy peligrosa porque estás dejando a un actor privado, corporativo, opaco, tomar decisiones acerca de qué es un discurso aceptable y qué no lo es.”
Esto hay que entenderlo: hay gente que trabaja todo el tiempo para hagamos lo quieren, aunque lo camuflen diciendo que esa decisión es producto de nuestro ejercicio de la libertad.
Por eso, la propaganda de un neo liberalismo que intenta instalar Gobiernos propios, exalta nuestra libertad para hacer lo que les conviene a ellos.
Un ejemplo: en las últimas marchas anti cuarentena, en Argentina y en otros lugares del mundo, hemos visto a los libertarios, que Wikipedia define así: “filosofía política y legal que defiende la libertad del individuo en sociedad, los derechos de propiedad privada y la asignación de los recursos a través de la economía de mercado (capitalismo)”. Esto defiende el capitalismo neo liberal promovido por las corporaciones y los proyectos políticos propios como el mejor sistema socio político, y económico, claro.
Es la libertad para destruir la Amazonía, por ejemplo.
Acabo de leer en un medio digital: Milei, Espert y Rosales lanzaron el frente “Avanza Libertad”. Gracias por colaborar tan fuertemente con esta entrada de mi blog.
De todos modos, lo que quiero es resaltar una idea que ha estado siempre en Miradas desde Mendoza: es imprescindible desarrollar una opinión y capacidad de decisión propia, hay que buscar fuentes de información confiables y diversas (aunque sean tan escasas), hay comunicarse con personas que tengan un pensamiento independiente, más allá de la militancia política y social que tengan.
Insisto: si las corporaciones dedican tanto tiempo y dinero para quedarse con nuestra atención, valorémosla con la misma intensidad. NO LA REGALEMOS.
Si nos llenan de noticias sobre los peligros del Comunismo, como en la época de la Guerra Fría del Siglo XX, no seamos pavos y no creamos esa, o cualquier otra tontería.
Si nos quieren consumistas, no caigamos en la trampa, compremos solo lo necesario. DEFENDAMOS A TODOS/AS LOS/LAS QUE LUCHAN POR UN MUNDO SUSTENTABLE Y SOSTENIBLE. TENEMOS LAS ARMAS EN LAS MANOS: USÉMOSLAS POR LA SALVACIÓN DE LA HUMANIDAD, QUE ES LA NUESTRA.
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