Hoy, sábado, al mediodía, en un buen programa de Radio Nihuil, De la raíz a los pájaros, con Roberto Mercado, contaron la historia del origen del tema Mi viejo de Piero, que no conocía, a pesar de haberlo escuchado –y cantado- muchas veces.
La letra es un homenaje al padre del escritor José Tcherkaski, y en el programa relatan que Piero había dejado de cantar para encontrar un sentido más profundo a su música, pero que en 1968 conoció a Tcherkaski, “con quien integraron una fórmula creativa que les permitió componer buena parte de los grandes éxitos de Piero. Durante casi tres décadas trabajaron juntos.” (Wikipedia)
Viejo, mi querido viejo,
ahora ya camina lerdo,
como perdonando al viento.
Yo soy tu sangre, mi viejo;
soy tu silencio y tu tiempo.
Cuando volví a escucharla, se me llenaron los ojos de lágrimas, como casi siempre, desde que se murió mi papá, o sea mi viejo.
Una vez lo charlaba con un buen amigo de otra época, Eduardo Makinon (espero haber escrito bien el apellido) y me dijo que le pasaba lo mismo.
Piero fue parte de mi vida, y de mi vida política, tan intensa y trascendente en la Argentina de entonces. Menciono “Para el pueblo lo que es del pueblo” (1973), pero fueron muchos los temas que me acompañaron:
“Temas como “Que se vayan ellos”, “Los americanos” y “Las cosas que pasan” se convirtieron en himnos de las luchas sociales.” (Wikipedia). Cómo no mencionar a Pedro Nadie también, pero Mi viejo tocó mi más profunda cuerda interior y siguió siendo un puente con mi papá, muerto demasiado joven.
Mi papá y mi mamá me siguen acompañando y los recuerdo casi todos los días, cuando agradezco la vida en un nuevo día y pido amparo y protección.
Como dicen en Coco, esa bella película, mis viejos están vivos, porque los sigo recordando, y caminan conmigo.
En este Día del Padre lo vuelvo a recordar, aunque se me anude la garganta al cantar, casi gritando:
Yo soy tu sangre, mi viejo;
soy tu silencio y tu tiempo.
Y seguiré siéndolo en mis hijos/hija, nietos/as, bisnietas y los/las que vendrán.
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