Una vez más, mi hija –cuánto estamos compartiendo por los libros- me prestó una novela: El lector de Julio Verne – Episodios de una guerra interminable, de Almudena Grandes (Madrid, 1960): Es una escritora famosa, con proyección internacional, premiada, con obras que han sido llevadas al cine.
Su lectura me ha dejado pensativo.
¿Por qué?
Porque con esta novela ha pasado algo no tan común en mí: me he sentido muy inmerso en la acción, y como es una narración de hechos duros, que sucedieron –de una manera u otra- en esa terrible etapa de la vida española, he sufrido con el dolor de ese pueblo, tan cercano a nosotros.
Nunca busco materiales de soporte antes de leer una novela, prefiero una lectura más ingenua, dentro de lo que me permite mi especialización en literatura, y, cuando comencé a buscar bibliografía, tuve alguna sorpresa, porque encontré bastante y buena información.
Por lo tanto, intentaré algo distinto: un análisis en el que lo literario sea, sobre todo, lo que esa lectura despertó en mí, desde mi vida e historia.
El lector de Julio Verne, publicada en 2012, es la segunda novela de la saga Episodios de una guerra interminable (me entró una duda: ¿saga o serie? Es un tema discutible, pero lo dejo ahí, no tiene mucha importancia, al final).
Son seis novelas independientes que narran periodos de la resistencia antifranquista entre 1939 y 1964; concretamente, el llamado Trienio de Terror –por la represión feroz del primer franquismo contra los vencidos en la guerra civil española- entre 1947 y 1949. Sin embargo, la historia llega hasta 1977 (cuarta parte).
Los personajes principales se mezclan e interactúan con figuras reales y escenarios históricos. Al final, el aprendizaje de Nino lo lleva de la lectura de las quince novelas de Julio Verne a los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Así lo cuenta en el final de la novela:
“Solo entonces entendí, entonces comprendí que estaba viviendo en otro libro, El diecinueve de marzo y el dos de mayo, aquella guerra sucia de civiles mal armados y mamelucos a caballo…”
El diecinueve de marzo y el dos de mayo es uno de los Episodios Nacionales, de 1873, y es un paso definitivo en el camino a la adultez de Nino, desarrollado en un ambiente lleno de miedo, sufrimiento, y del esfuerzo de unas familias por sobrevivir ante el terror impuesto por el franquismo.
El lector de Julio Verne es una novela de aprendizaje.
Este es un sub género muy antiguo, tanto que fue acuñado en 1819 como Bildungsroman, y se considera como su inicio a Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1795/1796) de Wolfgang Goethe.
El que realiza ese proceso es Nino, un niño bajito (canijo para la gente de Fuensanta de Martos (nombre real de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén de Andalucía, pero del que la autora dice “es una invención mía”)) e indeciso, que acaba convirtiéndose en alguien dispuesto a luchar por la vida que descubre como valiosa, distinta de la “mierda” en que vivían él y sus padres, como la describe más de una vez.
Nino es un personaje de ficción (inspirado en Cristino, un amigo de Almudena Grandes) del que no conocemos su futuro, al igual que él, porque parece predestinado a ser guardia civil como su padre, a pesar de su corta estatura.
Sin embargo, aparece la figura de Pepe el Portugués, un guerrillero clandestino de la Sierra Sur que se transforma en modelo para Nino que quiere ser como él, no guardia civil ni empleado administrativo, que era el trabajo alternativo que querían sus padres. A través de su amistad y de los libros (que siempre le atrajeron) descubre la verdad de los hechos de su patria, del mundo y de la vida.
El otro modelo que define su aprendizaje es doña Elena, una maestra retirada, que vive en un cortijo en el monte donde tiene una biblioteca pequeña y clandestina. Ella también apoya los guerrilleros que luchan contra la tiranía franquista, y se transforma en su mentora en su aprendizaje de vida. Fue la profesora que enseñó a Nino a escribir a máquina, pero al mismo tiempo le explicó cómo es la vida y la historia y cómo pensar de manera independiente.
La razón fundamental del impacto que causó en mí El lector de Julio Verne es que me sentí muy identificado con Nino y su historia. Mi viejo me enseñó a leer antes de entrar a la escuela primaria, y desde entonces el mundo de los libros fue un espacio central en mi vida. No solo libros, también revistas (Patoruzú (querido Blotta), Rico Tipo), historietas (bah, comics): Lindor Covas El Cimarrón, Flash y tantas otras. Como tuve algunos problemas de salud cuando niño, no podía salir a calle como mis amigos lasherinos, y leí, leí mucho. Leí a Verne, como Nino, pero no tanto, también Salgari (los bravos Tigres de Mompracem), Enid Blyton (Series Aventura y Misterio), Luisa May Alcott .
Larga sería la lista. Y creo que llegué a ser profesor y Licenciado en Literatura por los libros, más que nada, porque nunca tuve mayor interés por la docencia, sino que se dio por añadidura y fue muy bueno.
Estas y muchas otras fueron mis ventanas a vidas diferentes. Como Nino, los libros fueron parte de mi aprendizaje de la vida, y lo siguen siendo.
No solo fue Verne el que marcó el camino de Nino. Cuando la etapa de vida en la casa cuartel con sus padres y otros Guardias Civiles llega a su clímax, sumergido entre ese mundo que lo abrumaba (recordemos que de noche le llegaban los ruidos y gritos de los castigos a los prisioneros) y la vida en el monte con Pepe el Portugués, que era la libertad para él, y las clases con Doña Elena en las que entreveía otro mundo, aparecen los libros como el puente hacia su destino.
Nino fue obligado por Michelín (apodo del Teniente de la Guardia Civil que los comandaba) a llevar un mensaje a su padre y a otro guardia que estaban acechando a los maquis rebeldes que querían bajar del monte e irse de esa región. En ese camino en medio de la noche hacen eclosión todas las dudas existenciales de Nino, y la vía es otro libro, ahora de Robert Louis Stevenson, La isla del tesoro:
“Jim Hawkins rescató la Hispaniola sin la ayuda de nadie, me recordé a mí mismo cuando perdí de vista la casa cuartel. Él solo se subió al barco, se enfrentó con un par de marineros traidores, los venció, y pilotó la goleta hasta ponerla a salvo. Ya eran más de las once y en las calles de mi pueblo no había nadie, pero las tabernas estarían abiertas y por si acaso, las fui esquivando una por una. Eso hizo Jim Hawkins en una isla repleta de piratas violentos, asesinos armados hasta los dientes, y las farolas se apagaron de golpe, todas a la vez, antes de que dejara atrás las últimas casas. Y si él solo hizo todo eso, no se me había ocurrido coger una linterna pero había luna, ¿no voy a ser capaz yo de llegar al cruce?, y conocía tan bien aquel camino que podría haberlo hecho con los ojos vendados, ivenga ya, hombre … !
Pero en ese momento, antes de terminar de pensar que en el fondo había sido una suerte que doña Elena no tuviera más que quince novelas de Julio Veme y no sus Obras Completas, porque de lo contrario quizás no hubiera llegado a leer a Stevenson a tiempo, me di cuenta de que lo que estaba viviendo no pasaba en un libro, sino en la realidad, una noche de abril de 1949, España, Andalucía, la provincia de Jaén, un pueblo llamado Fuensanta de Martas, una sierra ocupada por la guerrilla y sus hombres en marcha, armados, dispersos, avanzando sigilosamente en grupos de dos, de tres, por una ruta que apenas ellos mismos conocían. Sólo entonces lo entendí, entonces comprendí que estaba viviendo en otro libro, El diecinueve de marzo y el dos de mayo, aquella guerra sucia de civiles mal armados y mamelucos a caballo, y eché a correr sin pensar en nada.”
No suelo poner citas tan largas, pero en ella está sintetizada toda la obra, ese es el aprendizaje de Nino. Su vida será distinta de ahora en adelante.
Almudena Grandes logra plantear esta “guerra interminable” de excelente manera: a través de un niño vemos toda la barbarie que instaló la dictadura franquista y a un pueblo que, además de la miseria y la intemperie, tuvo que sobrevivir heroicamente al miedo, a la tortura y a la permanente amenaza de muerte. Aunque aparenta apoyar a los republicanos derrotados, no hace una lectura ideológica de lo que vivió España, sino humana, reconociendo que los mismos instrumentos de la represión, los Guardias Civiles, son también víctimas de esa guerra porque son gente humilde de pueblo, que llegó en muchos casos a esa situación buscando un medio de vida en una España empobrecida o por temor a ser considerados “rojos”, o sea comunistas. Rescata el dolor de esas vidas que deben cumplir con su deber so pena de ser ellos mismos castigados. Es la situación del padre de Nino que, al final, debe tomar una decisión.
Hablando de su sueldo, dice:
“-Y por una puta mierda… ¿vamos a dejar dos viudas y siete huérfanos, ahora que lo único que quieren es marcharse?
…
Por mí que se vayan y que les vaya bien, que lleguen muy lejos y que no vuelvan.
-Y a ver si algún día podemos volver a vivir como personas.
-Todos
-Sí, ellos y nosotros.”
Eran guerrilleros que bajaban del monte para escapar a Francia y esta cita muestra, sin artificios, ni ideología, cómo vivieron los españoles esa dura etapa de su historia, esa “guerra interminable”.
Esta no es una figura literaria. Recordemos que recién el 24 de octubre de 2019 se pudo concretar la exhumación del cadáver de Francisco Franco del Valle de los Caídos y cambiarlo de lugar en medio de una fuerte polémica política y judicial.
La novela es un cuadro vivo, palpitante de la vida de España, y la he leído con gusto, aunque con dolor, por tanto sufrimiento.
Habría mucho más para comentar: las costumbres populares, como la de los apodos, (Comerrelojes, el Portugués, Cencerro, Cabezalarga, Mediamujer); la situación de la mujer; el paisaje (contraposición entre la Andalucía interior (la sierra sur de Jaén) / y la Andalucía costera); la amistad y el amor.
También merecería un buen análisis la estructura narrativa y los recursos que usa la escritora, que son tan ricos como el contenido y los personajes que intenté describir más arriba.
No es fácil comentar brevemente una obra tan rica como esta novela, leerla es como abrir una caja mágica de la que salen paisajes, personajes, música, ideas.
Pero así son todos los libros, de última.
Este un poco más todavía.
LÉANLO.
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