EL TIEMPO, mejor, desagregando lo que quiero trabajar hoy: Cronos (Κρόνος), Kairós (καιρός) y Aión (Aἰών).
Están las referencias en griego porque desde Grecia nos llegaron estos dioses:
CRONOS es el hijo menor de Urano y Gea. Padre de Zeus y sus hermanos. Fue considerado dios del “tiempo humano”, es decir, los calendarios, las estaciones y las cosechas.
Era el dios de las Edades (desde la Dorada hasta la de Bronce) y del zodiaco. Permaneció como el dios remoto e incorpóreo del tiempo que rodeaba el universo, conduciendo la rotación de los cielos y el eterno paso del tiempo.
KAIRÓS representa algo diferente del tiempo habitual, Cronos. El tiempo de Cronos es lineal. Es el tiempo que pasa y se va consumiendo. Pero Kairós es el momento en el que algo importante sucede. Su significado literal es el “momento adecuado u oportuno”, la oportunidad para que se concrete algo importante.
AIÓN es el tiempo de la vida, para Platón designa la intensidad del tiempo de la vida humana, una temporalidad no sucesiva ni numerable, sino intensiva. Se lo representa como una serpiente que se muerde la cola y que nos indica el eterno retorno, es el tiempo circular. Surge primero en la mitología fenicia; aparece como niño y al mismo tiempo como anciano: un tiempo sin tiempo.
Cada uno tiene sus cosas. El tiempo lineal (Cronos) engendra vida, pero hay que sobrevivir a su voracidad. El tiempo de la inspiración (Kairós) es inestable; aparece y en un instante desaparece. Y si no entendemos el tiempo circular en su esencia (Aión), podemos confundirnos y repetir eternamente algo que nos daña.
¿Por qué me interesaron estos temas? Porque estuve trabajando con mi terapeuta estos conceptos en relación con buscar mayor y mejor conciencia de mí mismo, de salir del tiempo lineal, que corre por su cuenta, sin que podamos intervenir de alguna manera.
Justamente Valeria, mi querida psicóloga, me hace aportes muy importantes:
“El aión es el tiempo fuera del tiempo. El tiempo de la conciencia pura o el ser creador. O el tiempo sin tiempo, sólo existencia.
El Kairós es el tiempo de la vivencia dentro del Cronos
A mayor conciencia de uno mismo, más podés estar en Kairós. Es lograr más Kairós para controlar Cronos.”
Diré algo obvio: la enormidad del pensamiento griego que nos propuso cosas como ésta: la comprensión y el uso del tiempo.
No entraré en el tema de la naturaleza física del tiempo que es abordada por la relatividad general con respecto a los eventos en el espacio-tiempo, pero sí en el tiempo en la Literatura, que es como decir la vida.
Es un tema de siempre. Solo citaré a Borges: “Y no comprendo cómo el tiempo pasa, yo que soy tiempo y sangre y agonía.” (Adrogué)
Precisamente, leyendo cosas sobre este tema, encontré la mención un cuento de Julio Cortázar: El perseguidor, que integra Las armas secretas, que es su tercer libro de cuentos, publicado en 1959 por la Editorial Sudamericana.
La colección incluye: Cartas de mamá, Los buenos servicios, Las babas del diablo, El perseguidor y Las armas secretas.
Hablemos de El perseguidor
“La historia se desarrolla en las noches insomnes del París de los años 50′. El protagonista principal, Johnny Carter, saxofonista de jazz al que le gustaba la marihuana y con una percepción del mundo y del espacio-tiempo muy particulares, se basa en la figura de Charlie Parker que fue uno de los mejores saxofonistas norteamericanos.” (Wikipedia)
El otro protagonista es Bruno, crítico de jazz, que ha escrito la biografía del músico (que se vende muy bien), y que lo acompaña en su vida desordenada, llena de instantes brillantes, cuando su saxo le permite creaciones inigualables, o de caídas anímicas, entre el alcohol y la marihuana.
¿Cómo se menciona al tiempo en el cuento?
“Y justamente en ese momento, cuando Johnny estaba como perdido en su alegría, de golpe dejó de tocar y soltándole un puñetazo a no sé quién dijo: “Esto lo estoy tocando mañana”, y los muchachos se quedaron cortados, apenas dos o tres siguieron unos compases, como un tren que tarda en frenar, y Johnny se golpeaba la frente y repetía: “Esto ya lo toqué mañana, es horrible, Miles, esto ya lo toqué mañana”, y no lo podían hacer salir de eso, y a partir de entonces todo anduvo mal, Johnny tocaba sin ganas y deseando irse (a drogarse otra vez, dijo el técnico de sonido muerto de rabia), y cuando lo vi salir, tambaleándose y con la cara cenicienta, me pregunté si eso iba a durar todavía mucho tiempo.”
Así describe Johnny su infancia: “Cuando el maestro me consiguió un saxo que te hubieras muerto de risa si lo ves, entonces creo que me di cuenta en seguida. La música me sacaba del tiempo, aunque no es más que una manera de decirlo. Si quieres saber lo que realmente siento, yo creo que la música me metía en el tiempo. Pero entonces hay que creer que este tiempo no tiene nada que ver con… bueno, con nosotros, por decirlo así.”
Más allá de su camino inexorable hacia su destrucción personal, Johnny va y viene por su tiempo y el de los demás.
“Apenas un minuto y medio por tu tiempo, por el tiempo de ésa –ha dicho rencorosamente Johnny–. Y también por el del metro y el de mi reloj, malditos sean. Entonces, ¿cómo puede ser que yo haya estado pensando un cuarto de hora, eh, Bruno?
¿Cómo se puede pensar un cuarto de hora en un minuto y medio? Te juro que ese día no había fumado ni un pedacito ni una hojita –agrega como un chico que se excusa–. Y después me ha vuelto a suceder, ahora me empieza a suceder en todas partes. Pero –agrega astutamente– sólo en el metro me puedo dar cuenta porque viajar en el metro es como estar metido en un reloj. Las estaciones son los minutos, comprendes, es ese tiempo de ustedes, de ahora; pero yo sé que hay otro, y he estado pensando, pensando…
…
–Bruno si yo pudiera solamente vivir como en esos momentos, o como cuando estoy tocando y también el tiempo cambia… Te das cuenta de lo que podría pasar en un minuto y medio… Entonces un hombre, no solamente yo sino ésa y tú y todos los muchachos, podrían vivir cientos de años, si encontráramos la manera podríamos vivir mil veces más de lo que estamos viviendo por culpa de los relojes, de esa manía de minutos y de pasado mañana…”
Claro, el mundo de El perseguidor es complejo, es disruptivo. Las armas secretas se publica entre Bestiario y Rayuela, la terrible novela de Cortázar, la “contranovela”, con todas sus maneras de ser leída. En El perseguidor ya está Rayuela, y Johnny prefigura a Oliveira. No es casual que eligiera a un saxofonista.
“El jazz, y la música en general, es una especie de presencia continua en lo que yo escribo”, dijo alguna vez Cortázar.
“El poeta es ese que no se conforma con este lado de las cosas, sino que él busca el otro lado. A veces lo encuentra, a veces no” afirma Cortázar en la entrevista de Joaquín Soler Serrano (“A Fondo”, 1977).
El perseguidor es terrible, porque, además, nos persigue a nosotros.
“Es curioso, ha sido necesario escuchar esto, aunque ya todo convergía a esto, a Amorous, para que yo me diera cuenta de que Johnny no es una víctima, no es un perseguido como lo cree todo el mundo, como yo mismo lo he dado a entender en mi biografía (por cierto, que la edición en inglés acaba de aparecer y se vende como la coca– cola). Ahora sé que no es así, que Johnny persigue en vez de ser perseguido, que todo lo que le está ocurriendo en la vida son azares del cazador y no del animal acosado. Nadie puede saber qué es lo que persigue Johnny, pero es así, está ahí, en Amorous, en la marihuana, en sus absurdos discursos sobre tanta cosa, en las recaídas, en el librito de Dylan Thomas, en todo lo pobre diablo que es Johnny y que lo agranda y lo convierte en un absurdo viviente, en un cazador sin brazos y sin piernas, en una liebre que corre tras de un tigre que duerme.”
Estudié a Cortázar en mi breve periodo de profesor en la FFyL, en la UNCuyo. Trabajé sobre Rayuela, y lo recuperé en mi blog (BESTIARIO DE JULIO CORTÁZAR https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/08/11/bestiario-de-julio-cortazar/).
Fue un enorme impacto en mí, mucho como estudioso de la literatura, pero mucho más, como lector.
Es paradójico que este cuento de Cortázar sea realista, cuando venía de escribir Bestiario y Final del juego, colecciones de cuentos fantásticos.
Tal vez le importaban otras cosas: hay mucho de autobiográfico en el cuento. Cortázar buscaba lo intersticial, como hacía Johnny con la música. Él es el perseguidor, y nos persigue a nosotros, los lectores, porque quiere que también seamos creadores, junto con él, en la lectura.
En el blog citado arriba definí a lo intersticial como una “entrevisión universal que se filtra por los poros o intersticios de la realidad cotidiana en circunstancias bastante especiales, y a través de la cual percibimos mundos que están en el trasfondo de nuestro medio habitual.”
“El pasaje intersticial funciona en toda la obra de Cortázar como metáfora de la búsqueda, la apertura y la libertad humana, sirve de vínculo, otra vez, entre las distintas instancias semióticas. (La vuelta al día en ochenta mundos: La teoría del camaleón, GRACIELA BATARCE BARRIOS).
Creo que en estos comentarios se hace evidente que El perseguidor nos pone frente a una parte esencial de Cortázar; inclusive este cuento es menos complejo –supongamos- que Rayuela. Tal vez, si alguien no ha leído nada de este escritor, sería recomendable no empezar con este cuento tan profundo, tan amplio, y leer alguna de las otras colecciones: Bestiario, Todos los fuegos el fuego, que nos introducirán a unos de los mejores cuentistas que haya conocido en lengua castellana.
Alguien podría preguntarse por la relación entre el planteo inicial de esta entrada y el cuento.
Justamente, tiene que ver con lo que escribí al comienzo sobre Cronos, Kairós y Aión.
Me pareció que sobre el tiempo lineal no tenemos mucho para hacer. Las agujas del reloj seguirán girando siempre, hagamos lo que hagamos, tal vez por eso decía Borges que no comprendía “cómo el tiempo pasa”.
Aión tiene que ver con nuestra capacidad de entender lo esencial del tiempo.
Pero, Kairós es el tiempo que está en nuestras manos, el que nos permite encontrar las oportunidades de realizar lo que queremos o soñamos. Es la brecha hacia lo importante, hacia el paraíso anhelado.
Por ejemplo, Celina en Las puertas del cielo en la milonga, encontrando un pasaje hacia un mundo en el que es feliz.
De última, Johnny busca, como las mariposas vuelan hacia la luz que las destruirá, ese pasaje. Cuando lo encuentra, su música estalla, inigualable.
Elegí esta actitud extrema de Johnny porque era un ejemplo perfecto y terrible de Kairós. También porque permite comprender en la esencialidad a ese escritor tremendo que es Cortázar.
Pero también me sirve para mi vida, y para la de Uds.
Tenemos que tomar conciencia de la presencia –dentro del devenir del Cronos- de la posibilidad de encontrar nuestro Kairós. Es cierto que es inestable, que va y viene, pero, si lo buscamos siempre, como necesidad básica de la vida, las oportunidades aparecerán, y en cada una de ellas, el intersticio hacia nuestra felicidad.
NO DEJEMOS DE BUSCARLA.
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