Fueron 44 años dando clase. Fui profe de Lengua, Literatura, Latín y Tecnología.

Cuarenta y cuatro años recordando el Día del Maestro –en el que nos juntábamos todos/as los docentes, aunque también había un Día del Profesor- en actos, bailes, comidas, abrazos.

Decir discursos, escuchar discursos de todo pelaje, tranquilizar a algún/a alumno/a, aburrido/a, que hinchaba la paciencia.

Lo recuerdo con ternura. Las caras de mis alumnos/as, de mis compañeros de trabajo (nunca me gustó decirles colegas, aunque es una linda palabra), porque compartir el pan (cumpanis, el Latín, ¿vio?)) se acerca más a lo que hemos vivido –docentes, directivos, alumnos/as, celadores, etc.-, con todas las manos juntas.

Mando un abrazo a todos/as docentes: atrás, incluso los que ya no están; al costado, a los/las que siguen abrazando esta hermosa vocación (incluidos mi hija e hijos).

¡Qué orgullo que nos acompañen a mi esposa y a mí!

Y también a los/las ex alumnos/as que lo hacen.

Más orgullo todavía.

Al futuro, a todos los seguirán entrando a este mundo, heterogéneo, siempre distinto, como cada alumno/a.

TENGO EL CORAZÓN ANCHO, Y VEO BORROSO. ES DIFÍCIL QUE NO SE ESCAPE HOY UN LAGRIMÓN, BIENVENIDO SEA.

Un regalo de Día de Maestro, qué mejor que este poema de Armando Tejada Gómez.

COPLERA DEL VIENTO

Ando cantándole al viento

y no solo por cantar,

del mismo modo que el viento

Yo soy sangre en movimiento

y él es paisaje que va…

Me gusta andar en el viento

y es porque me gusta andar

empujado por los sueños

y empujando a los demás

yo sé que no empujo solo

y hay quien me empuja a soñar.

Tuve un amigo aquí cerca,

corazón de palomar,

le vieron viento en los ojos:

no lo dejaron pasar.

Ellos no saben que al viento

¡Nadie lo puede atajar!

Si la piedra es viento quieto

Que ha olvidado el arenal,

Los muros son solo viento

¡Que el viento se llevará!

Ando cantándole al viento

¡Y no solo por cantar!

Armando Tejada Gómez

El siguiente video me ha parecido la mejor conclusión, porque también he compartido esta vida en las escuelas del secano lavallino junto con mi hijo Mauricio.

Es cierto que no se puede generalizar porque es una experiencia particular, pero muchos/as hemos vivido caminos semejantes y caritas como esas, hemos compartido mesas y trabajos con docentes que sienten la belleza de caminar al lado de otras vidas que nos dan una trascendencia propia, quizás eterna en el universo.

Maestros en tierra arisca

ABRAZO, COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS, PARA SIEMPRE.

ADOLFO ARIZA, EL PROFE