Estaba leyendo un libro que recomendó Alejandro Bercovich en “Brotes verdes”, se llama ¡Contrahegemonía ya!, de Nancy Fraser (Siglo veintiuno, 2019), cuyo subtítulo es Por un populismo progresista que enfrente al neoliberalismo. En esa tarea, me encontré en el Dipló con una entrevista al brillante Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia acompañando a Evo Morales (2006-2019) (https://www.eldiplo.org/notas-web/hoy-el-neoliberalismo-es-el-defensor-de-un-mundo-en-retroceso-no-un-constructor-de-futuro/).
De ambas lecturas surgió la posibilidad de volver a presentar una nueva entrada sobre el tema del neoliberalismo sobre el que ya hecho algún aporte.
Desde hace un buen tiempo se viene anunciando, desde más de un sector, el fin del neo liberalismo, en parte por sus nefastas consecuencias para el mundo -por lo menos, para más del 90% de él-, en parte por su agotamiento como modelo (¿lo ha sido realmente?) y por las reacciones que ha desatado, como lo vivimos en América Latina (Chile, Colombia, Ecuador son ejemplos cercanos)
Sin embargo, como dice la cita falsamente atribuida a Zorrilla de San Martín; “Los muertos que vos matáis gozan de buen salud”, que no será buena salud, pero la realidad es que este neo liberalismo sigue decidiendo gran parte de nuestras vidas.
Por eso, me resultó interesante la lectura de Fraser. Voy a rescatar algunas de sus afirmaciones:
“A primera vista, la crisis de nuestros días parece ser política. Su expresión más espectacular está aquí mismo, en los Estados Unidos: Donald Trump, su elección, su presidencia y la disputa que la rodea. Pero no faltan situaciones análogas en otros lugares: la debacle del brexit en el Reino Unido; la menguante legitimidad de la Unión Europea y la desintegración de los partidos socialdemócratas y de centroderecha que abogaban por ella; también la bonanza creciente de los partidos racistas y antiinmigrantes en el norte y el centro-este de Europa, más el surgimiento de fuerzas autoritarias, entre ellas algunas que pueden calificarse de protofascistas, en América Latina, Asia y el Pacífico. Nuestra crisis política, si de eso se trata, no es solo estadounidense, sino global.” (Op. Cit., p. 21, 22)
Me pareció una buena y sintética descripción de la situación global, que no deja dudas sobre la existencia, no nueva, pero sí, acentuada, de la situación de crisis.
Fraser amplía su afirmación, y nos pone frente a otro rasgo de la realidad actual:
…todos estos fenómenos tienen una característica en común. Todos implican un debilitamiento drástico, si no, un liso y llano derrumbe, de la autoridad de las clases y los partidos políticos establecidos. Es como si multitudes de personas en todo el mundo hubiesen dejado de creer en el sentido común imperante que apuntaló la dominación política durante las últimas décadas. Como si esas personas hubieran perdido la confianza en la buena fe de las élites y buscaran nuevas ideologías, organizaciones y liderazgos.” (p. 22)
La cita que voy a hacer ahora contiene, tal vez, lo más terrible, porque no es solo lo que ha pasado y/o está pasando, sino lo que puede pasar, siempre que no acertemos en lo que ella llama medidas contra hegemónicas:
“Los fenómenos mencionados constituyen la faceta específicamente política de una crisis más amplia y proteica que presenta otros aspectos -el económico, el ecológico y el social- que, tomados en conjunto, dan por resultado una crisis general. Lejos de ser sectorial, la crisis política no puede entenderse al margen de los bloqueos a los que responde en otras instituciones, aparentemente no políticas. En los Estados Unidos esos bloqueos incluyen la metástasis de las finanzas; la proliferación de “McEmpleos” precarios en el sector de servicios; el incremento imparable de la deuda de los consumidores para permitir la compra de baratijas producidas en otros lugares; el crecimiento conjunto de las emisiones de dióxido de carbono, los climas extremos y el negacionismo de la crisis climática; el encarcelamiento masivo de personas de determinadas categorías raciales y la violencia policial sistémica, además de un estrés en aumento que afecta la vida familiar y comunitaria, debido en parte a la prolongación de la jornada laboral y la disminución de las ayudas sociales. En conjunto, estas fuerzas socavan desde hace algún tiempo nuestro orden social sin producir un terremoto político. Ahora, sin embargo, todo puede suceder. En el extendido rechazo hacia la manera habitual de hacer política, una crisis sistémica objetiva ha encontrado su voz política subjetiva. La faceta política de nuestra crisis general es una crisis de hegemonía.” (p. 23, 24)
Si leemos con cuidado, veremos que esos “bloqueos” también se dan por estos lares. ¿O no encontramos deliverys en moto o bicicleta por todos lados? ¿No son McEmpleos? ¿Uber, Cabify?
Me resultó interesante la siguiente afirmación:
“Al menos desde mediados del siglo XX, la hegemonía capitalista se forjó en los Estados Unidos y en Europa mediante la combinación de dos aspectos diferentes del bien y la justicia: uno centrado en la distribución, otro en el reconocimiento. El aspecto distributivo indica cómo la sociedad debería asignar los bienes divisibles, en especial el ingreso. Este aspecto remite a la estructura económica de la sociedad y también, aunque de manera indirecta, a sus divisiones de clases. El aspecto del reconocimiento expresa cómo la sociedad debería atribuir el respeto y la estima, que son las marcas morales de la pertenencia y la integración.” (P. 25)
Los dos aspectos que subrayo me parecen una manera clara de comprender cómo actúa el neoliberalismo, en cualquiera de sus variantes. El problema es que, al final, más allá de las declaraciones edulcoradas con que quieren vendérnoslas, han terminado en financiarización y meritocracia.
O sea, destrucción de la industria y todo lo que agrega valor a los productos básicos que necesitan los países centrales y sus corporaciones y profundización de las actividades especulativas que enriquecen al 1% dueño de la mayoría de las riquezas del mundo.
O sea, reducción de las oportunidades para gran parte de la sociedad, sin educación ni salud públicas, y trasladar la responsabilidad del fracaso individual a la falta de entusiasmo y comprensión de cómo se triunfa en este mundo duro.
Afortunadamente, hubo otro modelo –por eso, la descalificación del peronismo, llamándolo populismo para disimular un poquito-, que nos ha dejado educación pública, incluso superior y universitaria, y que hoy, por ejemplo, en Mendoza, los hospitales públicos ofrezcan mejor atención que la mayoría de las clínicas privadas.
Es el mismo modelo que impulsó la Ciencia, la Técnica y la Tecnología que nos permiten tener satélites o producir vacunas y remedios anti covid.
También es el que permitió un desarrollo industrial –todavía insuficiente, y mayormente de industria liviana y media- pero que genera empleo de calidad superior al de los servicios precarizados.
No era mi idea la de extenderme tanto en los textos de Frazer, pero no es fácil analizar brevemente un tema tan importante como éste.
Además, la entrevista de José Natanson a García Linera es un complemento ideal a las afirmaciones de Fraser porque nos acerca nuestra realidad latinoamericana de hoy y hacia el futuro.
Seleccionaré algunas respuestas de G. Linera que me parecen un aporte a nuestra comprensión del mundo en el que vivimos y en el que podremos vivir.
“… ¿Cómo describirías la situación de América Latina hoy?
Yo no hablaría de un fin del ciclo progresista sino de un proceso por oleadas. En efecto, hubo una primera oleada muy fuerte que comenzó en 1999, en el 2000, y que llevó al poder a una serie de líderes y partidos y movimientos de izquierda. Ya desde 2014, 2015, señalábamos que se venía una ofensiva conservadora, una contraoleada neoliberal, aunque también decíamos que iba a ser muy difícil que permaneciera, que se estabilizara. Y efectivamente desde hace dos o tres años asistimos a un repliegue de esa ofensiva conservadora y un nuevo ascenso de los progresismos.
¿Este nuevo ciclo progresista se va a imponer?
No lo sé, pero no es una resaca del ciclo progresista anterior sino una nueva oleada, algo que conserva parte de lo anterior pero también es distinto. Esto se ve en los cambios de signo político en Argentina, México, Bolivia, Perú, pero también en el ciclo de intensa protesta social que se vive en países como Chile, Ecuador o Colombia. Incluso más allá de los resultados electorales: en Ecuador ganó la derecha, pero eso no significa que esta oleada se haya detenido.
¿Es un progresismo igual al anterior?
… Lo que hay es una expresión fundamentalmente de un hecho político-electoral, no tanto de movimientos sociales o protestas populares. La otra característica de esta segunda oleada progresista es que está liderada por dirigentes moderados. Esto no necesariamente es un defecto; es una cualidad de la época, una cualidad de la estructura progresista. No estamos ante liderazgos carismáticos y excepcionales como antes.
¿Los casos de Alberto Fernández y Luis Arce nos permiten hablar de un “progresismo por delegación”?
Es una cualidad de las estructuras progresistas, de su capacidad para leer la época y adaptarse, encontrar dirigentes acordes al momento. Son dirigentes que tienen otra manera de llevar adelante las cosas, son menos arriesgados, pero porque no son resultado, como antes, de un proceso casi insurreccional, sino básicamente porque surgen de procesos electorales, en algunos casos muy condicionados.
¿Qué tienen enfrente?
Fuerzas conservadoras radicalizadas. El contraoleaje conservador que se inicia en 2014-2015 no es un neoliberalismo triunfante, bonachón, optimista, como podía ser el de los 90. Es un neoliberalismo rabioso, que carga un discurso más racializado, menos pluralista, más violento. Incluso capaz, en países como Bolivia, de un discurso y una acción golpistas. Aunque en algunos países ensaye posturas más moderadas, con los años vamos viendo que la derecha deja el centro y se acerca a la extrema derecha, abandona el centro, tanto en lo económico como en lo político y cultural. Es una novedad.
¿A qué atribuís este giro a la derecha de la derecha?
A que surge en un momento de declive histórico planetario de las hegemonías neoliberales, lo que no quita que puedan volver a ganar elecciones, a veces al filo de las posibilidades, como en Ecuador, desatando emotividades cada vez más primarias, acciones cada vez más autoritarias. Esto ayuda a entender algo que habíamos previsto sobre la contraoleada conservadora. Decíamos que iba a ser temporal, porque estaba claro que el mundo neoliberal estaba en un tiempo de declinación moral e ideológica, estaba dejando atrás el optimismo histórico, ya no entusiasmaba. Hoy el neoliberalismo se presenta solo como defensor de un mundo en retroceso, no como constructor de futuro, como en los 90. Ese discurso se desvaneció y entonces la contraoleada era necesariamente de pies cortos, de miradas cortas, porque el neoliberalismo actual es un neoliberalismo cansado, con signos de decrepitud.
¿El contexto histórico entonces ayuda a este nuevo ciclo progresista?
Sí. Estamos en un contexto mundial más favorable. Muchos de los temas que discutíamos en América Latina en 2007, 2008 o 2009 son los temas que se discuten en Estados Unidos y Europa: el rol del Estado, la necesidad de construir ciertas redes de protección, cierto nacionalismo económico que proteja el mercado interno. Son temas que inició el progresismo latinoamericano y que ahora encuentran un ambiente mundial más tolerante.
¿La agenda tiene que ser la misma que en los años 2000?
Por un lado, sí, porque muchos problemas permanecen e incluso se han agravado a partir de la llegada de fuerzas conservadoras y de la crisis económica de la pandemia. Pero también hay que incorporar nuevas miradas, agendas y temas. El progresismo de la primera oleada fue encontrando un límite, mostrando contradicciones, debilidades. Este nuevo ambiente mundial más favorable a los temas progresistas le puede brindar una renovación de su agenda, algo así como un nuevo conjunto de transformaciones y reformas.
…
Pienso que deberían ser reformas muy segmentadas por país, más necesarias que nunca por la agudeza de la crisis. Hemos decrecido nueve puntos en los últimos años, retrocedido diez años. No alcanza con volver a hacer lo mismo que antes, que además ya había comenzado a mostrar sus límites. La pandemia jugó un papel catalizador de múltiples crisis. En Bolivia, por ejemplo, el tema sigue siendo el mismo, aunque las medidas sean diferentes. ¿Cuál es el tema que enfrentan los progresismos? De dónde saldrán los recursos para enfrentar la debacle económica, el aumento del déficit, el cierre de la economía obligado por la pandemia, la recuperación de las empresas zombies, la construcción de nuevas redes de protección, el apoyo a los trabajadores. Para salir de la etapa de emergencia va a haber que generar recursos.
… ¿Cuál sería el camino hoy?
Hay que pensar en una segunda oleada de nacionalizaciones, entendida como el control de fuentes de elevados excedentes. Eso, por un lado. Por otro, avanzar en políticas tributarias más audaces; el número de multimillonarios aumentó en América Latina en estos años. Pero la gravedad del hueco, de la crisis en la que estamos, es tan grande que se requieren grandes esfuerzos, intentar que vuelva a la economía la riqueza latinoamericana depositada fuera de los países, a veces en paraísos fiscales. Implementar amnistías tributarias que ayuden a la repatriación o medidas que generen incentivos y obliguen a traer ese dinero. Y, también, un nuevo enfoque en la integración, trabajar en acuerdos comerciales temáticos, puntuales y muy prácticos. En el ciclo anterior tuvimos una mirada de integración, en tiempos de Lula, Evo, Correa, Chávez, Néstor, que logró un acercamiento y coordinación política muy importantes. Pero ahora necesitamos avanzar en cosas concretas y específicas para darle materialidad a la integración. No ya grandes acuerdos sino líneas prácticas, en una, dos o tres áreas, que vinculen cadenas específicas, para fabricar en conjunto una computadora o una máquina o lo que sea. Crear un área, que funcione, y pasar a la segunda, la tercera y la cuarta…
…
Futuro abierto…
Un tiempo histórico que no se puede prever. No hay un fin adonde llegar, no hay un futuro claro. La cualidad de este momento es la superposición de ideas, propuestas, elites con opiniones diferentes. Estamos en un período, esperemos que no muy largo, en el que va a haber varias propuestas en disputa, no hay una gran propuesta de largo aliento. Y esto es así porque el nuevo horizonte no se construye sólo en América Latina, se va a constituir a nivel mundial.
…
Entonces esta década va a estar marcada por la incertidumbre, incluso el caos. Los momentos liminares visibilizan el cansancio de la hegemonía neoliberal, aunque aún no tenga sustituto. Por eso muchas sociedades viven este desasosiego, esta situación de incertidumbre y miedo: cuando uno deja de tener un destino ordenado y una imaginación clara de futuro. Esperemos que cuando se abran los corazones y las mentes de la gente el progresismo se imponga. “
Las dos referencias elegidas coinciden en la incertidumbre como rasgo del mundo –como lo ha sido en toda la modernidad, por lo demás- y deberemos aceptar esto, y no angustiarnos, porque para salir de esta situación hacen falta nuestra comprensión de ella, nuestro posicionamiento en una actitud progresista –lo contrario de lo que ha hecho una buena parte de la sociedad urbana mendocina, por ejemplo- y una inquebrantable decisión de avanzar hacia un mundo mejor para nuestros descendientes de toda América Latina.
“En general necesito eso en lo que escribo: conectar con alguna obsesión o pregunta vital para mí que en el texto busco responder”, dice Marcelo Guerrieri para explicar qué lo llevó a escribir Con esta luna, publicada por Tusquets. Buenos Aires, 2021.
Escuché una entrevista a Guerrieri un sábado por la mañana en La conversación, un buen programa radial. Me interesó y conseguí esta novela urbana, que se desarrolla en la Ciudad de Buenos Aires, en un submundo nocturno de taxistas, cafés y personajes casi marginales.
Voy a empezar por presentar al autor, ya que no es tan conocido, y porque hay elementos que son relevantes en la novela. Nació en Lomas de Zamora, en 1973, estudió antropología en la Universidad de Buenos Aires y es profesor en Artes de la Escritura de la UNA (Universidad Nacional de las Artes). Fue alumno del taller literario de Alberto Laiseca y es autor del libro de cuentos Árboles de tronco rojo y de la novela Farmacia (Factotum, 2017).
Con esta luna está originada en una investigación estudiantil, y se nota, porque, a mi criterio, los elementos antropológicos se hacen presentes permanentemente en la novela.
En la contratapa se lee: “Una ficción original y deslumbrante que puede ser leída como relato de aventuras, novela social. narración fantástica, policial negro o todo eso a la vez.” Es correcta la descripción, porque resalta que en la novela aparecen varias maneras de acercarse a esa realidad porteña girando alrededor de un conflicto de novela policial, que se pueden ampliar o desagregar, como intentaré hacerlo.
Como desconozco el tema de investigación que se menciona, aunque Moreira –personaje central, quizá con rasgos autobiográficos del autor- da algunos apuntes utilizables (como que lee El gen egoísta de Richard Dawkins), me puse a pensar en cuál sería la “obsesión o pregunta vital” a la que quiere responder Guerrieri, y por qué eligió ese submundo. Hay elementos propios de la antropología urbana porque en las ciudades se manifiestan con características propias (y diferenciales de las ciudades entre sí) los aspectos sociales, el espacio público, las clases y/o sectores y las variaciones subculturales de un grupo o de varios de los que crecen en las metrópolis.
Dice Alejandro Grimson (Desafíos para las antropologías desde el sur. Intervenciones en estudios culturales, vol. 2, núm. 3, 2016): “Nosotros, los antropólogos, estudiamos generalmente fracciones, mundos o submundos, periferias de las periferias…”.
Veamos cómo es el submundo y los sub submundos de la novela
¿Dónde se desarrolla la novela?
El comienzo es en un bar llamado Córdoba, en Córdoba y Jean Jaurès, frente a la Plaza Monseñor de Andrea, también llamada “La plaza de los Galgos” (así se la menciona en la novela), por la escultura “Los Galgos Rusos”, del artista italiano Giacomo Merculiano, que está en la esquina de Paraguay. Allí se encuentra Moreira, en momentos en que transcurre el final de la votación por la Resolución 125. No voy a desarrollar esta situación, solo recordaré que esta Resolución establecía un sistema móvil de retenciones impositivas a las exportaciones de soja, trigo y maíz que provocó un grave conflicto con el empresariado agro ganadero (con cortes de ruta y movilizaciones incluidas) que terminó el 17 de julio de 2008 cuando en el Senado se rechazó el proyecto de ley sobre las retenciones con el voto negativo (o voto no positivo) de desempate del entonces Vicepresidente de la Nación, Julio Cobos.
En ese bar se formaron bandos a favor y en contra del apoyo o rechazo a la medida entre los taxistas que se reunían habitualmente allí, junto con los pibes del kiosco y los trapitos de la cuadra. En ese lugar se produce el hecho que abre la trama que funciona como eje narrativo de la novela: la desaparición del Jorobado, uno de los taxistas.
Y acá se pone difícil lo genérico que mencionamos arriba:
¿Es una novela policial negra?
Según Wikipedia, es “un tipo de novela policíaca en la que la resolución del misterio no es el objetivo principal y los argumentos son habitualmente muy violentos; la división entre buenos y malos de los personajes se difumina y la mayor parte de sus protagonistas son individuos derrotados y en decadencia en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella.”
Subrayo lo que me parece que se da en Con esta luna. Hay personajes fracasados en lo personal o en lo familiar, y/o con problemas económicos, en diversas búsquedas sin mayor certeza de éxito. Moreira pasa sus noches allí para escapar de su insomnio y soledad, por ejemplo. Es uno de los varios/as solitarios/as que aparecen en la novela. Se podría seguir con otras vidas fracasadas, pero alcanza con esto.
Sin embargo, la novela tiene estructura de género policial. Se utiliza la observación, el análisis y la deducción para resolver un enigma, que es la desaparición del Jorobado. Moreira es el que asume el rol detectivesco y lo acompañan otros taxistas y Lesli, un personaje femenino muy enigmático porque aparece tomando decisiones claves, que hacen suponer que sabe cosas que no se explican.
Soy un viejo lector de novelas policiales, y pronto atisbé cuál era la explicación del enigma, aunque la trama es compleja y el desenlace, difícil de anticipar.
Sin embargo, hay otros elementos narrativos que me parecen propios de una novela gótica, sobre la que Psicología y mente. Tipos de novela, dice:
“En las novelas góticas se incluyen elementos misteriosos, sobrenaturales y de terror. Beben un poco de novelas fantásticas, las de terror y las de misterio, tratando temas oscuros como la muerte, la decadencia y las tragedias inevitables. Los ambientes más comunes que podemos encontrar en este tipo de novelas encontramos viejos castillos, casas embrujadas, cementerios, iglesias satanizadas…”
Y sí, en un ambiente como éstos transcurre la novela: el bar y la plaza y todo lo que se oculta debajo de ellos. También es así el lugar donde se resuelve el misterio y no está muy lejos, en Andonaegui y Campillo, por Paternal.
No es fácil escribir sobre la novela sin descubrir el conflicto y su desarrollo, por respeto a los lectores. Acá anticipo algo de la conclusión: vale la pena leerla: es interesante, a pesar de la multiplicidad y heterogeneidad de personajes, situaciones, espacios urbanos, símbolos, aportes teóricos (esotéricos, sociales, psicológicos, antropológicos) que podrían diluir el interés de la lectura.
En esta tesitura de presentar la novela sin descubrir su desenlace, indico algo de lo que sucede en ella: aunque ese bar se cierra misteriosamente, allí y en la plaza de enfrente, se desarrollan extraños hechos que ubican a la narración en el mundo de lo maravilloso porque se trata de una leyenda que nació rural, pero que ahora se arraiga en lo urbano: la del lobizón.
Como otras veces me referiré a Todorov, Introducción a la literatura fantástica, 1970. Lo fantástico es el ámbito de la incertidumbre, cuando no sabemos si lo que sucede en la obra es extraño o maravilloso, cosa que puede no suceder nunca como pasa en el cuento La noche boca arriba de Julio Cortázar (Final del juego, 1955), que es claramente fantástico
En cambio, lo extraño se da cuando al final aparece una respuesta racional a lo que sucede (Los crímenes de la Rue Morgue, de Edgar Allan Poe).
Finalmente, en una narración maravillosa sabemos qué ocurre, pero la explicación remite a nuevas leyes que no van de acuerdo a la realidad conocida, como sucede en los cuentos de hadas en los que aceptamos como natural que un sapo se transforme en príncipe.
Hay muchos más elementos maravillosos en Con esta luna. Es el caso de un personaje llamado Trompita. Vive en habitación del playón de la estación de servicio, frente al bar de los “cinéfilos”, donde Córdoba se convierte en Estado de Israel.
La entrada a su habitación está detrás de una pila de cubiertas; allí vive Trompita, así:
“El piso está cubierto por cartones pintados, cosidos entre sí con gruesos hilos rojinegros, que componen una alfombra llena de dibujos de colores. Sobre un círculo en el centro, donde está sentado el gordo que sigue meditando, los cinco continentes, un enorme símbolo de la paz y un «Om» gigante; alrededor, mandalas, laberintos, espirales celtas, constelaciones, cruces solares, un yin yang, un ojo, un taxi alado que vuela hacia una estrella que asoma sobre una luna creciente; fileteados porteños, flores de ceibo, águilas, cintas de Moebius, un kultrún, una porción de pizza.”
En la novela nadie se asombra de eso, es más Trompita es una especie de gurú, o vidente, que guía a Andonaegui –otro taxista- para que encuentre el camino de su vida, o al Jorobado en el momento cúlmine de su vida.
Es extraño el Gato –otro taxista- que anda por los techos a grandes alturas como si fuera un superhéroe y ve el aura de las personas.
Dentro de ese mundo extraño se integran aportes que considero que tienen que ver con la formación antropológica del autor.
Tanto ambientes como personajes tienen valor en ese sentido: en primer lugar, en la caracterización del espacio porque los lugares mencionados son fracciones que funcionan como significantes del submundo mayor: la Capital; en segundo, porque los personajes también son símbolos de una sociedad que aparece tan dividida como la visualizamos hoy. Sin embargo, en esas fracciones se manifiesta ese mundo rico, heterogéneo, de personajes marginales, mezcla de vagabundos e intelectuales, de solitarios y fracasados, esa CABA que, aunque se viaje en taxi o en ómnibus por sus calles, es subterránea y misteriosa, aun inexplicable
Me ha parecido que no siempre esto mejora la narración, aunque, como dije, no llega a descalificar el transcurso narrativo y su interés. Por ahí, hay expresiones con un nivel cultural y/o teórico no adecuado al personaje que lo dice.
Por ejemplo, hay frases de la Bony (una camarera de bar) que me parecen demostrativas de eso, o las de los taxistas cuando la votación. Sin embargo, hay dos situaciones en que me parecen evidentes: cuando están en la plaza, aparecen cuatro parapolicías que los golpean y dicen: “No somos policías, no somos mercenarios. Somos una unidad de control de la ciudad.”
No tienen mayor significado para la narración, así que considero que tienen valor simbólico: son sicarios de una derecha fascista, y esa es su justificación.
Los “cinéfilos” ven películas repetidas y se encarnan en personajes y espectadores que participan de la acción. Cuesta creer su interés en esas películas, con un desfasaje temporal importante. Un ejemplo: “Prisioneros de la tierra es una película en blanco y negro argentina de Mario Soffici, protagonizada por Francisco Petrone y Ángel Magaña. El guion trata de la explotación de los trabajadores de la yerba mate en Misiones y fue escrito por Ulyses Petit de Murat y Darío Quiroga, sobre varios cuentos de Horacio Quiroga. Estrenada el 17 de agosto de 1939.” (Wikipedia)
Los taxistas la viven como un conflicto social real y actual, como si fueran un grupo de intelectuales de izquierda.
Lesli también tiene un valor simbólico, y es un personaje muy interesante, que permite visualizar aspectos profundos de la vida erótica de la sociedad, como también de sus actividades (artísticas, sociales) como un sector de jóvenes independientes, por ejemplo, que consumen cotidianamente marihuana.
Hay varios otros temas que podría mencionar, como el de la música, sobre el que hay muchas menciones. Solo indicaré un par de ejemplos de cantantes o bandas: Creedence Clearwater Revival, Frank Zappa, Bill Evans (lo pide Moreira). Los lectores que más de música de ese tipo, sabrán analizar el tema mejor que yo.
Para terminar, haré un comentario sobre el título, Con esta luna.
Este es el epígrafe de la novela:
«-iCómo morir con sol! Yo creí que iba a ser de noche. Yo te esperaba una noche.
-Siempre es noche, mi hijito. Tan solo el chispazo de un yesquero es ese sol al que te querés aferrar.
Todo es tan solo una noche inmensa.»
Juan Moreira, Leonardo Favio
La última frase del epígrafe marca la tonalidad nocturna de la novela y la oscuridad como su ámbito esencial. La luna llena rompe esa oscuridad más de una vez, sobre todo en el desenlace. Recordemos que los hombres antiguos reverenciaban la Luna y muchas culturas crearon a su alrededor leyendas, como la del hombre lobo. Creo que allí está el origen, pero en esa escena final, tremenda, tan cargada de símbolos, la luna es una parte de un cosmos casi irracional.
En ese acto final, algunos de los presentes –mujeres, taxistas- gritan: -¡Omnia sunt communia!
Esta es una expresión del latín que significa «todo es común» o «todo es de todos», y fue utilizada como grito de batalla por el pastor protestante reformista alemán Thomas Müntzer, una de las figuras más importantes del cristianismo revolucionario, así como uno de los jefes de los rebeldes en la llamada “Guerra de los campesinos alemanes”, aunque originalmente es de Santo Tomás de Aquino
Elegí este ejemplo para terminar la entrada, ya muy larga, para resaltar la cantidad de elementos extraños y diversos que pueblan la novela.
El mismo fin de la novela destaca visualmente este mundo extraordinario, y lo califica: locura.
“«Un cielo disparante», se dice Moreira, «disparante», se repite, y siente que solo una palabra inventada por un chico puede describir toda esa locura que ahora es el cielo, arriba de ellos, entre ellos, mezcolanza de violetas y naranjas entre pedazos de nubes.”
Hace dos o tres años me invitaron a la fiesta celebraba el inicio de Año Nuevo del Sur, en el Teatro Independencia.
El Teatro estaba lleno, fue una fiesta inolvidable, y terminamos en el foyer cantando todos juntos durante un rato largo.
Sin embargo, lo más importante para mí fue comprender el significado que debía tener para nosotros el solsticio de invierno como lo es para los pueblos originarios, no sólo del sur.
Este año ocurrirá a las 3:32 am, y la pandemia no nos permitirá encontrarnos y cantar y bailar para celebrar el momento en que tenemos que empezar a “preparar la tierra, sembrar, buscar las semillas apropiadas para cada región”, porque comienza el ciclo del cultivo de la tierra, o sea el año nuevo.
No voy a entrar a analizar el hecho de por qué festejamos tradicionalmente el Año Nuevo el 1 de enero, es más, seguiré haciéndolo, pero quiero resaltar el hecho entrañable y necesario de comenzar a crecer juntos como lo que somos: semillas de una misma tierra.
Ese debe ser el espíritu que nos llene el alma y que una nuestras manos para avanzar en la construcción de una América del Sur como la que propone el Consenso de Cusco.
“El Consenso del Cusco es un conjunto de principios y propuestas, establecido por acuerdo de los doce países de América del Sur en diversos documentos, y convertidos en un programa común el 8 de diciembre de 2004, al fundarse en el Cusco la Comunidad de Naciones Sudamericanas. El 23 de marzo de 2008 adquirieron carácter constitucional, al quedar incorporados al Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Sudamericanas, firmado en Brasilia.” (Este es uno de los muy valiosos aportes de Humberto Podetti.)
Es la única manera en que nuestros pueblos podrán salir del estado de postergación y pobreza que nos asuela (también puede ser asola, pero me gusta más con diptongo).
No hay otra manera de enfrentar a “la sociedad global del mercado que produce el derecho que regula más del 70 % del comercio mundial, sin intervención de parlamento alguno, ni de jueces constitucionales o de tratados o acuerdos internacionales.” (Humberto Podetti, Tiempo, espacio y sentido en el proyecto de Estado continental sudamericano)
Es esa sociedad la que ha desarrollado este capitalismo neoliberal inicuo y depredador que quiere quedarse con nuestras riquezas, tanto materiales como espirituales.
Es también la que trata de imponer Gobiernos cipayos que sirvan para enriquecerse descomunalmente, aunque nos hundan en la miseria y en la devastación ambiental.
Hace un par de años, más o menos, parecía que ese era un destino inevitable para nuestros países. Hoy la situación es otra, y se ha llegado a ella por la vía democrática.
Argentina es un buen ejemplo, con un Gobierno que avanza –como puede, pero avanza- en un proyecto nacional y popular.
Bolivia rechazó una propuesta fascista y de derecha y Arce ha tomado medidas contra lo que intentó la golpista Añez.
Chile está por comenzar el proceso de redacción de la Constitución que reemplazará la que dejó Pinochet.
Sin embargo, todo esto y algunos hechos más, podrían ser ineficaces si nuestros países de América del Sur no logran consolidar un proyecto de Estado continental que nos dé la capacidad de enfrentar el enorme poder de la sociedad global de mercado, que incluso controla los medios de comunicación más poderosos.
El MERCOSUR, y la UNASUR (que menciono arriba) son herramientas válidas para la integración de los países sudamericanos, por eso, el Gobierno de Macri (como el de Chile) los abandonaron para concretar Tratados de Libre Comercio (TLCs) que no son aconsejables entre países con asimetrías de poder económico, porque los países pobres pierden siempre.
Tal como dice Ulises Naranjo:
“Las semillas con el primer sol del amanecer iniciarán su camino para convertirse en frutos. Nosotros debiéramos hacer lo mismo.”
HAGAMOS LO MISMO
Festejar y agradecer: hoy comienza el Año Nuevo en el Hemisferio Sur
El solsticio de invierno se inicia en la agonía de esta tarde, a las 18.43, cuando se inicia la noche más larga, de cara al amanecer de nuestro primer sol del año. Ahora, sí, momento de brindar en familia. Todo comienza con el inicio del ciclo de las estaciones: ¡Feliz año Nuevo!
ULISES NARANJO
SÁBADO, 20 DE JUNIO DE 2020 · 07:14
El invierno es ese momento del año en el que, paradójicamente, nos despojamos para limpiarnos. El invierno es más íntimo y más honesto: en invierno nos purificamos, nos limpiamos, nos liberamos y comenzamos a transitar el ciclo que habrá de durar, horas más o menos, 365 días. Las semillas lo saben y, por eso, lo sabían nuestros antiguos. La ocasión, a merced de una pandemia, es más que propicia para el retiro y el análisis. Hay silencio alrededor, deberíamos aprovecharlo.
Solsticio: los huarpes, por ejemplo, celebraban -y celebran los que quedan y aquellos que los respetan y se reconocen en parte en ellos- el Wetripantu, compartido con los mapuches y puelches. La fiesta se iniciaba la noche del solsticio de invierno, el momento del año en que, en el Hemisferio Sur, estamos más alejados del sol. Entonces, aquellos habitantes originarios de Mendoza y la región, al borde del río, el mismo que nos sigue dando vida, pasaban la noche y esperaban el primer sol, con semillas, con fuego y con historias, sabiduría oral trasmitida a los niños. Era una fiesta colectiva, familiar, y de pleno contacto con la naturaleza.
No es nueva. Se trata de una celebración ancestral y planetaria, de una reunión familiar para reconocerse, trasmitir valores y conocimientos y hasta para purificarse con baños de agua helada llegada desde la cordillera.
No es una fiesta exclusiva de nuestros pagos: lo mismo hacen en el Hemisferio Norte cuando les toca su solsticio invernal, a fines de diciembre. Sólo porque tienen el poder de construcción de lo real, ellos determinaron que entonces comienza el año del planeta, en consonancia con sus fiestas de la cosecha, sus “wetripantus”, que guardan otros nombres como la Fiesta de San Juan y sus hogueras en España y todo Europa (Fogueiras de São João, Jonsok, Sankthans, Midsommar, Juhannus, Midsummer), el mismo Inti Raymi incaico y hasta, bien atrás en el tiempo, las dionisíacas griegas -y las saturnales latinas- que dieron origen al arte tal como lo conocemos. Verán, entonces, lo importantes que son.
Tanto éxito tenían desde siempre las fiestas de la cosecha y el solsticio invernal, que la Iglesia Católica decidió imponer la Navidad -el cumpleaños de Jesús- para esos días de diciembre y colgarse así de la volada planetaria exigida desde el Norte.
Ahora, hoy mismo, es cuando nosotros debiéramos comer las garrapiñadas, turrones, mantecoles, maní con chocolate y otros productos fuertes en calorías que ponemos en la mesa imitando a los del Norte. Ahora, es cuando debiéramos enviar postales con nieve por todos lados y, en lugar de renos, algún guanaco, un cóndor, una liebre o una trucha.
No es una cuestión de personalidad. Es una cuestión de poder que asumimos sin mayores conflictos. Somos copiones, pero porque aceptamos, sin más, las formas del poder que nos son impuestas.
El Año Nuevo del Sur en Mendoza
Hace 18 años, un queridísimo e inolvidable amigo de muchos de nosotros, el músico Valdo Delgado, tomó la iniciativa para crear en la provincia el Año Nuevo del Sur, una celebración multiartística, con un fuerte mensaje de reconocimiento a nuestro lugar en el mundo.
– El Norte no está arriba y el Sur no está abajo, decía Valdo, charango mayor del exquisito grupo Miles de Años, o, tal vez, este escriba lo está inventando.
Así surgió una fiesta que logró reunir en escena, a lo largo de los años, a notables como : Liliana Bodoc. Luisa Calcumil, Máximo Arias, Gladys Ravalle, Mariú Carreras, Daniel Ciancio, Fausto Marañón, Osvaldo Chiavazza, Hernán Paz, Ulises Naranjo, Laura Morales, Natacha Gabrielli, María Godoy, Fabián “Tutuca” Castellani, Martín Montero, Gabriela Simón, Gabliela Psenda, Alejandro Rotta, Miles de Años, Chakana, Ensamble Eduardo Pinto, Trío: Öesch-Alcaraz-Patiño, Sandra Amaya, Analía Garcetti, Alejandra Bermejillo, Mariana Matta, Camino al Pachacuti, Markama, Huynamarka, Willi Fabre, Coco Best, Leo Martinez, Francisca Figueroa, Nahuel Jofre, Cristina Pérez, comparsas de candombe y sikuris de Mendoza entre otros.
El Año Nuevo del Sur tiene un núcleo duro de trabajo, herederos de aquella fogata que encendió Valdo Delado. Ellos son los talentosos artistas Sebastián Alcaráz, Eugenia Moreno, Quique Öesch, Raúl Rivero, Miguel Ángel Purpora y Carlos Canale. Año a año, invitan a distintos cultores y, en el Teatro Independencia, ofrecen una de las celebraciones más encantadoras que tiene Mendoza.
El solsticio y la pandemia
Imaginarán que, este año, no habrá teatro, pero sí celebración familiar. “El Año Nuevo del Sur marca una renovación en la relación de la Tierra con el sol. Es volver al punto donde el sol se encuentra lo más alejado de la tierra”, dicen los organizadores.
“El espectáculo, que ya va por su XVIII edición en Mendoza, es una invitación a vivenciar la comunicación con la naturaleza y armonizarnos con el lugar y el tiempo que nos tocan vivir. Preparar la tierra, sembrar, buscar las semillas apropiadas para cada región, nos da la pauta que el año recién está por comenzar. Es absurdo dar por comienzo cuando los frutos están en nuestras manos, como ocurre en diciembre”, completan.
Por eso, en plena pandemia del coronavirus Covid-19, este año se han limitado a difundir material audiovisual y a invitar a celebrarlo íntimamente, en los hogares, pero con el mismo espíritu de nuestros mayores: purificación, sabiduría, comunicación, propósitos y, por supuesto, agradecimiento.
Las semillas con el primer sol del amanecer iniciarán su camino para convertirse en frutos. Nosotros debiéramos hacer lo mismo.
Son muy impactantes los datos que recopila la nota de Bustelo, así que decidí elaborar una entrada con ella, a pesar de no compartir las descalificaciones que contiene.
No es que no crea que la clase política no tiene muchas deficiencias, aunque mi análisis de estas difiera con las que han buscado instalar los medios –la mayoría- que han colaborado en la instalación de los Gobiernos neoliberales, aquí, y en muchos lugares, sobre todo en América desde el Río Grande hacia abajo (lo que no es casual).
Ayer Cristina, en su discurso público –sus apariciones siempre ponen cosas patas arriba- dijo algo que comparto:
“En el mundo de la anti política, los políticos “son todos iguales”. Bueno no. No son todos iguales. No somos todos iguales.”
Más allá de todos los encendidos e indignados comentarios que puedan disparar estas palabras en una parte de nuestra clase media urbana, quiero destacar la ineficacia de ese concepto de igualdad. Si son todos iguales -malos, buenos o regulares-, eso no nos sirve para saber a qué atenernos y diferenciar a quienes nos gobiernan o podrían hacerlo. En realidad, solo le sirve al capitalismo neoliberal y sus seguidores y/o secuaces para que la gente desprecie a la política y a los/las políticos/as, y les deje el campo libre para que hagan lo que quieren, que siempre perjudica a la mayoría de la sociedad, sobre todo a los/las más vulnerables, como lo han realizado en Chile, Perú, Argentina (la lista no termina).
Hay que analizar la información, no comprar siempre en el mismo medio, porque, si no, somos presa fácil para los que quieren engañarnos. Ver qué hacen, qué no hacen, qué dicen, qué no, y tener memoria. Después, decidir en función de eso, que no sea lo mismo ser bueno o malo.
Con eso, la política va a ser mejor, seguramente.
También estoy de acuerdo con otro comentario de Cristina:
“Hay que dejar la vacuna y la pandemia afuera de la disputa política”.
Por más obvio que sea, es real, si vemos cómo se ha manejado la oposición respecto de la política del Gobierno con la pandemia: cuarentena, vacunas (antes la vacuna rusa no, que envenena, ahora, faltan vacunas), creo que sería bueno –pero difícil que pase- que se tomara conciencia de que, en un tema de salud pública tan grave como este, hace falta una actitud política más solidaria y patriótica en serio.
Tampoco comparto la descalificación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, una institución con una larga trayectoria de trabajo académico y de investigación de calidad. Incluso suena extraño y sesgado el comentario.
Escrito esto, como dicen ahora en los medios, vuelvo a resaltar la importancia de conocer estos datos tremendos. Aquí sí coincido con Bustelo, en la responsabilidad del peronismo y la UCR mendocinos, porque esta decadencia comenzó hace bastante, es más, diría que ambos espacios políticos le deben a Mendoza un buen Gobierno, que no le han sabido dar desde la vuelta a la democracia, más allá de los aciertos de cada uno de ellos (estaría bueno un estudio lo más objetivo posible sobre esta etapa).
Los datos hablan por sí solos: hoy Mendoza es la provincia más pobre de Cuyo. Quienes hemos vivido lo suficiente para ello, sabemos lo que fue antes: la provincia más importante del oeste argentino.
La conciencia de esta situación tiene que llevarnos a cambiar de actitud: hemos pasado de nuestro conservadurismo de siempre a acercarnos a un fascismo de derecha que vota en contra de todo lo que le suene a peronista (o populista, como le han metido en la cabeza que es el demonio hecho política), y no repare en votar cualquier medida, aunque lo perjudique, o a cualquier candidato, aunque no tenga trayectoria ni hechos que lo justifiquen.
SERÍA SALUDABLE PARA MENDOZA QUE CAMBIÁRAMOS ESTA MANERA DE ANALIZAR LA REALIDAD. LOS DATOS DE ESTA NOTA DEMUESTRAN QUE ESTAMOS MUY MAL ,Y VAMOS PEOR.
Siempre es bueno tener indicadores a mano para saber en qué hay que mejorar, sobre todo en materia social; algo que, por lo general, los legisladores (nacionales y provinciales), así como la mayoría de los funcionarios, intendentes y concejales, no tienen muy en cuenta o vergonzosamente los desconocen.
La deuda social, un concepto acuñado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina que depende de la Universidad Católica Argentina (UCA), sirve para explicar el déficit que tenemos como sociedad. Esa institución comenzó a trabajar en distintos indicadores sociales desde 2001 y avanzó en la definición teórica de deuda social. Tomamos su idea en esta nota para reflejar lo que sucede en nuestra provincia. Aquí tenemos a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, que no hace nada parecido: están en otra cosa. Al igual que los legisladores nacionales y provinciales, que están tuiteando, pero nunca van a escribir un tuit con alguno de estos datos, porque los desconocen. Y es sobre estos datos sobre lo que deberíamos estar discutiendo también, más allá de la pandemia. Mendoza viene con serios problemas desde hace varios años y en esto están los dos partidos mayoritarios de la provincia y sus respectivas gestiones involucradas, e incluyo también lo que han hecho o dejado de hacer los legisladores nacionales y provinciales. Ellos actúan como si su gestión no fuera evaluada por estos indicadores, pero sepan que son responsables también de lo que pasa en la provincia, con la realidad que tenemos.
El listado que publicamos en esta nota está realizado con datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económica dependiente del Ministerio de Economía y Energía de Mendoza y del Observatorio de la UCA.
Los datos también permiten definir políticas para atacar los problemas de los más necesitados y, además, saber si esas acciones han tenido algún resultado concreto, es decir si se mejoró o no el indicador que se eligió mejorar. Aquí van los números.
60,8% de pobreza infantil, según la medición de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec correspondiente al segundo semestre de 2020. Es un muy mal indicador, porque pone a Mendoza en el ránking de las 10 provincias con mayor cantidad de niños pobres y con un número que la catapulta al primer puesto en Cuyo. Esto implica que tiene un porcentaje de pobreza infantil de 5 puntos más altos que San Luis (55,1%) y casi 10 puntos arriba de San Juan (51,0%). En 2019, la pobreza infantil llegaba al 55,8% y había 127.396 niños en esa situación, así que se suma.
44% de pobreza en el Gran Mendoza, según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, correspondiente al segundo semestre del 2020. El porcentaje de 2019, también en el segundo semestre, era del 38,6%; del 30,7% en 2018, del 26,4% en 2017 y del 33,5% en 2016. Como vemos, la pobreza no deja de subir desde 2018. Hoy hay 451.644 personas pobres en Mendoza, 58.361 personas más que en 2019, cuando había 393.283 pobres. Y hay más de 200.000 personas más que en 2017, cuando el número llegaba a 248.905 personas.
En este indicador tampoco estamos bien con relación a las provincias de Cuyo. Según la medición de 2020, tenemos casi 4 puntos más que el Gran San Luis (40,6) y casi 10 puntos más que el Gran San Juan (34,8%). Y, además, estamos entre las cuatro provincias del país con más pobres.
42,4% de pobreza en toda la provincia de Mendoza, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), correspondiente a 2020. Para la repartición que depende del Ministerio de Economía y Energía, el porcentaje casi no subió a pesar de la pandemia, ya que en 2019 el número de pobreza era del 42,1%. En 2018, la pobreza era del 36,2%; en el 2017, del 27,1% y en 2016, del 35,3%, para toda la provincia según la DEIE.
36,7% es la pobreza multidimensional en Mendoza, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina sede Mendoza dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA), son 456.573 personas en la medición para 2020. Desde el Observatorio explican que la medición de la pobreza multidimensional surge de vincular las dimensiones de justo bienestar y derechos sociales, a través de una matriz que describe diferentes tipos y grados de privaciones y de desigualdad social. Así es como se definen cuatro categorías: los que no son pobres por ingresos, pero presentan carencias en dimensiones de derechos; los que tienen ingresos por debajo de la línea de pobreza y no presentan dimensiones con carencia en derechos sociales y económicos; los que no son pobres por ingresos, pero presentan una o más dimensiones de derechos vulnerados. La cuarta es la de la pobreza multidimensional, que en Mendoza llega al 36,7% de la población: son pobres por ingresos y presentan una o dos carencias de derechos.
12,4% es la pobreza estructural en Mendoza, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA, para la medición 2020. Esto representa a 154.264 personas y es otra de las categorías de pobreza que determina el Observatorio. Es el porcentaje de pobreza que se va consolidando y que cuesta bajar.
26,1%, con inseguridad alimentaria. Son 324.702 personas que pasan hambre y disminuyeron involuntariamente la cantidad de veces que comen en los últimos 12 meses, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. También tienen problemas para acceder a la salud y a medicamentos.
31,9%, no tienen ingresos por empleo registrado ni por jubilación o pensiones contributivas en Mendoza. Son los trabajadores informales o que realizan changas y llegan a unas 396.858 personas, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina sede Mendoza de la UCA.
13,3%, no asiste a instituciones educativas o tienen rezago educativo, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. En el hogar hay por lo menos un niño o adolescente de entre 4 y 17 años de edad que no asiste a la escuela, o algún adulto de 18 años sin secundario ni asistencia. Esto implica que unas 165.461 personas están alejadas de la educación y será mucho más difícil que puedan tener un empleo de calidad o lograr ingresos como para no caer en la pobreza o en la indigencia, ellos y su familia.
18% (223.932 personas) tienen problemas con su vivienda, ya sea porque es inadecuada en su tipo o materiales, o tiene déficit en el servicio sanitario o falta de espacio según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. Es decir que padecen hacinamiento (residen más de tres personas por cuarto) y habitan en casillas o ranchos. Los problemas de vivienda se agravaron durante la pandemia, además, porque también bajó el ritmo de construcción del Instituto Provincial de la Vivienda. En 2019 se terminaron 2.078 viviendas. que es el ritmo promedio en Mendoza, pero en 2020 cayó a 844.
Caraduras
Aquí están los datos que reflejan bastante lo que sucede con la realidad social de Mendoza. Veremos si empresarios, políticos, académicos y demás instituciones comienzan a realizar acciones concretas para solucionar una realidad que cada vez será peor. Es increíble, pero las personas que se ponen un comedor social o un merendero generalmente no tienen recursos, pero entienden que algo deben hacer para ayudar, y están haciendo más por la gente con necesidades urgentes que los legisladores nacionales y provinciales. Esto representa un desastre de la dirigencia política que tiene Mendoza: los muestra como son y en algún punto explica por qué la provincia está como está.
Una vez más, mi hija –cuánto estamos compartiendo por los libros- me prestó una novela: El lector de Julio Verne – Episodios de una guerra interminable, de Almudena Grandes (Madrid, 1960): Es una escritora famosa, con proyección internacional, premiada, con obras que han sido llevadas al cine.
Su lectura me ha dejado pensativo.
¿Por qué?
Porque con esta novela ha pasado algo no tan común en mí: me he sentido muy inmerso en la acción, y como es una narración de hechos duros, que sucedieron –de una manera u otra- en esa terrible etapa de la vida española, he sufrido con el dolor de ese pueblo, tan cercano a nosotros.
Nunca busco materiales de soporte antes de leer una novela, prefiero una lectura más ingenua, dentro de lo que me permite mi especialización en literatura, y, cuando comencé a buscar bibliografía, tuve alguna sorpresa, porque encontré bastante y buena información.
Por lo tanto, intentaré algo distinto: un análisis en el que lo literario sea, sobre todo, lo que esa lectura despertó en mí, desde mi vida e historia.
El lector de Julio Verne, publicada en 2012, es la segunda novela de la saga Episodios de una guerra interminable (me entró una duda: ¿saga o serie? Es un tema discutible, pero lo dejo ahí, no tiene mucha importancia, al final).
Son seis novelas independientes que narran periodos de la resistencia antifranquista entre 1939 y 1964; concretamente, el llamado Trienio de Terror –por la represión feroz del primer franquismo contra los vencidos en la guerra civil española- entre 1947 y 1949. Sin embargo, la historia llega hasta 1977 (cuarta parte).
Los personajes principales se mezclan e interactúan con figuras reales y escenarios históricos. Al final, el aprendizaje de Nino lo lleva de la lectura de las quince novelas de Julio Verne a los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Así lo cuenta en el final de la novela:
“Solo entonces entendí, entonces comprendí que estaba viviendo en otro libro, El diecinueve de marzo y el dos de mayo, aquella guerra sucia de civiles mal armados y mamelucos a caballo…”
El diecinueve de marzo y el dos de mayo es uno de los Episodios Nacionales, de 1873, y es un paso definitivo en el camino a la adultez de Nino, desarrollado en un ambiente lleno de miedo, sufrimiento, y del esfuerzo de unas familias por sobrevivir ante el terror impuesto por el franquismo.
El lector de Julio Verne es una novela de aprendizaje.
Este es un sub género muy antiguo, tanto que fue acuñado en 1819 como Bildungsroman, y se considera como su inicio a Los años de aprendizajede Wilhelm Meister (1795/1796) de Wolfgang Goethe.
El que realiza ese proceso es Nino, un niño bajito (canijo para la gente de Fuensanta de Martos (nombre real de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén de Andalucía, pero del que la autora dice “es una invención mía”)) e indeciso, que acaba convirtiéndose en alguien dispuesto a luchar por la vida que descubre como valiosa, distinta de la “mierda” en que vivían él y sus padres, como la describe más de una vez.
Nino es un personaje de ficción (inspirado en Cristino, un amigo de Almudena Grandes) del que no conocemos su futuro, al igual que él, porque parece predestinado a ser guardia civil como su padre, a pesar de su corta estatura.
Sin embargo, aparece la figura de Pepe el Portugués, un guerrillero clandestino de la Sierra Sur que se transforma en modelo para Nino que quiere ser como él, no guardia civil ni empleado administrativo, que era el trabajo alternativo que querían sus padres. A través de su amistad y de los libros (que siempre le atrajeron) descubre la verdad de los hechos de su patria, del mundo y de la vida.
El otro modelo que define su aprendizaje es doña Elena, una maestra retirada, que vive en un cortijo en el monte donde tiene una biblioteca pequeña y clandestina. Ella también apoya los guerrilleros que luchan contra la tiranía franquista, y se transforma en su mentora en su aprendizaje de vida. Fue la profesora que enseñó a Nino a escribir a máquina, pero al mismo tiempo le explicó cómo es la vida y la historia y cómo pensar de manera independiente.
La razón fundamental del impacto que causó en mí El lector de Julio Verne es que me sentí muy identificado con Nino y su historia. Mi viejo me enseñó a leer antes de entrar a la escuela primaria, y desde entonces el mundo de los libros fue un espacio central en mi vida. No solo libros, también revistas (Patoruzú (querido Blotta), Rico Tipo), historietas (bah, comics): Lindor Covas El Cimarrón, Flash y tantas otras. Como tuve algunos problemas de salud cuando niño, no podía salir a calle como mis amigos lasherinos, y leí, leí mucho. Leí a Verne, como Nino, pero no tanto, también Salgari (los bravos Tigres de Mompracem), Enid Blyton (Series Aventura y Misterio), Luisa May Alcott .
Larga sería la lista. Y creo que llegué a ser profesor y Licenciado en Literatura por los libros, más que nada, porque nunca tuve mayor interés por la docencia, sino que se dio por añadidura y fue muy bueno.
Estas y muchas otras fueron mis ventanas a vidas diferentes. Como Nino, los libros fueron parte de mi aprendizaje de la vida, y lo siguen siendo.
No solo fue Verne el que marcó el camino de Nino. Cuando la etapa de vida en la casa cuartel con sus padres y otros Guardias Civiles llega a su clímax, sumergido entre ese mundo que lo abrumaba (recordemos que de noche le llegaban los ruidos y gritos de los castigos a los prisioneros) y la vida en el monte con Pepe el Portugués, que era la libertad para él, y las clases con Doña Elena en las que entreveía otro mundo, aparecen los libros como el puente hacia su destino.
Nino fue obligado por Michelín (apodo del Teniente de la Guardia Civil que los comandaba) a llevar un mensaje a su padre y a otro guardia que estaban acechando a los maquis rebeldes que querían bajar del monte e irse de esa región. En ese camino en medio de la noche hacen eclosión todas las dudas existenciales de Nino, y la vía es otro libro, ahora de Robert Louis Stevenson, La isla del tesoro:
“Jim Hawkins rescató la Hispaniola sin la ayuda de nadie, me recordé a mí mismo cuando perdí de vista la casa cuartel. Él solo se subió al barco, se enfrentó con un par de marineros traidores, los venció, y pilotó la goleta hasta ponerla a salvo. Ya eran más de las once y en las calles de mi pueblo no había nadie, pero las tabernas estarían abiertas y por si acaso, las fui esquivando una por una. Eso hizo Jim Hawkins en una isla repleta de piratas violentos, asesinos armados hasta los dientes, y las farolas se apagaron de golpe, todas a la vez, antes de que dejara atrás las últimas casas. Y si él solo hizo todo eso, no se me había ocurrido coger una linterna pero había luna, ¿no voy a ser capaz yo de llegar al cruce?, y conocía tan bien aquel camino que podría haberlo hecho con los ojos vendados, ivenga ya, hombre … !
Pero en ese momento, antes de terminar de pensar que en el fondo había sido una suerte que doña Elena no tuviera más que quince novelas de Julio Veme y no sus Obras Completas, porque de lo contrario quizás no hubiera llegado a leer a Stevenson a tiempo, me di cuenta de que lo que estaba viviendo no pasaba en un libro, sino en la realidad, una noche de abril de 1949, España, Andalucía, la provincia de Jaén, un pueblo llamado Fuensanta de Martas, una sierra ocupada por la guerrilla y sus hombres en marcha, armados, dispersos, avanzando sigilosamente en grupos de dos, de tres, por una ruta que apenas ellos mismos conocían. Sólo entonces lo entendí, entonces comprendí que estaba viviendo en otro libro, El diecinueve de marzo y el dos de mayo, aquella guerra sucia de civiles mal armados y mamelucos a caballo, y eché a correr sin pensar en nada.”
No suelo poner citas tan largas, pero en ella está sintetizada toda la obra, ese es el aprendizaje de Nino. Su vida será distinta de ahora en adelante.
Almudena Grandes logra plantear esta “guerra interminable” de excelente manera: a través de un niño vemos toda la barbarie que instaló la dictadura franquista y a un pueblo que, además de la miseria y la intemperie, tuvo que sobrevivir heroicamente al miedo, a la tortura y a la permanente amenaza de muerte. Aunque aparenta apoyar a los republicanos derrotados, no hace una lectura ideológica de lo que vivió España, sino humana, reconociendo que los mismos instrumentos de la represión, los Guardias Civiles, son también víctimas de esa guerra porque son gente humilde de pueblo, que llegó en muchos casos a esa situación buscando un medio de vida en una España empobrecida o por temor a ser considerados “rojos”, o sea comunistas. Rescata el dolor de esas vidas que deben cumplir con su deber so pena de ser ellos mismos castigados. Es la situación del padre de Nino que, al final, debe tomar una decisión.
Hablando de su sueldo, dice:
“-Y por una puta mierda… ¿vamos a dejar dos viudas y siete huérfanos, ahora que lo único que quieren es marcharse?
…
Por mí que se vayan y que les vaya bien, que lleguen muy lejos y que no vuelvan.
-Y a ver si algún día podemos volver a vivir como personas.
-Todos
-Sí, ellos y nosotros.”
Eran guerrilleros que bajaban del monte para escapar a Francia y esta cita muestra, sin artificios, ni ideología, cómo vivieron los españoles esa dura etapa de su historia, esa “guerra interminable”.
Esta no es una figura literaria. Recordemos que recién el 24 de octubre de 2019 se pudo concretar la exhumación del cadáver de Francisco Franco del Valle de los Caídos y cambiarlo de lugar en medio de una fuerte polémica política y judicial.
La novela es un cuadro vivo, palpitante de la vida de España, y la he leído con gusto, aunque con dolor, por tanto sufrimiento.
Habría mucho más para comentar: las costumbres populares, como la de los apodos, (Comerrelojes, el Portugués, Cencerro, Cabezalarga, Mediamujer); la situación de la mujer; el paisaje (contraposición entre la Andalucía interior (la sierra sur de Jaén) / y la Andalucía costera); la amistad y el amor.
También merecería un buen análisis la estructura narrativa y los recursos que usa la escritora, que son tan ricos como el contenido y los personajes que intenté describir más arriba.
No es fácil comentar brevemente una obra tan rica como esta novela, leerla es como abrir una caja mágica de la que salen paisajes, personajes, música, ideas.
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