GRETA NO TENDRÍA QUE ESTAR AHÍ, PERO ESTÁ, LOS QUE ESTAMOS FALLANDO SOMOS LOS/LAS ADULTOS/AS
Sentí, más que pensé, que no podía dejar de decir algo en mi blog sobre la Cumbre de Acción por el Clima, y sobre Greta Thunberg en la ONU, donde dijo: “el cambio viene, les guste o no”.
No hay mucho que agregar a lo que esta adolescente le viene diciendo, no solo a la ONU, sino al mundo; sí destacar que, por cosas como éstas, mi esperanza en un mundo mejor radica fundamentalmente en los jóvenes y en las mujeres, que son los que están enfrentando a una sociedad que no ha sido avanzar hacia un mundo sustentable y sostenible.
La disrupción tecnológica y el colapso climático son las transformaciones que mayor riesgo traen al mundo, junto con las armas de destrucción masiva, y poco se ha hecho para encontrar una solución real a esos temas. Deberían ser centrales en la agenda política de todos los países del mundo, y no se ha pasado de discursos inútiles. De hecho, los EEUU no están presentes en la Cumbre.
Que el mundo colapse, que no haya comida ni agua, que no haya trabajo, no pueden ser temas secundarios.
LOS CHICOS/AS LO HAN ENTENDIDO, YA ES HORA DE QUE NOS PONGAMOS A SU ALTURA.
Greta Thunberg en la ONU: “el cambio viene, les guste o no”
Poco después de su intervención, Thunberg y otros 15 adolescentes de distintos países denunciaron ante el Comité para los Derechos de la Infancia del organismo internacional que Argentina y otros cuatro países (Alemania, Francia, Brasil y Turquía) no cumplen con las obligaciones contraídas por la Convención de los Derechos del Niño.
“Esto está todo mal. Yo no debería estar acá, debería estar en la escuela, al otro lado del océano. Pero ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, buscando esperanza. ¿Cómo se atreven? Ustedes se robaron mis sueños, mi infancia, con sus palabras vacías. Y aún así yo soy una de las afortunadas. Hay gente sufriendo, gente muriendo, ecosistemas completos están colapsando. Estamos al inicio de una extinción masiva. Y ustedes sólo pueden hablan de dinero, de cuentos de hadas y de eternas promesas de crecimiento económico. ¿Cómo se atreven?”, señaló la joven en un discurso tan breve como encendido.
“Por más de 30 años la ciencia ha sido clara. ¿Cómo se atreven a mirar para otro lado y venir acá a decir que están haciendo lo suficiente, cuando las políticas y soluciones necesarias todavía no están a la vista? Dicen que nos escuchan y entienden la urgencia, pero no importa cuán triste o enjoada esté, no quiero creer eso Porque si realmente comprenden la situación y aún así siguen fallando en actuar, entonces ustedes serían malvados, y me rehúso a creer eso”, recriminó.
“Nos están fallado, pero los jóvenes estamos empezando a enteder la traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, les digo, nunca los perdonaremos. No dejaremos que se salgan con la suya. Aquí, ahora, es donde marcamos el límite. El mundo está esperando. Y el cambio viene, les guste o no”, cerró.
Minutos antes, la moderadora del panel que Thunbreg compartió con otros jóvenes, como el argentino Bruno Rodríguez, había preguntado a la sueca cuál era su mensaje a los líderes mundiales. “Mi mensaje es que los estaremos vigilando”, dijo.
La actualidad de Argentina y el Mundo, Noticias vistas desde Mendoza por el Profesor Adolfo Ariza. Realidad, Información y Medios de Prensa en notas con una mirada local y abierta.
Profesor y Licenciado en Literatura. Coordinador Área de Vinculación – Secretaría Desarrollo Institucional – UNCuyo entre 2008 y 2014 (Desarrollo Emprendedor). Responsable de Kusca Gestión Colaborativa para Empresas.
Ingresé la UNCuyo en 1959 y terminé de trabajar en ella el 14 de
agosto del 2014, cuando finalizó la gestión del Ing. Somoza.
CINCUENTA Y CINCO AÑOS
Fui Bachiller Universitario por el Colegio Universitario Central y
Profesor y Licenciado en Literatura por la Facultad de Filosofía y Letras.
Trabajé como Profesor Secundario, Universitario y Coordinador del Área
de Vinculación.
Por todo esto, este octogésimo aniversario es un hecho mayor para mí, y
las noticias que voy a citar abajo, me llenan de orgullo, pero voy a aprovechar
el tema para mencionar algunas situaciones que deberían mejorarse.
En el Artículo 1 (Fines) del Estatuto Universitario de la UNCuyo se
establece que:
“Es una institución que, en el ejercicio integrado de la docencia, la
investigación, la vinculación y la
extensión, articulando saberes y disciplinas, se involucra con la sociedad en
el logro del bien común, en la construcción de ciudadanía y en el desarrollo
socialmente justo, ambientalmente sostenible y territorialmente equilibrado del
pueblo argentino, en un contexto de integración regional latinoamericana y
caribeña, en el marco de los procesos de internacionalización de la educación
superior.”
Allí se incorpora la Vinculación como la cuarta Función Sustantiva
universitaria, lo cual es una actualización que la puso en el primer nivel
institucional entre sus pares.
La Vinculación como propósito es el encuentro con otros sectores, en
relación de pares sociales, con el propósito de mutuo enriquecimiento.
La
riqueza y actualidad de esta función es muy grande, y nuestro proyecto quiso
desarrollarla en toda su plenitud. A partir de la asunción del Ing. Pizzi, esta
visión se redujo y simplificó, tanto que hoy, Vinculación y Extensión son parte
de una misma Secretaría, aunque la diferencia entre las Funciones supone
perfiles de conducción y organización muy distintos.
Esto fue un retroceso institucional que futuras gestiones deberían
reparar.
Dentro de
esa propuesta de Vinculación, se desarrolló un proyecto de Parque Tecnológico,
que fue creado por Ordenanza 69 del Consejo Superior en el 2013, la que ordenó
en su Artículo 1:
Crear el PARQUE BIOTECNOLÓGICO Y ENERGÍAS RENOVABLES DE LA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO (PBTER – UNCUYO),
para el desarrollo de un espacio
de acumulación de conocimientos interdisciplinarios que potencie el incremento de emprendimientos en relación con lo biotecnológico y las energías
renovables.
El PBTER
fue incluido en el proyecto Mendoza Tecnológica II que el Gobierno de la Provincia de Mendoza propuso al Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) para obtener los fondos necesarios para su
financiamiento (2013-2014). Este crédito fue aprobado y desembolsado (también
estaba incluido el túnel hacia el Dique Potrerillos, ya ejecutado).
El monto
solicitado para el Parque era de U$D 2.000.000 para construir el primer módulo,
y el lugar elegido fue inmejorable: frente a la Facultad de Ciencias Agrarias
en Luján, y muy cerca del INTA (Estación Experimental Agropecuaria Mendoza) y
del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), además de otras
ventajas.
Sin
embargo, todavía no se ha licitado la construcción del PBTER, a pesar de que la
gestión de Cornejo, que recibió el dinero, está por terminar.
Desconozco
si la responsabilidad de esta irregularidad es del Gobierno de Mendoza o del de
la UNCuyo, aunque como el primero es el solicitante y quien debe pagar el
préstamo, se la adjudico al Gobierno; sin embargo, no comprendo como la actual
gestión de la UNCuyo no ha reclamado que se ejecute la obra. Fui parte del
equipo –por parte de la UNCuyo- que elaboró la propuesta e hicimos un arduo e
importante trabajo para que Mendoza tuviera un Parque Tecnológico de estas
características, central, por lo
innovador y actual de su temática.
Así como los de abajo son logros muy importantes, los que acabo de
mencionar son falencias, que la UNCuyo debería corregir, porque tienen que ver
con que Mendoza tenga mejores oportunidades de empleo de calidad y de
beneficios para su sociedad.
Paridad en la UNCuyo: otro hito en la ampliación
de derechos
Movimientos feministas hacen posible que
una universidad nacional pueda darse el debate sobre la desigualdad de género.
Por Claudia Alejandrina García – Decana
Facultad Ciencias Políticas y Sociales. UNCuyo
Este año la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) ha cumplido 80 años
y hace dos semanas y media, la Asamblea Universitaria, máximo órgano de la
institución, aprobó la paridad de género en cargos electivos.
La casa de altos estudios entendió que ha predominado históricamente
una relación desigual entre los géneros respecto a la adscripción de
determinados roles sociales y ocupación de los lugares de poder y de toma de
decisiones.
Ha sido, sin duda, un hecho histórico de envergadura para la comunidad
universitaria porque avanza en la igualdad real de oportunidades entre varones
y mujeres para el acceso a cargos electivos.
Pero también este acontecimiento es un hecho político y cultural,
porque esta reforma estatutaria implica, por un lado, la expresión de un
consenso político amplio entre las distintas fuerzas políticas y entre todos
los claustros universitarios; y por otro, es el reflejo de los cambios sociales
y culturales que vienen sucediendo en la región y en nuestro país
particularmente.
Cada avance institucional que implique reconocimientos de derechos y/o
ampliación de derechos, es siempre el resultado de un devenir histórico de
luchas y de organización de los movimientos sociales, que son quienes en
realidad fuerzan las estructuras conservadoras o anacrónicas y presionan sobre
los sistemas educativos, sobre las prácticas y las lógicas de funcionamiento de
las instituciones para que éstas se actualicen y sean también propulsoras de
transformaciones sociales.
En este caso, las organizaciones de mujeres y los movimientos
feministas son las que hacen posible que una universidad nacional pueda darse
el debate sobre la inequidad y la desigualdad de género al interior de sus
claustros.
…
La universidad no es una isla. No podemos pensarla por fuera del
contexto que la produce como tampoco podemos pensarlas por fuera de las
condiciones sociales de producción de conocimiento.
Quiero decir con esto, que las universidades nacionales tienen la
responsabilidad social y el compromiso ético de hacer lugar a los debates
sociales, políticos y culturales que atraviesan el campo social.
Que la Universidad tiene la obligación de generar políticas integrales
que garanticen el cumplimiento de los derechos humanos reconocidos.
Que la Universidad debe ser caja de resonancia de los cambios
sociales, pero también debe ser un actor social que participe activamente en la
disputa de sentido y producción de ese cambio social y cultural, generando
conocimiento y dispositivos pedagógicos para la construcción y formación de
sujetos protagonistas de su propia y colectiva historia.
Investigación de punta: la Universidad y el
conocimiento científico
Es a partir de la reforma de 1918, y de la creación de universidades
“reformistas”, como la del Litoral, o nuestra Universidad Nacional de Cuyo,
cuando las universidades argentinas se reorientan de manera directa a realizar
docencia, investigación científica, y también transferencia a la
comunidad. Este nuevo enfoque cambió de
una vez y para siempre el papel social de las universidades del país, y fue el
ámbito donde la investigación científica arraigó en nuestro sistema
universitario público.
Un poco de historia local
En nuestro medio, y apenas concluida la Segunda Guerra Mundial, la
Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) comenzó a realizar investigaciones en
temas de avanzada. Como ejemplo, ya en 1948 funcionaba en la zona de la Laguna
del Diamante un observatorio de rayos cósmicos, donde se hicieron las primeras
investigaciones a nivel nacional en Física de altas energías, un honroso
antecesor del actual proyecto “Pierre Auger”, en Malargüe. También para la
misma época la UNCuyo ponía en marcha la primera mina de uranio en
Latinoamérica (se llamaba Papagayos, y estaba situada muy cerca del actual campus
universitario).
Si tenemos en cuenta la época, estamos hablando de una universidad con
menos de diez años de existencia, realizando investigación científica de punta
a nivel mundial.
Esto fue posible gracias a la visión preclara de académicos y rectores
que vieron a la universidad como el lugar apropiado para generar ciencia.
La transferencia de estos conocimientos científicos fue también
prioridad en la UNCuyo, y como ejemplo vale señalar que la experiencia
adquirida en prospección y extracción de uranio, fue transferida a la Comisión
Nacional de Energía Atómica, creada en 1950, dando nacimiento a su Gerencia de
Exploración (actualmente ubicada en un predio cercano a la plaza de Godoy
Cruz).
La afinidad temática, y la vocación por la ciencia, llevó luego a la
creación en 1955 del Instituto de Física (hoy Instituto Balseiro), en San
Carlos de Bariloche, donde se exige que los profesores sean investigadores
activos, y donde los estudiantes participan necesariamente de proyectos de
investigación durante su formación.
Qué es
investigar
A veces la gente imagina la investigación científica como un acto
inspirado, creativo, naturalmente espontáneo. La verdad es que está muy lejos
de eso, la investigación es planificada con detalle, con objetivos claros,
tareas definidas, métodos aprobados, con recursos previstos en el lugar y en el
tiempo (tanto físicos como humanos) y con resultados esperados. Los
investigadores deben preparar muy buenas propuestas para poder conseguir (en
ámbitos concursables) los fondos necesarios para llevarlas adelante.
En la UNCuyo se financian más de 600 proyectos por año, y de hecho más
de la mitad de nuestros docentes son también investigadores. Y muy importante,
un docente que investiga, ¡es mucho mejor docente!
Los campos de investigación exceden a los tradicionales de ciencias
naturales y exactas, y hoy tenemos una gran comunidad científica en temas
sociales, culturales, legales, artísticos, comerciales, y muchos en campos
trans- y multi-disciplinarios.
…
Todo esto es posible en nuestra UNCuyo, que transita sus primeros 80
años con un significativo aporte al bienestar de toda la comunidad a partir de
sus investigaciones científicas. Sin descuidar la formación disciplinar, está
continuamente generando y transfiriendo nuevos conocimientos y saberes.
Ya he utilizado algún material de José Natanson, Director de
Le Monde Diplomatique para el Cono Sur, porque suele ser muy sólido y objetivo.
Así es esta Editorial que comparto: describe la dureza de la
situación que deberá afrontar Alberto Fernández si fuera elegido Presidente,
como puede serlo, hasta en primera vuelta, comparándolo con la etapa del 2001
de Néstor Kirchner. Además, traza líneas de acción desde el menemismo en adelante.
Es cierto que no es un panorama tranquilizador, como tampoco
lo es el presente argentino, por cierto, pero hay elementos que permiten la
esperanza, aunque debamos aprestarnos a una dura tarea. Esta esperanza es más
cualitativa que otra cosa, pero, en realidad, las gestas de los pueblos tienen
más que ver con lo espiritual que con lo material.
Si recordamos el Cruce de los Andes como buenos mendocinos
sanmartinianos, tendremos un buen ejemplo de lo que escribo. Claro, me dirán que
al frente estaba San Martín nada menos, pero es justamente su espíritu el que
debemos revivir en nosotros y nosotras.
Conozco a muchos/as argentinos/as, patriotas y guapos/as,
capaces y experimentados/as, que se arremangarán para afrontar este desafío –me
incluyo- y comenzar el repechaje que nos lleve a la Patria exitosa y feliz que
merecemos.
TENEMOS UNA OPORTUNIDAD QUE PARECÍA
POCO PROBABLE, NO LA DESAPROVECHEMOS.
Revival nestorista
Por José Natanson
EDICIÓN SEPTIEMBRE 2019 | N°243EDITORIAL
“Quizás no lo recuerdes, pero junto a Néstor Kirchner ayudé
a sacar el país de la crisis”. La primera frase del primer spot de campaña de
Alberto Fernández contenía ya el núcleo de su propuesta política: recrear el
nestorismo como salida al drama generado por el gobierno de Mauricio Macri, es
decir reconstruir el exitoso experimento que comenzó en 2003 y se extendió
hasta el conflicto del campo de 2008, y que fue básicamente tres cosas: un
programa económico heterodoxo, una amplia coalición política y un plus
simbólico. No debe ser casual que varios de los protagonistas de la actualidad
–Alberto, pero también Roberto Lavagna, Guillermo Nielsen y Martín Redrado–
remitan al 2003. La pregunta es si el revival es posible y, en ese caso, cómo.
Veamos.
Restricciones
Lo primero que hay que destacar es el contexto económico,
que dieciséis años más tarde es muy diferente del 2003. Néstor heredó un país
en terapia intensiva pero situado en el inicio de un proceso de recuperación
cuyos pilares, el tipo de cambio alto y las retenciones, ya habían comenzado a
construirse. Parte del trabajo sucio, según la desdichada metáfora policíaca a
que suelen recurrir los economistas, había sido completado: acorralado por el
mercado, el gobierno de Eduardo Duhalde había aceptado el fin de la
convertibilidad, dispuesto una devaluación, pesificado los depósitos y las
deudas y congelado las tarifas de los servicios públicos (1). Por otro lado, la
llegada del kirchnerismo al poder coincidió con el inicio del súper ciclo de
los commodities, que experimentaron una trayectoria ascendente que coincidió
casi matemáticamente con la consolidación política del nuevo gobierno: la soja
tocó el máximo de 600 dólares en 2008 y luego comenzó un descenso que, salvo
alguna suba puntual, se mantuvo, hasta llegar a unos 300 dólares en la
actualidad.
Alberto recibirá una macroeconomía al borde del colapso pero
que no viene de un cambio de régimen, de una ruptura masiva de contratos
equivalente a la del 2001. Esto, que en una primera mirada superficial podría
facilitarle las cosas, más bien se las complica, porque reduce su margen de
maniobra, que cuando Néstor asumió era casi absoluto. La cuestión de la deuda
ilustra esta idea: el default declarado por Adolfo Rodríguez Saá puso a
Argentina en una situación de excepción que, si por un lado cerró cualquier
chance de conseguir financiamiento internacional, por otro le permitió destinar
la totalidad de los dólares generados por las buenas cosechas de aquellos años
a las necesidades internas. En otras palabras: el default fue un drama de largo
plazo pero que, en el corto plazo, hasta la renegociación de marzo de 2005, abrió
una “ventana de dólares” que permitió volcar todos los excedentes de divisas a
financiar el incipiente crecimiento.
En contraste, Alberto recibirá un país con compromisos
pendientes que comenzarán a vencer la semana misma en la que asuma el poder.
Las chances de evitar una caída aun mayor dependerán de un respaldo popular lo
suficientemente contundente como para negociar desde una posición de fuerza con
el FMI, que a cambio de extender los plazos exigirá una serie de reformas. Si,
como todo indica, el Frente de Todos consigue una amplia legitimidad, el nuevo
gobierno podrá apelar a la amenaza del oso: el FMI depende tanto de Argentina
como Argentina del FMI, ya que nuestro país concentra la mitad de los préstamos
(2).
Otra diferencia importante es la gigantesca red de
protección que se mantiene en pie. Aprovechando la estructura de la ANSES, ese
“gran pagador” de la política modernizado durante el menemismo y transformado
en eficiente herramienta de contención social durante el kirchnerismo, el
gobierno de Cambiemos mantuvo la Asignación Universal por Hijo y las
jubilaciones universales, que perdieron capacidad adquisitiva pero no
desaparecieron del todo. Al mismo tiempo, incrementó la cantidad de planes
sociales focalizados –los viejos Argentina Trabaja y Ellas Hacen– hasta
llevarlos a 500 mil (3): la estructuración de la asistencia social focalizada
en cooperativas tras la crisis del 2001 permitió transformar en células
identificables y cuantificables lo que antes era una masa difícil de gestionar,
es decir que ayudó a gestionar el caos del territorio, y es una de las
explicaciones más convincentes de la notable tranquilidad social con la que se
está tramitando la transición pos macrista.
Exterior
Sin embargo, quizás la diferencia más significativa entre 2003
y 2019, y de la que menos se habla, sea el contexto internacional. Kirchner
llegó al gobierno en un momento de distracción relativa de Estados Unidos
respecto de América Latina: la caída del Muro de Berlín había cancelado el
riesgo de un alineamiento comunista alla
cubana y los atentados del 11 de Septiembre habían desplazado su atención hacia
Medio Oriente, lo que creó una cierta distensión geopolítica en su patio
trasero que permitió la llegada al poder de una serie de dirigentes y fuerzas
que en el pasado hubieran sido bloqueadas por vía de la desestabilización o el
golpe de Estado. En este marco, el primer kirchnerismo coincidió con –y
contribuyó a fortalecer– el giro a la izquierda, una ola regional impulsada por
los precios de las materias primas que fue construyendo un “parecido de
familia” entre diferentes gobiernos. Aunque los resultados en términos de
integración regional y productiva no fueron los esperados, la sintonía política
resultó clave para ciertas medidas: por caso, la decisión de Kirchner de pagar
la deuda y desengancharse del FMI fue anunciada tres días después de la de Lula
(y ocho meses antes de la de Tabaré Vázquez).
El menemismo también sintonizó con un momento de la región y
del mundo, en aquel caso marcado por la globalización y el Consenso de
Washington, al igual que Perón y su industrialización de posguerra. Y en este
sentido, si el peronismo es menos un partido que la astucia para amoldarse a un
cierto momento histórico, el arte de interpretar un tiempo, el gobierno de
Alberto Fernández asumirá en un panorama todavía difícil de descifrar, marcado
por el reflujo proteccionista de Estados Unidos, el ascenso de los
nacionalismos en Europa y una región en la que viejos amigos como Evo Morales
conviven con la imprevisibilidad de Jair Bolsonaro y la mochila de plomo del
chavismo venezolano.
La disputa cada vez más abierta entre Estados Unidos y
China, que, bajo la superficie de una guerra comercial esconde una batalla
tecnológica, política y militar, es el fondo sobre el que se recortan estos
movimientos. Y quizás también una oportunidad: con discreción y destreza, una
cancillería astuta podría aprovechar esta creciente bipolaridad para sacar el
máximo partido de ambas potencias, por ejemplo el apoyo de Estados Unidos en
los organismos internacionales y las inversiones de China en infraestructura,
que es más o menos el flirt de política exterior que vienen ensayando otros
países latinoamericanos insospechados de populismo, como Perú o Chile, y lo que
podría haber hecho Macri si no hubiera sido tan dogmático en su concepción del
mundo.
Confederación
peronista
Por los motivos señalados, un panorama complejo espera al
probable gobierno de Alberto, cuyo éxito económico dependerá también de su
capacidad para construir una coalición amplia y estable que articule las
diferentes instancias de lo que Julio Burdman llama el “Estado peronista” (4):
los gobernadores, esos mini-gobernadores sin recursos que son los intendentes
del conurbano, los sindicatos, las heterogéneas mayorías parlamentarias y el
movimiento político-cultural kirchnerista. Por personalidad, experiencia y
porque su candidatura es el resultado de un fenómeno eminentemente partidario,
Alberto podría convertirse en el jefe de esta confederación, un facilitador y
coordinador capaz de ser un poco Néstor, pero también un poco Duhalde.
Pero antes deberá atravesar la transición. El extravagante
panorama que dejaron las primarias de agosto –un presidente prácticamente
electo que aún no fue votado y otro que es formalmente el presidente, pero carece
de poder– define los contornos de un escenario frágil, que se tambalea con una
nueva disparada del dólar y un desplome de las acciones y los bonos.
Las medidas anunciadas por Hernán Lacunza al cierre de esta
edición buscan contener el precio del dólar y evitar una espiralización de la
crisis que arrastre al sistema financiero y termine en un nuevo default
desordenado de la deuda. Para ello, el ministro convocó a los referentes
opositores y anunció el envío de un proyecto de ley al Congreso Nacional que le
dé cierta solidez al paquete.
Pero Alberto es institucionalmente apenas un candidato más.
Su propuesta es renegociar los compromisos con el Fondo, tarea que no podrá
encarar hasta tanto no sea elegido formalmente presidente. Resulta difícil, por
otro lado, explicitar un programa económico en este momento, cuando no se sabe
cuánto va a costar el dólar, si la inflación va a superar el 50 por ciento, si
el Banco Central conservará un nivel razonable de reservas y si los bancos
sufrirán una corrida.
El casi seguro próximo presidente camina por una cornisa
finita. Para no caerse requerirá acuerdos sólidos, una política económica capaz
de encarar muchos problemas de manera simultánea y un extraordinario sentido
del equilibrio. γ
El 10 de septiembre mi esposa trajo a mi casa el ejemplar
del día del Diario Jornada, una publicación de distribución gratuita de
Mendoza. Como nota de opinión encontré lo que comparto abajo. Lo hago no por la
novedad del tema, ni por su actualidad, ya que hace referencia al golpe militar
que recordamos el 6 de septiembre, sino porque agrega aspectos no tan
habituales en los análisis de este hecho histórico
El primero es el título: LA PRIMERA
DICTADURA
No es lo mismo hablar de un golpe militar que de una
dictadura que inició un largo y triste ciclo de intervenciones militares en el
gobierno de los argentinos que retrasaron y perjudicaron el ejercicio de la
democracia en nuestro país. Es un clásico en los anti populistas, como los que
proliferan en el macrismo, decir que el Peronismo es el culpable de todos los
males de nuestro país. No es mi objetivo discutir esta afirmación, sesgada e
inexacta, sino destacar que no es tan común leer análisis que comprueben,
describan y objetiven el nefasto papel que han tenido estas dictaduras
militares en lo político, en lo social y en lo económico.
Una vez comencé a hacer un listado de esos golpes militares
para publicarlo en mi blog, pero después descarté la idea porque hubiera sido
muy cansadora su lectura. De todos modos, si se pone el tema en Google, vamos a
encontrar esa información que evidencia el impacto negativo de esos Gobiernos
cívico militares.
Solo voy a destacar cómo nos influyó el más reciente de esos
golpes
Rodolfo Walsh, en los despachos -copiados a mimeógrafo- de
la Agencia Clandestina de Noticas (ANCLA) en noviembre de 1976, decía:
“Desde abril, Martínez de Hoz liberó los precios,
congeló los salarios, derogó la legislación laboral sancionada a lo largo de
medio siglo de luchas obreras, anunció la desnacionalización de todas las
empresas estatales que no guardaran directa vinculación con la defensa, preparó
una ley de radicación de capitales que coloca a los inversores extranjeros en
las mismas condiciones que los argentinos y suprime las trabas para la remesa
de utilidades, eliminó el derecho de huelga que puede ser castigado con prisión
de 10 años, anuló las preferencias impositivas y crediticias para las pequeñas
y medianas empresas nacionales, despejó de gravámenes la importación de bienes
que se producen en la Argentina, viajó a Estados Unidos, Europa y Japón en
procura de créditos para responder a los vencimientos inmediatos de la
apremiante deuda externa de 12.000 millones de dólares, firmó un acuerdo de
stand by con el FMI, inició un plan de despidos de agentes estatales que creará
casi un millón de nuevos desocupados sobre una población laboral activa de poco
más de seis millones, elevó en cinco años la edad necesaria para jubilarse y
redujo los haberes que se pagan a los ancianos retirados del trabajo. De este
modo precipitó un agudísimo cuadro recesivo, en el que la industria trabaja a
menos del 50% de su capacidad y los asalariados ven reducidos sus ingresos
reales a la mitad de lo que valían en 1960. Un millón de argentinos no tienen
empleos y la inflación sigue superando holgadamente a la que cualquier otro
país del mundo con un índice mayor del 500% anual”.
Claro que hay Gobiernos democráticos que también han tenido
políticas semejantes, como el de Menem y Macri, y aquí aparece un segundo
factor clave –que destaca la nota referida- en estos Gobiernos de facto: son
cívico militares.
En los primeros golpes, como el que estamos tratando, la
presencia de civiles fue explícita y ostensible. Después se tornó menos
visible, casi detrás del trono, pero en más de un caso han sido y son- los
verdaderos instigadores: el poder detrás del poder. Es más, son los principales
beneficiarios de sus políticas económicas.
Así comenzaron las dictaduras. Hoy en democracia se han
modificado las estrategias: pasaron las épocas de la Escuela de las Américas y
del Plan Cóndor, pero ahora se usan los golpes blandos y el law fare. Sin
embargo, estos militares pro yanquis, como Bolsonaro, son descendientes de
aquellos que derrocaron Gobiernos democráticos.
Entonces, leamos la nota, pensemos y
no olvidemos, así podemos terminar con este modelo cíclico, y construir una
opción mejor, en conjunto con la mayoría de los argentinos, en un consenso que
necesitamos.
LA PRIMERA DICTADURA
Se cumplieron 89 años de la primera dictadura militar. Fue
cuando el 6 de setiembre de 1930, el movimiento cívico-militar liderado por el
general José Félix Uriburu derrocó al presidente constitucional Hipólito Yrigoyen,
quien fue recluido en la Isla Martín García. Dio comienzo así lo que se llamó
“la Década Infame” de la historia argentina, y también, a conocerse
lo que sería el terrorismo de Estado.
Los golpistas no consideraron el delicado estado de salud
del presidente: Yrigoyen fue arrestado y luego de pasar varios días en un buque
de la Armada, lo trasladaron a la isla Martín García. No fue respetada su
voluntad de exiliarse en Montevideo o quedarse en su casa de la calle Brasil.
El general Uriburu se hizo cargo del gobierno, y pronto
apareció dentro del sector militar un segundo frente liderado por el general
Agustín P. Justo, que proclamó su adhesión a la Constitución de 1853 y buscó
una salida electoral “protegida”, respetuosa de las formas legales pero
fraudulenta en su gestión.
El año 30, se sabe, fue la primera gran ruptura histórica e
historiográfica de la Argentina del siglo XX.
Debemos recordar que la “Década Infame” se produjo
en el mundo de entre-guerras, marcado por las disputas frente a la hegemonía
mundial imperialista, la gran depresión del 29 y un importante ascenso
revolucionario de la clase obrera. La quiebra de la bolsa de Nueva York en 1929
repercutió directamente en nuestras tierras con la caída de los precios de
materias primas en el mercado internacional.
Los 30 abrirán así una crisis política en Argentina, entre
los sectores de clase dominante, por cómo responder a las nuevas necesidades
económicas para mantener las ganancias y por las relaciones que debían
sostenerse con las distintas fracciones del capital extranjero: Estados Unidos
y Gran Bretaña.
El primer golpe y la implantación de una dictadura militar
resumen esta confluencia de derrumbes y emergencias que fraguaron los
derroteros y extravíos de décadas siguientes. Allí nace la secuencia de inestabilidad
político-institucional, el papel tutelar de las Fuerzas Armadas y la confusión
entre liberalismo, nacionalismo y autoritarismo que marcará el pulso del país
hasta 1983.
La actitud de los vencedores no tenía precedentes en la
etapa constitucional argentina: saquearon e incendiaron casas particulares,
comités del radicalismo, confiterías céntricas de Buenos Aires, y diarios como
“La Época” y “La Calle”. Implantarían el terrorismo de Estado
para mantener el control, que serviría de modelo a otros que los continuarían:
Ramírez, Lonardi, Rojas, Onganía, Lanusse, Videla, Massera, Viola, Galtieri.
Con el derrocamiento de Yrigoyen, se iniciaba una
experiencia traumática, en la que el gobierno ya no representaría al pueblo de
la Nación sino a sí mismo y a las fuerzas que lo habían consagrado. Se
ingresaba en la ley de la selva de la que la Argentina no habría de salir sino
medio siglo después, a raíz de una guerra perdida y del desprestigio militar
por desaparecidos y niños secuestrados a padres asesinados.
“El síndrome
de «hubris» (SH) es un trastorno psiquiátrico adquirido que afecta a personas
que ejercen el poder en cualquiera de sus formas. Se ha descrito en multitud de
campos, desde la política a las finanzas. La relación médico-paciente también
es una relación de poder. La falta de humildad y empatía en su ejercicio puede
hacer que cualidades como la confianza y seguridad en uno mismo se transformen
en soberbia, arrogancia y prepotencia.” (https://www.neurologia.com/articulo/2018355)
Si quiero
traducir hýbris (en griego antiguo ὕβρις)) la mejor palabra es desmesura. Generalmente
la hybris es el tópico de toda la tragedia griega. El héroe sobrepasa las
capacidades humanas y desarrolla unos sentimientos o unas aspiraciones
desmedidas en su actuación. La tragedia clásica contrapone a la hybris, la
sophrosynê (σωφροσύνη), esto es, la moderación que respeta los límites que se
imponen al hombre.
Hago esta
introducción –en parte, seguramente, porque soy Profesor de Griego, y vi este
tema cuando alumno-, pero, sobre todo, porque aparece mucho en política.
Llevado al extremo, es una “paranoia” del poder.
De hecho,
Nelson Castro lo aplicó a los dos últimos Presidentes argentinos: Cristina
Fernández de Kirchner y Mauricio Macri. A pesar de ser un excelente periodista,
no parece, como muchos/as de sus colegas, una garantía de análisis objetivo.
Creo, sin dudas, que la hubris es un
riesgo latente en cualquier actividad humana que nos ponga cerca del éxito, de
la riqueza o del poder.
Está claro
que puede manifestarse en jugadores famosos de fútbol u otro deporte popular o
en artistas encaramados en millones de seguidores en Instagram, o, claramente,
en la política.
Es que la
política, además, nos pone cerca, de la manera que sea, del poder, la riqueza y
del éxito. Estaremos rodeados de gente que nos alabará, aunque seamos unos
pavos, nos seguirá obsequiosamente, y tratará de sacar tajada personal de la relación.
No es fácil mantener el equilibrio en política, pero es necesario, más aun,
imprescindible.
No voy a
opinar sobre si los Presidentes que mencioné padecieron este síndrome, porque
creo que haría falta una formación técnica de la que carezco.
A pesar de lo desagradable de la sensación que deja saber en
qué manos está el imperio más poderoso de la historia de la humanidad, y los
riesgos que nos genera a todos/as los/las que habitamos este planeta, es
conveniente conocer la realidad, y comprenderla acabadamente.
Eso siempre mejorará la posibilidad
de tomar mejores decisiones y de no vivir en un mundo irreal.
Empeorará – Por Rosa Montero
La hybris es un estado de soberbia tan absoluto que te deja
sordo y ciego.
Hay un ensayo que me encanta y sobre el que ya he escrito
alguna vez: En el poder y en la enfermedad (Siruela, 2010), del neurólogo
británico David Owen, más conocido como político, porque fue dos veces
ministro, de Sanidad y de Exteriores, con los laboristas. Su libro,
documentadísimo y deliciosamente escrito, trata de la enfermedad en los
políticos.
De cómo la ocultan, sobre todo. Y entre otras cosas dice
que, según un estudio de 2006, el 29% de todos los presidentes de Estados
Unidos sufrieron dolencias psíquicas mientras ejercían el cargo, y que el 49%
presentaron rasgos que indicaban trastorno mental en algún momento de sus
vidas. Unas cifras aterradoras por lo elevadas, sobre todo si tenemos en cuenta
que, según la OMS, la prevalencia de la población general estaría en torno al
22%.
Leí el libro de Owen cuando fue publicado en España, hace
casi 10 años, pero al releerlo ahora sus palabras me han parecido
espeluznantemente actuales. Sí, claro, sé que me entienden: estoy hablando del
inaudito Donald Trump. Aunque, bien mirado, creo que el trastorno psíquico es
una realidad demasiado seria y no justificaría lo que este señor es.
Yo diría más bien que debe de tener una de esas
personalidades que no son consideradas enfermedad mental en los tribunales, un
carácter psicopático, narcisista y ególatra.
En su formidable libro, Owen desarrolla una teoría propia
sobre la borrachera de poder en la que caen demasiados políticos. Él bautiza
esta enfermedad con el nombre griego de hybris. Esquilo decía que los dioses
envidiaban el éxito de los humanos y que, para vengarse, enviaban la maldición
de la hybris a quien estuviera en lo más alto, volviéndole loco. La hybris,
pues, es un estado de soberbia tan absoluto que te deja sordo y ciego,
haciéndote perder todo sentido de la realidad. A los poderosos les es sumamente
fácil caer en esta dolencia: lo sabían bien los romanos, que por eso tenían al
esclavo que iba susurrando el famoso “recuerda que eres mortal” al oído de los
generales victoriosos. Ahora bien: si incluso Julio César podía perder la
cabeza con el poder, imaginen lo que la hybris puede hacer con un tipo
exhibicionista y mercurial como Trump.
Aunque no hace falta imaginarlo: lo estamos viendo. Ya saben
que, por cuestiones de impresión, este artículo se escribe 15 días antes de su
publicación. Tal como están las cosas, no descarto que en estas dos semanas el
señor Trump haya lanzado al mundo otras dos o tres peligrosas bravuconadas.
Está muy subido, muy crecido, hybrido total, que diría el sabio Owen. Porque
además no creo que haya nadie en su entorno que aventure una crítica. Vamos,
para mí Donald Trump tiene toda la pinta de mandar a la horca a quien le
contradiga. Y esto es lo que los psicólogos llaman “pensamiento de grupo”
(también viene en el libro), un fenómeno habitual en los poderosos, y que
consiste en la creación de un pequeño grupo cerrado que se jalea a sí mismo
apasionadamente, demoniza las opiniones ajenas y niega cualquier dato objetivo
que contradiga sus creencias. Como es evidente, unir la hybris y el calentón
del pensamiento de grupo trae consecuencias catastróficas.
Sí, Trump está muy crecido. Tiene la desfachatez de querer
comprar Groenlandia, porque el deshielo del calentamiento climático ha hecho
que su riqueza en tierras raras sea más fácilmente explotable (junto con su
epígono Bolsonaro, parece dispuesto a expoliar la Tierra, a saquearla), y
cuando los daneses le dicen que no está en venta, anula su viaje presidencial a
ese país con alucinante pataleta, un gesto zafio y feroz semejante al empellón
que el matón de la escuela da a un niño en el patio. Acto seguido, ordena a los
empresarios norteamericanos que se vayan de China, cosa que me ha dejado
turulata: pero ¿no era Donald Trump el adalid del liberalismo? ¿No se oponía
con todas sus fuerzas a que el poder público y los políticos se inmiscuyeran en
la sacrosanta libertad de mercado? La hybris parece estar haciendo tales
estragos en él que incluso actúa como un tirano contra sus propias ideas. Yo
diría que tiene grandes planes megalomaniacos y una cabeza demasiado pequeña
para albergarlos. Me temo que esto sólo puede empeorar.
Por lo tanto, me pareció muy
importante subir otra entrada con la nota que menciono porque todo lo que ayude
a estimular y enriquecer la voluntad de un acuerdo entre los argentinos es una
obligación de Patria hoy. Por lo demás, incorpora la visión del Papa Francisco,
necesaria referencia hoy para la construcción de un mundo mejor.
Desde las recientes PASO, los argentinos nos encontramos
ante una coyuntura histórica que puede significar un volver a una realidad
política trillada y perversa o encontrar, finalmente, una luz para salir del
túnel del fracaso y de la creciente desesperanza.
Y no me refiero a que un determinado candidato o partido sea
favorecido en las elecciones de octubre sino a la enorme posibilidad y
responsabilidad que los ciudadanos tenemos -y tuvimos desde el año 1983,
siempre dejada descartada- de “ponernos de acuerdo” sobre qué Nación y qué
futuro queremos para nuestra querida y tan maltratada patria.
Providencial
oportunidad
Siento que estamos ante la gran oportunidad de
replantearnos, desde las raíces y de frente a los continuos fracasos institucionales
y colectivos, qué representa -en los hechos- ser ciudadanos y vivir en
democracia, y qué papel juega la política (las/los políticos) para lograr que
democracia y ciudadanía sean realidades tangibles y no palabras vacías que,
desde hace muchos años, nos están llevando a vivir de mal en peor.
Básicamente, me refiero a la verdad de lo que se dice y a la
forma en que, de hecho, lo dicho se realiza o se traiciona.
Y me refiero, igualmente, a lo que todos quieren oír y
creer, alimentando las “falsas verdades”. Se trata de cuestiones sociales y
éticas, de la defensa de la justicia y de la vida, que no pueden separarse y
que conciernen a todos, no sólo a uno u otro partido o exponente político.
Porque, digámoslo, lo
que hoy “domina” es el principio económico y tecnológico que inevitablemente
empuja hacia un individualismo despótico, despojando de todo sentido a la vida
de cada persona y de la sociedad en su conjunto.
Desde hace más de treinta años, algunos ciudadanos venimos
bregando para que, entre los distintos partidos políticos, se establezcan
“concordancias y consensos básicos” a fin de que la “Nación”, que todos
conformamos, se desarrolle cada vez mejor y sus logros perduren en el tiempo;
más allá del color político de quienes, en una etapa, asumen la tarea de
preservar y de ayudar a caminar a la Nación.
Son las “políticas de Estado” que sobrepasan abundantemente
las responsabilidades del partido gobernante en un determinado período. Sobre
todo, cuando ese partido gobernante intenta realizar su cometido como si antes
de él nada hubiese existido, o peor, intentando demostrar que lo que se hizo,
se hizo mal. Y, entonces, se vuelve a la postura individualista y dogmática del
“yo tengo la verdad”. Postura largamente extendida entre las/los argentinos,
lamentablemente.
Políticas de Estado
La Constitución, que nos “constituye como
Nación”, debe ser cumplida a rajatabla. Hoy, muchos de sus enunciados son
palabras muertas o son incumplidos a sabiendas.
La División de Poderes. Se habla y se cacarea
mucho sobre esto. Pero poco se observa. Creo que, en la Argentina, así como
algunos se enorgullecen de “la avivada criolla”, del mismo modo, muchos
políticos practican el “como si”, conscientes de la trampa cívica que
significan los favores mutuos entre los Tres Poderes.
La Justicia Social. Teniendo como base lo que
cada persona aporta a la comunidad y lo que cada persona recibe de ella. “No
hay democracia con hambre, ni desarrollo con pobreza, ni justicia en la
inequidad”. “La economía de los papeles, la democracia de discursos y la
multimedia concentrada, generan una burbuja que condiciona todas las miradas y
opciones desde el amanecer hasta la puesta del sol”. “Este proceder, además de
poner en serio riesgo la democracia de los países, generalmente es utilizado para
minar los procesos políticos emergentes y propender a la violación sistemática
de los Derechos sociales”. “La defensa o priorización de los Derechos sociales
sobre otros tipos de intereses, llevará (a los jueces) a enfrentarse no sólo
con un sistema injusto sino también con un poderoso sistema comunicacional del
poder, que distorsionará, frecuentemente, el alcance de sus decisiones”. (Papa
Francisco)
La Educación en valores y en criterios para
actuar. En otras ocasiones he hecho mención a la diferencia que existe entre
“educar e instruir”. No abundaré sobre esto. De lo que se trata es de
testimoniar con el ejemplo de cada uno/a las conductas que propenden al respeto
y cuidado mutuo, al reconocimiento de legítimos derechos y al cumplimiento de
las responsabilidades individuales y sociales. “No hagas a otros lo que no
deseas que te hagan”. (Jesús) Advirtiendo que estamos siendo “colonizados
culturalmente” por las economías de los países que dominan el planeta y que
promueven una “invasión de costumbres” en los países emergentes. En la base, de
un “distinto” paradigma social se encuentra “la cultura del encuentro”.
Política y Movimientos populares. “El antídoto
al populismo y a la política-espectáculo está en el protagonismo de los
ciudadanos organizados” “Los pobres no son solamente los destinatarios
preferidos de la acción de la Iglesia, los privilegiados de su misión, sino que
también son ‘sujetos activos’. Ellos anhelan la felicidad del “vivir bien” y no
el ideal egoísta de la “buena vida” La “globalización de la indiferencia” ha
generado un “nuevo ídolo”: el del miedo y la seguridad. “En este estado de
parálisis y desorientación, la participación política de los Movimientos
Populares puede vencer a la política de los ‘falsos profetas’, que explotan el
miedo y la desesperación y que predican un bienestar egoísta y una seguridad
ilusoria”. (Papa Francisco)
Las tres “T”. Tierra, Techo y Trabajo, son derechos
inalienables y fundamentales que representan los prerequisitos indispensables
de una democracia no solo formal sino real, en la cual todas las personas,
independientemente de su ingreso o de su posición en la escala social, son
“protagonistas activos y responsables”, “actores del propio destino”.
Sin participación, la democracia se atrofia, llega a ser una
formalidad porque deja al pueblo fuera de la construcción de su propio
destino.
“Estoy convencido, desde hace tiempo, que en el mundo
postindustrial no hay futuro para una sociedad en la que solamente existe el
“dar para tener” o el “dar por deber”. Se trata “de crear una nueva vía de
salida” a la sofocante alternativa entre las tesis neoliberales y las
neoestatales”. (Papa Francisco).
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