El Diario Los Andes publica hoy, una entrevista titulada así:
Federico Finchelstein: “Trump y Bolsonaro se parecen más al fascismo que Perón”
Después de leer la entrevista, no encuentro mayor justificación para el título usado, salvo la intención de poner el nombre de Perón junto con el fascismo para descalificar al General. De paso, ponen a Trump y Bolsonaro, como un toque de color.
Sería mucho más lógico algo así como “Evolución de los populismos y el fascismo” o “Como llega el fascismo a la actualidad”, pero es permanente la intención del Diario de agregar ladrillos a la construcción de la Matrix macrista, que he nombrado varias veces, sin ninguna pretensión de objetividad periodística.
Dice parte dela nota:
“Para Federico Finchelstein, si algo tienen en común los populismos, de izquierda o de derecha, es que “juegan al límite de las reglas”. El autor de Del fascismo al populismo en la historia es un estudioso de la génesis de esta tendencia política, en ascenso con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil.”
Historiador argentino y radicado en Nueva York, Finchelstein sostiene que “el fascismo no es el populismo, pero para los historiadores es claro que ambos comparten afinidades importantes con respecto al pueblo, la nación, los líderes y sus enemigos”.
El populismo está genética e históricamente ligado al fascismo. Se podría sostener que es su heredero: un posfascismo para tiempos democráticos, que combina un compromiso limitado con la democracia y que presenta impulsos autoritarios y antidemocráticos”, escribe el autor de Los alemanes, el Holocausto y la culpa colectiva, Fascismo trasatlántico y El mito del fascismo: de Freud a Borges, entre otros libros.”
Este es el planteo del autor, y está hablando en gran manera de Europa. Sin embargo, más adelante, hace una referencia a Latinoamérica, y ahí aparecen Perón y Getulio Vargas.
“Después de la derrota de los fascistas en la Segunda Guerra Mundial, los populistas, muchos de los cuales habían sido fascistas como nuestro general Perón, deciden que la dictadura no es algo que ellos quieren y deciden que en este nuevo mundo que se abre a partir de la derrota de los fascistas, la dictadura no va a tener la legitimidad que tuvo antes. Entonces lo que hace Perón es destruir esa dictadura desde adentro, llamar a elecciones y construir una democracia, que tiene una genealogía autoritaria, pero que es una democracia al fin. En cambio, en los casos de Mussolini o Hitler, el fascismo lo que hace es llegar al gobierno por medios democráticos y destruir la democracia desde adentro. Perón hace el movimiento inverso, igual que Vargas en Brasil.”
Acá entramos en tema complejo: el tema del fascismo de Perón. Como analizar esto no es el objetivo de esta entrada, ya que es un tema muy meneado, y que tampoco no me aporta mucho en el análisis de la actualidad, me voy a concentrar en otra cosa. Otra pregunta al autor me lo permite. “–¿Por qué el populismo se vuelve opción política?” Fíjense que habla del populismo en general, del mismo que descalifican permanentemente el macrismo, el Gobernador de Mendoza, y otros, locales y extranjeros.
Responde Finchelstein:
“–Pensemos que surge como reformulación e incluso como rechazo del fascismo. ¿Qué lo define? La violencia política, la represión estatal, la persecución, el encarcelamiento, la eliminación y el racismo. En ese marco, los primeros populismos reniegan de los fascistas. Perón los llama “pianta votos”. Y más allá de sus gustos personales, Perón deja atrás esa característica esencial que es el racismo. Para él no son políticas legítimas violencia y racismo.”
Acá tocamos una de las razones porque no entré en el tema de fascismo de Perón: fuera lo que fuera, no es eso lo que define el valor de Perón como creador y líder de la doctrina peronista.
Más allá del valor de los aportes del historiador, se equivoca en la caracterización de Perón como un populista que mejoró su fascismo; si no, ¿cómo explicaría que un 9 de abril de 1949, en la clausura del Primer Congreso Nacional de Filosofía en Mendoza, el presidente Juan Domingo Perón presentara por primera vez el concepto de “Comunidad organizada”, que cerró así:
“Nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a ser conocimiento, buscar ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo, presente indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. La náusea está desterrada de este mundo, que podrá parecer ideal, pero que es en nosotros un convencimiento de cosa realizable. Esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre con la noble convicción de Spinoza: «Sentimos, experimentamos, que somos eternos.»”
La experiencia latinoamericanista que Perón impulsó es un faro que todavía brilla en propuestas como la del MERCOSUR y UNASUR, desvirtuadas por esta nueva onda neoliberal, que piensa más en Tratados de Libre Comercio que en proyectos continentales como los que necesita Latinoamérica. ¿Cómo explicar esto en una mirada que analiza solo el fascismo de Perón?
Solo un comentario más: Perón volvió en 1973 en lo que algunos llaman el “Tercer Gobierno Peronista”. El 23 de septiembre de ese año, fue elegido con el 61, 85% de los votos. Fue el Perón que dijo “Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”. ¿Suena a fascismo esto?
Otra pregunta “–¿Y los populismos de Trump y Bolsonaro?
–Trump y Bolsonaro se parecen más al fascismo que Perón o Vargas. Basta ver su racismo, su discriminación, el ataque a las minorías… Para un Bolsonaro es “el” tema de la política. Trump llama violadores y criminales a los mejicanos. Perón lo hubiera entendido como un problema, y ellos lo entienden como una forma de hacer política. Creo que los nuevos populismos tienen elementos que los acercan al fascismo que los anteriores populistas no tenían. Por eso es un momento muy raro. El populismo se acerca más al fascismo, pero hay elecciones y reglas democráticas.”
Este es un aporte que hay tener en cuenta (el subrayado es mío), porque se relaciona con lo que nos aporta Béliz en mi entrada anterior: (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2018/11/17/la-democracia-entre-las-redes-y-los-laberintos/), desde las conclusiones obtenidas en un mirador de la percepción de los latinoamericanos. Como dice el autor es un momento raro, pero hay que comprenderlo, aceptarlo (¿qué otra opción queda?), y desarrollar las estrategias acordes y convenientes.
Finalmente, una pregunta más:
“–¿El populismo es el que mejor interpreta las necesidades del pueblo?
–En términos futbolísticos, es el que sabe cómo ganar los partidos al límite de las reglas y jugando de forma bastante sucia. Crisis de representación política significa que los votantes no se identifican con sus representantes y creen que éstos gobiernan para sus propios intereses. Piensan “los políticos son todos millonarios y son dueños de los medios y esa no es mi condición”. La pregunta es cómo hacen aquellos que se presentan como la nueva política para convencer a votantes cuyos intereses son distintos. Es donde encuentra su lugar el discurso de la antipolítica. “Voten por mí que yo no soy político”.”
Esto es interesante, porque este análisis excede a los populismos: lo han tenido en cuenta la mayoría de las propuestas electorales más o menos contemporáneas, no solo Bolsonaro, sino también el macrismo, con su estrategia de desprestigiar a la política y a los políticos, resaltando al populismo, claramente al peronismo, con expresiones como que estamos cambiando el país destrozado en los últimos setenta años.
Esta valoración positiva de Perón y el peronismo no tiene intención histórica, sino mostrar que Argentina tiene muchos elementos positivos, que hay conocer, darle su valor y recuperar todo lo que permita vivir en un país como queremos los argentinos.
Voy a recuperar las llamadas tres banderas doctrinales del Justicialismo: “la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, para lograr los objetivos permanentes del Movimiento: la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación”.
Creo que ya son banderas de todos los argentinos que queremos vivir en un país equitativo, justo y próspero, y deberíamos exigírselas a todos/as los/las candidatos/as que aspiren a ser Gobierno en el 2019, cualquiera sea su pertenencia política.
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