En las elecciones del domingo 12 de septiembre me pasó algo inusual: el resultado me sorprendió. En la previa no había mucha información firme: pocas encuestas, variables que uno no sabía cómo se definirían, por ejemplo, el modo en que votarían los vacunados, el hecho de que las PASO son elecciones de medio término con particularidades difíciles de anticipar en estas circunstancias inéditas, pero desde el sábado comenzaron a filtrarse de datos de fuentes confiables que auguraban alrededor de cuatro puntos de ventaja para el FdT, lo que fue confirmándose en la tarde del domingo.
Por eso, cuando Wado de Pedro anunció que estaban los resultados del 60% de las mesas, y vi la ventaja de JxC –que nunca se modificó- quedé sorprendido.
Hace un rato encontré esta nota en Página 12:
PASO 2021: los encuestadores y las razones de la caída del voto peronista
“En la previa de las PASO hubo muy pocas encuestas: las fuerzas políticas se reservaron el dinero para las elecciones de noviembre. Aun así, todos los sondeos de Provincia de Buenos Aires daban arriba al Frente de Todos (FdT) por cuatro o cinco puntos. El propio domingo hubo dos encuestas en boca de urna.
La del oficialismo la hizo el CEOP, que encabeza Roberto Bacman: adelantaba siete puntos a favor de Victoria Tolosa Paz-Daniel Gollan. La de Juntos por el Cambio (JxC) no tiene autor conocido. Pero a las 18, desde las oficinas de Horacio Rodríguez Larreta enviaron el pronóstico final: 38,6 por ciento para el FdT y 34,7 para la sumatoria de las dos listas de JxC. La fuerza amarilla no quiso revelar quién hizo la encuesta, pero le asignaba el triunfo por cuatro puntos al peronismo.
Bacman –en diálogo con Página/12– sostuvo que “evidentemente hay un fenómeno profundo que las encuestas no sirvieron para detectar. No hubo error en el voto de JxC: pronosticamos 36 y fue 38, seguramente porque Facundo Manes consiguió dos puntos más de lo que analizamos. También fuimos precisos en el bajo voto de Florencio Randazzo y José Luis Espert, además de los cinco puntos de la izquierda. El gran problema fue el voto del peronismo. Es evidente que hubo una masa de votantes del FDT que no fue a votar. Y no lo hizo por bronca, por descontento, porque no recibió ninguna de las asistencias que hubo frente a la covid, porque perdió su trabajo o changa y, en el tercer cordón, la lluvia de diez días seguidos, también jugó un papel en el ausentismo o en el voto en blanco de ese voto que siempre fue para el peronismo.
Parece obvio que no hubo dolo –manipulación– en los diagnósticos porque el encuestador de Juntos no tendría razón para perjudicar a la misma fuerza que lo contrató. Es decir que la cuestión es más de fondo: las encuestas están con graves problemas –no es de ahora– para percibir lo que sucede en determinados escenarios políticos y cuando hay situaciones de bastante paridad.
Los que realizan los sondeos presenciales se encuentran con accesos difíciles en barrios de clase media y también en los más humildes. Las telefónicas tienen problemas ante la paulatina desaparición de los fijos, sobre todo en hogares de bajos recursos; en los celulares, la gente es reacia a contestar y el uso de muestras de las redes recién está en sus comienzos.
Los consultores, en general, afirman que tienen factores de corrección para cada uno de los métodos. En las bocas de urna –hechas a la salida de los colegios– el gran problema es interpretar a los que se niegan a contestar.
Entre los encuestadores hay unanimidad en que el problema mayor fue la detección de la caída del voto peronista. Lo que sacó JxC se parece a lo obtenido a nivel nacional en 2017 y 2019: cerca del 40 por ciento nacional.”
Que JxC no saque más del 40% histórico, cuando llevás dos años terribles de Gobierno, es un dato importante; es más, diría que, arrojando una mirada histórica a lo que vivió Argentina (como el mundo), podría haber sido peor.
Por supuesto, JxC lo venderá como un enorme triunfo y el preanuncio de la derrota del FdT en noviembre y en el 2023, como marcan los manuales, pero tenemos que tratar de ver lo mejor posible la realidad en que vivimos.
En la misma nota se mencionan varios comentarios de algunos consultores sobre lo que pasó:
“Mucho votante del FdT está enojado porque se frustró la expectativa de cambio en la economía. Influyó la pandemia, pero están decepcionados” (Bacman).
El núcleo duro se mantuvo firme y comprendió la pandemia. Pero hay un núcleo más volátil, que votó sucesivamente a Sergio Massa, Francisco De Narváez o Florencio Randazzo que esta vez no fue a votar” (Facundo Nejamkis).
Las consecuencias de la pandemia fueron notorias, entre ellas la no-presencialidad escolar. Fue muy difícil de manejar para las familias. Buena parte de los alumnos apenas se manejaban con un celular y las maestras tuvieron dificultades. Es distinto a las posibilidades en los países desarrollados. Desorganizó muchísimo” (Nejamkis).
Si se perdió en La Pampa y en todas las provincias limítrofes, Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, significa que hay un tema económico más general y, además, una cuestión con la política hacia el campo. Se prometió encender la economía y no se pudo por la pandemia y también por falencias en la ejecución. Se prometió unir a los argentinos y no se pudo avanzar: hubo momentos con Horacio Rodríguez Larreta, pero se terminó frustrando” (Hugo Haime).
Es muy difícil con el asado a mil pesos. Eso es parte de la demanda económica insatisfecha. Desde ya que la pandemia repercute negativamente, pero hubo desaciertos en la conducción” (Analía Del Franco)”
También se pueden mencionar factores más difíciles de dimensionar, como la fiesta de Olivos, pero son negativos y suman en contra del Gobierno.
Me parece importante el hecho de que en el FdT no había que dirimir candidaturas, y en JxC, sí, lo que le dio más interés a la participación y a la emisión del voto. En la nota lo plantean así:
“También hay otros dos factores más estructurales señalados por los encuestadores. Las competencias en Juntos por el Cambio, entre Diego Santilli y Facundo Manes; María Eugenia Vidal y Ricardo López Murphy; Luis Juez y Mario Negri y varias otras competencias en distintos distritos, potenciaron a la alianza. Hicieron más atractivo el voto: “Hubo mucha oferta”, definieron.
Del otro lado, se afirma que muchos intendentes del peronismo exhibieron cierta pasividad: “Estamos mirando”, argumentaron. No se jugaban demasiado en las PASO, sí se jugarán la integración de los consejos deliberantes en noviembre.”
De todas esas opiniones, la de Bacman me parece un análisis correcto:
“El gran problema fue el voto del peronismo. Es evidente que hubo una masa de votantes del FDT que no fue a votar. Y no lo hizo por bronca, por descontento, porque no recibió ninguna de las asistencias que hubo frente a la covid, porque perdió su trabajo o changa y, en el tercer cordón, la lluvia de diez días seguidos, también jugó un papel en el ausentismo o en el voto en blanco de ese voto que siempre fue para el peronismo”.
Otro tema que habría que analizar es por qué el éxito de la vacunación no movió más la balanza para el lado del Gobierno. Está claro que la gente valora mucho la vacuna anti covid, pero en la elección no lo tuvo como determinante.
Es real que no es fácil entusiasmar para votar en las PASO de término medio, y si, como en Mendoza hay decepción y desánimo por la conducción del peronismo local, todavía peor. No le peleamos nunca nada al cornejismo, que tiene muchísimo por lo que dar cuentas, como la gestión de salud y educación, o la deuda en dólares que tomó para la Provincia, y nos conformamos con ser la segunda fuerza local, y con que algunos dirigentes tuvieran los cargos entrables.
ESO NO ES LO TENÍA QUE HACER EL PERONISMO, Y LOS/LAS COMPAÑEROS/AS LO SENTÍAN ASÍ.
Pienso que es imposible negar que hubo un voto bronca en las elecciones, pero, si en Mendoza el FdT perdió en dos municipios y Cambiemos en tres, hay que tener cuidado con las generalizaciones excesivas.
Acabo de escuchar que el dólar blue bajó tres pesos, que en el Mercado subieron las acciones y los bonos, y bajó el Riesgo País. Algún análisis plantea que ya están celebrando que el Gobierno perderá las elecciones de noviembre. Tal vez sea así, pero lo que sí creo es que están apostando a que el Gobierno tenga que cerrar un acuerdo con el FMI aceptando sus condiciones, como, por ejemplo, eliminar la indemnización por despido, que es lo que viene empujando el macrismo (Larreta y Manes). Esto es lo que no hay que hacer, porque es lo que haría el macrismo, y no llegamos al Gobierno para eso.
No hay que volverse loco/a. Hoy he leído a aparentes compañeros abundar sobre lo que no hizo el Gobierno y lo que debe hacer. Aparte de que ahora cualquiera habla, una cosa es tomar las medidas que necesitan los sectores más vulnerables de la sociedad (la clase media también, como los jubilados), y otra plantear estrategias inviables.
Por ejemplo, necesitamos un sistema legal y financiero que permita que la gente pueda tener un lugar para vivir y trabajar (no falta tierra en Argentina), pero otra cosa sería proponer una Reforma agraria que les permita a los sectores conservadores (desde el macrismo hacia la derecha) levantar banderas contra el Gobierno calificándolo de comunista, además seguramente tendría muchísimas trabas legales que la harían imposible.
Por lo tanto, además de las medidas de corto plazo que mejoren la situación de los sectores más vulnerables, hay que profundizar las que hagan a Argentina un país más justo y equitativo.
“Están en juego dos modelos de país”: fue la arenga final de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el cierre de campaña del FdT. Es verdad, y es lo que los/las argentinos/as deben comprender que se juega en las elecciones, en todas las que vienen.
Los que apoyan al modelo que destruyó a país con el macrismo, no son mucho más que el 40% que mencioné antes; así que tenemos trabajar, en dos direcciones: una, que seamos el Gobierno que prometimos y que nuestra condición de peronistas nos exige; otra, en que quede claro que el modelo que propugnamos es mejor, y apunta a la felicidad del pueblo.
Hace un rato hablé con un precandidato triunfador del FdT para Guaymallén y coincidimos que había que poner todo lo que haga falta para las elecciones de noviembre, y después, recuperar un peronismo que le ofrezca a los/las mendocinos/as una propuesta que nos saque de la decadencia en que hemos caído porque nuestros Gobiernos –tal vez desde el retorno a la democracia- no han desarrollado proyectos políticos que hayan diversificado la economía, que nos hayan permitido tener una red vial idónea, que hayan desarrollado un plan para no estar permanentemente en crisis hídrica.
ASÍ QUE DEJEMOS DE HACER POLÍTICA EN LAS REDES, SAQUEMOS EL “BASTÓN DE MARISCAL” QUE DEBERÍAMOS TENER EN NUESTRAS MOCHILAS, SAQUEMOS PECHO Y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
Estaba apagando la computadora, y vi de pasada el título de abajo en Página 12, sin dudar lo ubiqué porque tiene que ver con un tema que he tocado más de una vez: el poder de las corporaciones y el modo en que están llevando a la humanidad al abismo.
“El economista griego y ex ministro de Finanzas de Grecia Yanis Varoufakis publicó “El tecnofeudalismo se está apoderando” (mejor, tomando el control), en Project Syndicate, texto que permite profundizar el análisis acerca de lo que está pasando en la economía con la expansión de las corporaciones.
Es un interesante aporte para eludir análisis rústicos que circulan y para escapar de las vulgaridades de la secta de economistas ortodoxos. Varoufakis afirma que “así como el capitalismo desplazó al feudalismo de forma gradual, subrepticia, hasta que un día la mayor parte de las relaciones humanas se basaron en el mercado y el feudalismo fue barrido, el capitalismo actual está siendo derrocado por un nuevo modo económico: el tecnofeudalismo”.”
Se refiere a un proceso que ha hecho que los gigantes tecnológicos tengan tanto dinero en efectivo que puedan hacer prácticamente lo que quieran sin que les importen los sistemas tradicionales de control del sistema capitalista, como los Bancos Centrales.
Así lo explican:
“El estudio del FMI describe que las empresas con mayor poder de mercado responden menos a las acciones de la política monetaria debido a que contabilizan ganancias abultadas.
Esas utilidades, que se incrementaron pese a la tragedia de la pandemia o, para ser precisos, las aumentaron gracias a la pandemia, hacen que esas empresas sean menos sensibles a los cambios en las condiciones de acceso al financiamiento por decisiones de las bancas centrales.
Esos economistas fondomonetaristas ponen por ejemplo que, en marzo de 2021, Apple tenía más de 200.000 millones de dólares en efectivo y en inversiones en acciones y bonos, mientras que Alphabet (Google) tenía más de 150.000 millones de dólares.”
Podemos comprobar esta expansión de las plataformas digitales sin llegar a esos ejemplos enormes, miremos la proliferación y competencia de las plataformas –en gran medida transnacionales- a nuestro alrededor en diversos rubros: transporte de pasajeros, deliveries, inversiones, educación, comercio.
Está claro que han contribuido en la concentración del poder corporativo en detrimento de empresas pequeñas, o emprendedores personales, como son los taxistas frete a Uber y a Cabify, por ejemplo.
Piensen que, en cierto momento, no se podía ni ubicar en Buenos Aires al responsable de Uber que representaba a una plataforma internacional sin problemas en invertir a pérdida el tiempo que haga falta hasta que sus competidores se fundan y desaparezcan y quedar dueños del mercado.
También colaboran en la precarización del trabajo. Pensemos en los que hacen delivery: los llaman emprendedores, pero tienen que poner su vehículo, ni tienen cobertura social y laboral.
No es loco rescatar el término feudalismo: hay un retroceso de las condiciones, no solo laborales, sino de vida. Esto se acentuó con la pandemia, pero no para todos:
“La pandemia dejó al descubierto la actual fase histórica del capitalismo concentrado cuando, por primera vez, una extraordinaria crisis económica-financiera global no afectó en forma negativa el negocio bursátil.
Por el contrario, el índice promedio de las principales bolsas mundiales está en niveles record, mientras las economías se derrumbaron y están tratando de recuperar lo perdido, la desocupación se ha disparado y el drama sanitario y social ha sido fulminante.”
Los ricos se hicieron más ricos. Oxfam Internacional dice: “La recesión ya ha acabado para los más ricos. Desde el inicio de la pandemia, la fortuna de los 10 hombres más ricos del mundo ha aumentado en medio billón de dólares, una cifra que financiaría con creces una vacuna universal para la COVID-19 y que garantizaría que nadie cayese en la pobreza como resultado de la pandemia. Al mismo tiempo, la pandemia ha desencadenado la peor crisis laboral en más de 90 años, y cientos de millones de personas se encuentran subempleadas o sin trabajo.” (https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/los-mega-ricos-han-recuperado-las-perdidas-ocasionadas-por-la-pandemia-en-un-tiempo)
Ahora bien, hay un hecho importante para analizar: a pesar del esfuerzo de las propagandas en contra del Estado que han desarrollado los neoliberales en Argentina (y en toda América Latina) estigmatizando los populismos (con poca seriedad y respaldo académico), el Estado ha salido fortalecido en la visión de la sociedad.
Hasta The Economist lo plantea (“Después de la enfermedad. El largo adiós a la covid-19): “… durante la pandemia, los gobiernos han sido el principal canal de información, los que establecieron las reglas, fueron la fuente principal de dinero en efectivo y, finalmente, se han convertido en los proveedores exclusivos de vacunas.
Calcula que los Estados de los países ricos pagaron 90 centavos por cada dólar de producción perdida.”
Por eso importa no dar valor a la oposición argentina y los medios aliados (plataformas de comunicaciones que concentran la mayoría de las empresas locales) que militan una versión atrasada de la realidad. El Estado es el único que puede enfrentar a esas corporaciones que parecen modernas, pero que nos acercan a ese feudalismo que denuncia Zaiat.
Si no lo creen, vean lo que ha hecho Biden:
“El gobierno demócrata de Joe Biden decidió intervenir en este escenario de expansión económica y de poder de las corporaciones.
El 9 de julio pasado, Biden firmó una orden ejecutiva (decreto) con 72 medidas que busca limitar el poder de las grandes compañías para que bajen los precios de los productos y aumente la competencia.
Los sectores alcanzados van desde tecnología y transporte hasta salud y bancos, pasando por la agricultura y el negocio farmacéutico.
Biden quiere reforzar la aplicación de las leyes antimonopolio para combatir “prácticas anticompetitivas”. Apunta, por ejemplo, a las fusiones o adquisiciones, algo común entre gigantes tecnológicos como Facebook, Google, Apple y Amazon.
El objetivo expuesto por Biden es potenciar una mayor competitividad en la economía estadounidense, así como lograr “precios más bajos y aumentos de salarios”.
“No más tolerancia a las acciones abusivas de los monopolios. No más fusiones perversas que conducen a despidos masivos, precios más altos y menos opciones para los trabajadores y consumidores”, afirmó Biden.”
La recuperación de la economía que ha comenzado en Argentina tiene mucho que ver con las medidas que ha tomado el Estado, a pesar del daño que generado la pandemia, como en el resto del mundo.
La conclusión de la nota es lo que quiero resaltar porque es la clave, y es lo tenemos que entender:
“El desafío para economías periféricas como la argentina, en este mundo en transformación y de pospandemia, es no caer en las trampas de recetas tradicionales de la ortodoxia, y encontrar espacios para el desarrollo nacional entre las fisuras de esta nueva y compleja etapa de la globalización.”
Me parece que queda en claro lo que podemos hacer, y que siempre han sido los objetivos de mis entradas: comprender la realidad y tomar la mejor decisión posible para nuestro país y sociedad.
No naturalicemos estas prácticas abusivas como que “el mundo ahora es así”, aunque es cierto: es así porque las corporaciones que se enriquecen, mientras el mundo se empobrece, hacen lo que le conviene a su poder concentrado, aunque tengan que desforestar la Amazonía.
Lo que intenta Biden en EEUU, es lo que hay que hacer acá, de la mejor manera posible, y como sociedad debemos apoyarlo y votar al que nos asegure esa vocación porque es lo que nos conviene.
Lean la nota entera, Zaiat escribe, en general, buenas notas, y esta lo es.
Estaba leyendo un libro que recomendó Alejandro Bercovich en “Brotes verdes”, se llama ¡Contrahegemonía ya!, de Nancy Fraser (Siglo veintiuno, 2019), cuyo subtítulo es Por un populismo progresista que enfrente al neoliberalismo. En esa tarea, me encontré en el Dipló con una entrevista al brillante Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia acompañando a Evo Morales (2006-2019) (https://www.eldiplo.org/notas-web/hoy-el-neoliberalismo-es-el-defensor-de-un-mundo-en-retroceso-no-un-constructor-de-futuro/).
De ambas lecturas surgió la posibilidad de volver a presentar una nueva entrada sobre el tema del neoliberalismo sobre el que ya hecho algún aporte.
Desde hace un buen tiempo se viene anunciando, desde más de un sector, el fin del neo liberalismo, en parte por sus nefastas consecuencias para el mundo -por lo menos, para más del 90% de él-, en parte por su agotamiento como modelo (¿lo ha sido realmente?) y por las reacciones que ha desatado, como lo vivimos en América Latina (Chile, Colombia, Ecuador son ejemplos cercanos)
Sin embargo, como dice la cita falsamente atribuida a Zorrilla de San Martín; “Los muertos que vos matáis gozan de buen salud”, que no será buena salud, pero la realidad es que este neo liberalismo sigue decidiendo gran parte de nuestras vidas.
Por eso, me resultó interesante la lectura de Fraser. Voy a rescatar algunas de sus afirmaciones:
“A primera vista, la crisis de nuestros días parece ser política. Su expresión más espectacular está aquí mismo, en los Estados Unidos: Donald Trump, su elección, su presidencia y la disputa que la rodea. Pero no faltan situaciones análogas en otros lugares: la debacle del brexit en el Reino Unido; la menguante legitimidad de la Unión Europea y la desintegración de los partidos socialdemócratas y de centroderecha que abogaban por ella; también la bonanza creciente de los partidos racistas y antiinmigrantes en el norte y el centro-este de Europa, más el surgimiento de fuerzas autoritarias, entre ellas algunas que pueden calificarse de protofascistas, en América Latina, Asia y el Pacífico. Nuestra crisis política, si de eso se trata, no es solo estadounidense, sino global.” (Op. Cit., p. 21, 22)
Me pareció una buena y sintética descripción de la situación global, que no deja dudas sobre la existencia, no nueva, pero sí, acentuada, de la situación de crisis.
Fraser amplía su afirmación, y nos pone frente a otro rasgo de la realidad actual:
…todos estos fenómenos tienen una característica en común. Todos implican un debilitamiento drástico, si no, un liso y llano derrumbe, de la autoridad de las clases y los partidos políticos establecidos. Es como si multitudes de personas en todo el mundo hubiesen dejado de creer en el sentido común imperante que apuntaló la dominación política durante las últimas décadas. Como si esas personas hubieran perdido la confianza en la buena fe de las élites y buscaran nuevas ideologías, organizaciones y liderazgos.” (p. 22)
La cita que voy a hacer ahora contiene, tal vez, lo más terrible, porque no es solo lo que ha pasado y/o está pasando, sino lo que puede pasar, siempre que no acertemos en lo que ella llama medidas contra hegemónicas:
“Los fenómenos mencionados constituyen la faceta específicamente política de una crisis más amplia y proteica que presenta otros aspectos -el económico, el ecológico y el social- que, tomados en conjunto, dan por resultado una crisis general. Lejos de ser sectorial, la crisis política no puede entenderse al margen de los bloqueos a los que responde en otras instituciones, aparentemente no políticas. En los Estados Unidos esos bloqueos incluyen la metástasis de las finanzas; la proliferación de “McEmpleos” precarios en el sector de servicios; el incremento imparable de la deuda de los consumidores para permitir la compra de baratijas producidas en otros lugares; el crecimiento conjunto de las emisiones de dióxido de carbono, los climas extremos y el negacionismo de la crisis climática; el encarcelamiento masivo de personas de determinadas categorías raciales y la violencia policial sistémica, además de un estrés en aumento que afecta la vida familiar y comunitaria, debido en parte a la prolongación de la jornada laboral y la disminución de las ayudas sociales. En conjunto, estas fuerzas socavan desde hace algún tiempo nuestro orden social sin producir un terremoto político. Ahora, sin embargo, todo puede suceder. En el extendido rechazo hacia la manera habitual de hacer política, una crisis sistémica objetiva ha encontrado su voz política subjetiva. La faceta política de nuestra crisis general es una crisis de hegemonía.” (p. 23, 24)
Si leemos con cuidado, veremos que esos “bloqueos” también se dan por estos lares. ¿O no encontramos deliverys en moto o bicicleta por todos lados? ¿No son McEmpleos? ¿Uber, Cabify?
Me resultó interesante la siguiente afirmación:
“Al menos desde mediados del siglo XX, la hegemonía capitalista se forjó en los Estados Unidos y en Europa mediante la combinación de dos aspectos diferentes del bien y la justicia: uno centrado en la distribución, otro en el reconocimiento. El aspecto distributivo indica cómo la sociedad debería asignar los bienes divisibles, en especial el ingreso. Este aspecto remite a la estructura económica de la sociedad y también, aunque de manera indirecta, a sus divisiones de clases. El aspecto del reconocimiento expresa cómo la sociedad debería atribuir el respeto y la estima, que son las marcas morales de la pertenencia y la integración.” (P. 25)
Los dos aspectos que subrayo me parecen una manera clara de comprender cómo actúa el neoliberalismo, en cualquiera de sus variantes. El problema es que, al final, más allá de las declaraciones edulcoradas con que quieren vendérnoslas, han terminado en financiarización y meritocracia.
O sea, destrucción de la industria y todo lo que agrega valor a los productos básicos que necesitan los países centrales y sus corporaciones y profundización de las actividades especulativas que enriquecen al 1% dueño de la mayoría de las riquezas del mundo.
O sea, reducción de las oportunidades para gran parte de la sociedad, sin educación ni salud públicas, y trasladar la responsabilidad del fracaso individual a la falta de entusiasmo y comprensión de cómo se triunfa en este mundo duro.
Afortunadamente, hubo otro modelo –por eso, la descalificación del peronismo, llamándolo populismo para disimular un poquito-, que nos ha dejado educación pública, incluso superior y universitaria, y que hoy, por ejemplo, en Mendoza, los hospitales públicos ofrezcan mejor atención que la mayoría de las clínicas privadas.
Es el mismo modelo que impulsó la Ciencia, la Técnica y la Tecnología que nos permiten tener satélites o producir vacunas y remedios anti covid.
También es el que permitió un desarrollo industrial –todavía insuficiente, y mayormente de industria liviana y media- pero que genera empleo de calidad superior al de los servicios precarizados.
No era mi idea la de extenderme tanto en los textos de Frazer, pero no es fácil analizar brevemente un tema tan importante como éste.
Además, la entrevista de José Natanson a García Linera es un complemento ideal a las afirmaciones de Fraser porque nos acerca nuestra realidad latinoamericana de hoy y hacia el futuro.
Seleccionaré algunas respuestas de G. Linera que me parecen un aporte a nuestra comprensión del mundo en el que vivimos y en el que podremos vivir.
“… ¿Cómo describirías la situación de América Latina hoy?
Yo no hablaría de un fin del ciclo progresista sino de un proceso por oleadas. En efecto, hubo una primera oleada muy fuerte que comenzó en 1999, en el 2000, y que llevó al poder a una serie de líderes y partidos y movimientos de izquierda. Ya desde 2014, 2015, señalábamos que se venía una ofensiva conservadora, una contraoleada neoliberal, aunque también decíamos que iba a ser muy difícil que permaneciera, que se estabilizara. Y efectivamente desde hace dos o tres años asistimos a un repliegue de esa ofensiva conservadora y un nuevo ascenso de los progresismos.
¿Este nuevo ciclo progresista se va a imponer?
No lo sé, pero no es una resaca del ciclo progresista anterior sino una nueva oleada, algo que conserva parte de lo anterior pero también es distinto. Esto se ve en los cambios de signo político en Argentina, México, Bolivia, Perú, pero también en el ciclo de intensa protesta social que se vive en países como Chile, Ecuador o Colombia. Incluso más allá de los resultados electorales: en Ecuador ganó la derecha, pero eso no significa que esta oleada se haya detenido.
¿Es un progresismo igual al anterior?
… Lo que hay es una expresión fundamentalmente de un hecho político-electoral, no tanto de movimientos sociales o protestas populares. La otra característica de esta segunda oleada progresista es que está liderada por dirigentes moderados. Esto no necesariamente es un defecto; es una cualidad de la época, una cualidad de la estructura progresista. No estamos ante liderazgos carismáticos y excepcionales como antes.
¿Los casos de Alberto Fernández y Luis Arce nos permiten hablar de un “progresismo por delegación”?
Es una cualidad de las estructuras progresistas, de su capacidad para leer la época y adaptarse, encontrar dirigentes acordes al momento. Son dirigentes que tienen otra manera de llevar adelante las cosas, son menos arriesgados, pero porque no son resultado, como antes, de un proceso casi insurreccional, sino básicamente porque surgen de procesos electorales, en algunos casos muy condicionados.
¿Qué tienen enfrente?
Fuerzas conservadoras radicalizadas. El contraoleaje conservador que se inicia en 2014-2015 no es un neoliberalismo triunfante, bonachón, optimista, como podía ser el de los 90. Es un neoliberalismo rabioso, que carga un discurso más racializado, menos pluralista, más violento. Incluso capaz, en países como Bolivia, de un discurso y una acción golpistas. Aunque en algunos países ensaye posturas más moderadas, con los años vamos viendo que la derecha deja el centro y se acerca a la extrema derecha, abandona el centro, tanto en lo económico como en lo político y cultural. Es una novedad.
¿A qué atribuís este giro a la derecha de la derecha?
A que surge en un momento de declive histórico planetario de las hegemonías neoliberales, lo que no quita que puedan volver a ganar elecciones, a veces al filo de las posibilidades, como en Ecuador, desatando emotividades cada vez más primarias, acciones cada vez más autoritarias. Esto ayuda a entender algo que habíamos previsto sobre la contraoleada conservadora. Decíamos que iba a ser temporal, porque estaba claro que el mundo neoliberal estaba en un tiempo de declinación moral e ideológica, estaba dejando atrás el optimismo histórico, ya no entusiasmaba. Hoy el neoliberalismo se presenta solo como defensor de un mundo en retroceso, no como constructor de futuro, como en los 90. Ese discurso se desvaneció y entonces la contraoleada era necesariamente de pies cortos, de miradas cortas, porque el neoliberalismo actual es un neoliberalismo cansado, con signos de decrepitud.
¿El contexto histórico entonces ayuda a este nuevo ciclo progresista?
Sí. Estamos en un contexto mundial más favorable. Muchos de los temas que discutíamos en América Latina en 2007, 2008 o 2009 son los temas que se discuten en Estados Unidos y Europa: el rol del Estado, la necesidad de construir ciertas redes de protección, cierto nacionalismo económico que proteja el mercado interno. Son temas que inició el progresismo latinoamericano y que ahora encuentran un ambiente mundial más tolerante.
¿La agenda tiene que ser la misma que en los años 2000?
Por un lado, sí, porque muchos problemas permanecen e incluso se han agravado a partir de la llegada de fuerzas conservadoras y de la crisis económica de la pandemia. Pero también hay que incorporar nuevas miradas, agendas y temas. El progresismo de la primera oleada fue encontrando un límite, mostrando contradicciones, debilidades. Este nuevo ambiente mundial más favorable a los temas progresistas le puede brindar una renovación de su agenda, algo así como un nuevo conjunto de transformaciones y reformas.
…
Pienso que deberían ser reformas muy segmentadas por país, más necesarias que nunca por la agudeza de la crisis. Hemos decrecido nueve puntos en los últimos años, retrocedido diez años. No alcanza con volver a hacer lo mismo que antes, que además ya había comenzado a mostrar sus límites. La pandemia jugó un papel catalizador de múltiples crisis. En Bolivia, por ejemplo, el tema sigue siendo el mismo, aunque las medidas sean diferentes. ¿Cuál es el tema que enfrentan los progresismos? De dónde saldrán los recursos para enfrentar la debacle económica, el aumento del déficit, el cierre de la economía obligado por la pandemia, la recuperación de las empresas zombies, la construcción de nuevas redes de protección, el apoyo a los trabajadores. Para salir de la etapa de emergencia va a haber que generar recursos.
… ¿Cuál sería el camino hoy?
Hay que pensar en una segunda oleada de nacionalizaciones, entendida como el control de fuentes de elevados excedentes. Eso, por un lado. Por otro, avanzar en políticas tributarias más audaces; el número de multimillonarios aumentó en América Latina en estos años. Pero la gravedad del hueco, de la crisis en la que estamos, es tan grande que se requieren grandes esfuerzos, intentar que vuelva a la economía la riqueza latinoamericana depositada fuera de los países, a veces en paraísos fiscales. Implementar amnistías tributarias que ayuden a la repatriación o medidas que generen incentivos y obliguen a traer ese dinero. Y, también, un nuevo enfoque en la integración, trabajar en acuerdos comerciales temáticos, puntuales y muy prácticos. En el ciclo anterior tuvimos una mirada de integración, en tiempos de Lula, Evo, Correa, Chávez, Néstor, que logró un acercamiento y coordinación política muy importantes. Pero ahora necesitamos avanzar en cosas concretas y específicas para darle materialidad a la integración. No ya grandes acuerdos sino líneas prácticas, en una, dos o tres áreas, que vinculen cadenas específicas, para fabricar en conjunto una computadora o una máquina o lo que sea. Crear un área, que funcione, y pasar a la segunda, la tercera y la cuarta…
…
Futuro abierto…
Un tiempo histórico que no se puede prever. No hay un fin adonde llegar, no hay un futuro claro. La cualidad de este momento es la superposición de ideas, propuestas, elites con opiniones diferentes. Estamos en un período, esperemos que no muy largo, en el que va a haber varias propuestas en disputa, no hay una gran propuesta de largo aliento. Y esto es así porque el nuevo horizonte no se construye sólo en América Latina, se va a constituir a nivel mundial.
…
Entonces esta década va a estar marcada por la incertidumbre, incluso el caos. Los momentos liminares visibilizan el cansancio de la hegemonía neoliberal, aunque aún no tenga sustituto. Por eso muchas sociedades viven este desasosiego, esta situación de incertidumbre y miedo: cuando uno deja de tener un destino ordenado y una imaginación clara de futuro. Esperemos que cuando se abran los corazones y las mentes de la gente el progresismo se imponga. “
Las dos referencias elegidas coinciden en la incertidumbre como rasgo del mundo –como lo ha sido en toda la modernidad, por lo demás- y deberemos aceptar esto, y no angustiarnos, porque para salir de esta situación hacen falta nuestra comprensión de ella, nuestro posicionamiento en una actitud progresista –lo contrario de lo que ha hecho una buena parte de la sociedad urbana mendocina, por ejemplo- y una inquebrantable decisión de avanzar hacia un mundo mejor para nuestros descendientes de toda América Latina.
Hace dos o tres años me invitaron a la fiesta celebraba el inicio de Año Nuevo del Sur, en el Teatro Independencia.
El Teatro estaba lleno, fue una fiesta inolvidable, y terminamos en el foyer cantando todos juntos durante un rato largo.
Sin embargo, lo más importante para mí fue comprender el significado que debía tener para nosotros el solsticio de invierno como lo es para los pueblos originarios, no sólo del sur.
Este año ocurrirá a las 3:32 am, y la pandemia no nos permitirá encontrarnos y cantar y bailar para celebrar el momento en que tenemos que empezar a “preparar la tierra, sembrar, buscar las semillas apropiadas para cada región”, porque comienza el ciclo del cultivo de la tierra, o sea el año nuevo.
No voy a entrar a analizar el hecho de por qué festejamos tradicionalmente el Año Nuevo el 1 de enero, es más, seguiré haciéndolo, pero quiero resaltar el hecho entrañable y necesario de comenzar a crecer juntos como lo que somos: semillas de una misma tierra.
Ese debe ser el espíritu que nos llene el alma y que una nuestras manos para avanzar en la construcción de una América del Sur como la que propone el Consenso de Cusco.
“El Consenso del Cusco es un conjunto de principios y propuestas, establecido por acuerdo de los doce países de América del Sur en diversos documentos, y convertidos en un programa común el 8 de diciembre de 2004, al fundarse en el Cusco la Comunidad de Naciones Sudamericanas. El 23 de marzo de 2008 adquirieron carácter constitucional, al quedar incorporados al Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Sudamericanas, firmado en Brasilia.” (Este es uno de los muy valiosos aportes de Humberto Podetti.)
Es la única manera en que nuestros pueblos podrán salir del estado de postergación y pobreza que nos asuela (también puede ser asola, pero me gusta más con diptongo).
No hay otra manera de enfrentar a “la sociedad global del mercado que produce el derecho que regula más del 70 % del comercio mundial, sin intervención de parlamento alguno, ni de jueces constitucionales o de tratados o acuerdos internacionales.” (Humberto Podetti, Tiempo, espacio y sentido en el proyecto de Estado continental sudamericano)
Es esa sociedad la que ha desarrollado este capitalismo neoliberal inicuo y depredador que quiere quedarse con nuestras riquezas, tanto materiales como espirituales.
Es también la que trata de imponer Gobiernos cipayos que sirvan para enriquecerse descomunalmente, aunque nos hundan en la miseria y en la devastación ambiental.
Hace un par de años, más o menos, parecía que ese era un destino inevitable para nuestros países. Hoy la situación es otra, y se ha llegado a ella por la vía democrática.
Argentina es un buen ejemplo, con un Gobierno que avanza –como puede, pero avanza- en un proyecto nacional y popular.
Bolivia rechazó una propuesta fascista y de derecha y Arce ha tomado medidas contra lo que intentó la golpista Añez.
Chile está por comenzar el proceso de redacción de la Constitución que reemplazará la que dejó Pinochet.
Sin embargo, todo esto y algunos hechos más, podrían ser ineficaces si nuestros países de América del Sur no logran consolidar un proyecto de Estado continental que nos dé la capacidad de enfrentar el enorme poder de la sociedad global de mercado, que incluso controla los medios de comunicación más poderosos.
El MERCOSUR, y la UNASUR (que menciono arriba) son herramientas válidas para la integración de los países sudamericanos, por eso, el Gobierno de Macri (como el de Chile) los abandonaron para concretar Tratados de Libre Comercio (TLCs) que no son aconsejables entre países con asimetrías de poder económico, porque los países pobres pierden siempre.
Tal como dice Ulises Naranjo:
“Las semillas con el primer sol del amanecer iniciarán su camino para convertirse en frutos. Nosotros debiéramos hacer lo mismo.”
HAGAMOS LO MISMO
Festejar y agradecer: hoy comienza el Año Nuevo en el Hemisferio Sur
El solsticio de invierno se inicia en la agonía de esta tarde, a las 18.43, cuando se inicia la noche más larga, de cara al amanecer de nuestro primer sol del año. Ahora, sí, momento de brindar en familia. Todo comienza con el inicio del ciclo de las estaciones: ¡Feliz año Nuevo!
ULISES NARANJO
SÁBADO, 20 DE JUNIO DE 2020 · 07:14
El invierno es ese momento del año en el que, paradójicamente, nos despojamos para limpiarnos. El invierno es más íntimo y más honesto: en invierno nos purificamos, nos limpiamos, nos liberamos y comenzamos a transitar el ciclo que habrá de durar, horas más o menos, 365 días. Las semillas lo saben y, por eso, lo sabían nuestros antiguos. La ocasión, a merced de una pandemia, es más que propicia para el retiro y el análisis. Hay silencio alrededor, deberíamos aprovecharlo.
Solsticio: los huarpes, por ejemplo, celebraban -y celebran los que quedan y aquellos que los respetan y se reconocen en parte en ellos- el Wetripantu, compartido con los mapuches y puelches. La fiesta se iniciaba la noche del solsticio de invierno, el momento del año en que, en el Hemisferio Sur, estamos más alejados del sol. Entonces, aquellos habitantes originarios de Mendoza y la región, al borde del río, el mismo que nos sigue dando vida, pasaban la noche y esperaban el primer sol, con semillas, con fuego y con historias, sabiduría oral trasmitida a los niños. Era una fiesta colectiva, familiar, y de pleno contacto con la naturaleza.
No es nueva. Se trata de una celebración ancestral y planetaria, de una reunión familiar para reconocerse, trasmitir valores y conocimientos y hasta para purificarse con baños de agua helada llegada desde la cordillera.
No es una fiesta exclusiva de nuestros pagos: lo mismo hacen en el Hemisferio Norte cuando les toca su solsticio invernal, a fines de diciembre. Sólo porque tienen el poder de construcción de lo real, ellos determinaron que entonces comienza el año del planeta, en consonancia con sus fiestas de la cosecha, sus “wetripantus”, que guardan otros nombres como la Fiesta de San Juan y sus hogueras en España y todo Europa (Fogueiras de São João, Jonsok, Sankthans, Midsommar, Juhannus, Midsummer), el mismo Inti Raymi incaico y hasta, bien atrás en el tiempo, las dionisíacas griegas -y las saturnales latinas- que dieron origen al arte tal como lo conocemos. Verán, entonces, lo importantes que son.
Tanto éxito tenían desde siempre las fiestas de la cosecha y el solsticio invernal, que la Iglesia Católica decidió imponer la Navidad -el cumpleaños de Jesús- para esos días de diciembre y colgarse así de la volada planetaria exigida desde el Norte.
Ahora, hoy mismo, es cuando nosotros debiéramos comer las garrapiñadas, turrones, mantecoles, maní con chocolate y otros productos fuertes en calorías que ponemos en la mesa imitando a los del Norte. Ahora, es cuando debiéramos enviar postales con nieve por todos lados y, en lugar de renos, algún guanaco, un cóndor, una liebre o una trucha.
No es una cuestión de personalidad. Es una cuestión de poder que asumimos sin mayores conflictos. Somos copiones, pero porque aceptamos, sin más, las formas del poder que nos son impuestas.
El Año Nuevo del Sur en Mendoza
Hace 18 años, un queridísimo e inolvidable amigo de muchos de nosotros, el músico Valdo Delgado, tomó la iniciativa para crear en la provincia el Año Nuevo del Sur, una celebración multiartística, con un fuerte mensaje de reconocimiento a nuestro lugar en el mundo.
– El Norte no está arriba y el Sur no está abajo, decía Valdo, charango mayor del exquisito grupo Miles de Años, o, tal vez, este escriba lo está inventando.
Así surgió una fiesta que logró reunir en escena, a lo largo de los años, a notables como : Liliana Bodoc. Luisa Calcumil, Máximo Arias, Gladys Ravalle, Mariú Carreras, Daniel Ciancio, Fausto Marañón, Osvaldo Chiavazza, Hernán Paz, Ulises Naranjo, Laura Morales, Natacha Gabrielli, María Godoy, Fabián “Tutuca” Castellani, Martín Montero, Gabriela Simón, Gabliela Psenda, Alejandro Rotta, Miles de Años, Chakana, Ensamble Eduardo Pinto, Trío: Öesch-Alcaraz-Patiño, Sandra Amaya, Analía Garcetti, Alejandra Bermejillo, Mariana Matta, Camino al Pachacuti, Markama, Huynamarka, Willi Fabre, Coco Best, Leo Martinez, Francisca Figueroa, Nahuel Jofre, Cristina Pérez, comparsas de candombe y sikuris de Mendoza entre otros.
El Año Nuevo del Sur tiene un núcleo duro de trabajo, herederos de aquella fogata que encendió Valdo Delado. Ellos son los talentosos artistas Sebastián Alcaráz, Eugenia Moreno, Quique Öesch, Raúl Rivero, Miguel Ángel Purpora y Carlos Canale. Año a año, invitan a distintos cultores y, en el Teatro Independencia, ofrecen una de las celebraciones más encantadoras que tiene Mendoza.
El solsticio y la pandemia
Imaginarán que, este año, no habrá teatro, pero sí celebración familiar. “El Año Nuevo del Sur marca una renovación en la relación de la Tierra con el sol. Es volver al punto donde el sol se encuentra lo más alejado de la tierra”, dicen los organizadores.
“El espectáculo, que ya va por su XVIII edición en Mendoza, es una invitación a vivenciar la comunicación con la naturaleza y armonizarnos con el lugar y el tiempo que nos tocan vivir. Preparar la tierra, sembrar, buscar las semillas apropiadas para cada región, nos da la pauta que el año recién está por comenzar. Es absurdo dar por comienzo cuando los frutos están en nuestras manos, como ocurre en diciembre”, completan.
Por eso, en plena pandemia del coronavirus Covid-19, este año se han limitado a difundir material audiovisual y a invitar a celebrarlo íntimamente, en los hogares, pero con el mismo espíritu de nuestros mayores: purificación, sabiduría, comunicación, propósitos y, por supuesto, agradecimiento.
Las semillas con el primer sol del amanecer iniciarán su camino para convertirse en frutos. Nosotros debiéramos hacer lo mismo.
Son muy impactantes los datos que recopila la nota de Bustelo, así que decidí elaborar una entrada con ella, a pesar de no compartir las descalificaciones que contiene.
No es que no crea que la clase política no tiene muchas deficiencias, aunque mi análisis de estas difiera con las que han buscado instalar los medios –la mayoría- que han colaborado en la instalación de los Gobiernos neoliberales, aquí, y en muchos lugares, sobre todo en América desde el Río Grande hacia abajo (lo que no es casual).
Ayer Cristina, en su discurso público –sus apariciones siempre ponen cosas patas arriba- dijo algo que comparto:
“En el mundo de la anti política, los políticos “son todos iguales”. Bueno no. No son todos iguales. No somos todos iguales.”
Más allá de todos los encendidos e indignados comentarios que puedan disparar estas palabras en una parte de nuestra clase media urbana, quiero destacar la ineficacia de ese concepto de igualdad. Si son todos iguales -malos, buenos o regulares-, eso no nos sirve para saber a qué atenernos y diferenciar a quienes nos gobiernan o podrían hacerlo. En realidad, solo le sirve al capitalismo neoliberal y sus seguidores y/o secuaces para que la gente desprecie a la política y a los/las políticos/as, y les deje el campo libre para que hagan lo que quieren, que siempre perjudica a la mayoría de la sociedad, sobre todo a los/las más vulnerables, como lo han realizado en Chile, Perú, Argentina (la lista no termina).
Hay que analizar la información, no comprar siempre en el mismo medio, porque, si no, somos presa fácil para los que quieren engañarnos. Ver qué hacen, qué no hacen, qué dicen, qué no, y tener memoria. Después, decidir en función de eso, que no sea lo mismo ser bueno o malo.
Con eso, la política va a ser mejor, seguramente.
También estoy de acuerdo con otro comentario de Cristina:
“Hay que dejar la vacuna y la pandemia afuera de la disputa política”.
Por más obvio que sea, es real, si vemos cómo se ha manejado la oposición respecto de la política del Gobierno con la pandemia: cuarentena, vacunas (antes la vacuna rusa no, que envenena, ahora, faltan vacunas), creo que sería bueno –pero difícil que pase- que se tomara conciencia de que, en un tema de salud pública tan grave como este, hace falta una actitud política más solidaria y patriótica en serio.
Tampoco comparto la descalificación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, una institución con una larga trayectoria de trabajo académico y de investigación de calidad. Incluso suena extraño y sesgado el comentario.
Escrito esto, como dicen ahora en los medios, vuelvo a resaltar la importancia de conocer estos datos tremendos. Aquí sí coincido con Bustelo, en la responsabilidad del peronismo y la UCR mendocinos, porque esta decadencia comenzó hace bastante, es más, diría que ambos espacios políticos le deben a Mendoza un buen Gobierno, que no le han sabido dar desde la vuelta a la democracia, más allá de los aciertos de cada uno de ellos (estaría bueno un estudio lo más objetivo posible sobre esta etapa).
Los datos hablan por sí solos: hoy Mendoza es la provincia más pobre de Cuyo. Quienes hemos vivido lo suficiente para ello, sabemos lo que fue antes: la provincia más importante del oeste argentino.
La conciencia de esta situación tiene que llevarnos a cambiar de actitud: hemos pasado de nuestro conservadurismo de siempre a acercarnos a un fascismo de derecha que vota en contra de todo lo que le suene a peronista (o populista, como le han metido en la cabeza que es el demonio hecho política), y no repare en votar cualquier medida, aunque lo perjudique, o a cualquier candidato, aunque no tenga trayectoria ni hechos que lo justifiquen.
SERÍA SALUDABLE PARA MENDOZA QUE CAMBIÁRAMOS ESTA MANERA DE ANALIZAR LA REALIDAD. LOS DATOS DE ESTA NOTA DEMUESTRAN QUE ESTAMOS MUY MAL ,Y VAMOS PEOR.
Siempre es bueno tener indicadores a mano para saber en qué hay que mejorar, sobre todo en materia social; algo que, por lo general, los legisladores (nacionales y provinciales), así como la mayoría de los funcionarios, intendentes y concejales, no tienen muy en cuenta o vergonzosamente los desconocen.
La deuda social, un concepto acuñado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina que depende de la Universidad Católica Argentina (UCA), sirve para explicar el déficit que tenemos como sociedad. Esa institución comenzó a trabajar en distintos indicadores sociales desde 2001 y avanzó en la definición teórica de deuda social. Tomamos su idea en esta nota para reflejar lo que sucede en nuestra provincia. Aquí tenemos a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, que no hace nada parecido: están en otra cosa. Al igual que los legisladores nacionales y provinciales, que están tuiteando, pero nunca van a escribir un tuit con alguno de estos datos, porque los desconocen. Y es sobre estos datos sobre lo que deberíamos estar discutiendo también, más allá de la pandemia. Mendoza viene con serios problemas desde hace varios años y en esto están los dos partidos mayoritarios de la provincia y sus respectivas gestiones involucradas, e incluyo también lo que han hecho o dejado de hacer los legisladores nacionales y provinciales. Ellos actúan como si su gestión no fuera evaluada por estos indicadores, pero sepan que son responsables también de lo que pasa en la provincia, con la realidad que tenemos.
El listado que publicamos en esta nota está realizado con datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económica dependiente del Ministerio de Economía y Energía de Mendoza y del Observatorio de la UCA.
Los datos también permiten definir políticas para atacar los problemas de los más necesitados y, además, saber si esas acciones han tenido algún resultado concreto, es decir si se mejoró o no el indicador que se eligió mejorar. Aquí van los números.
60,8% de pobreza infantil, según la medición de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec correspondiente al segundo semestre de 2020. Es un muy mal indicador, porque pone a Mendoza en el ránking de las 10 provincias con mayor cantidad de niños pobres y con un número que la catapulta al primer puesto en Cuyo. Esto implica que tiene un porcentaje de pobreza infantil de 5 puntos más altos que San Luis (55,1%) y casi 10 puntos arriba de San Juan (51,0%). En 2019, la pobreza infantil llegaba al 55,8% y había 127.396 niños en esa situación, así que se suma.
44% de pobreza en el Gran Mendoza, según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, correspondiente al segundo semestre del 2020. El porcentaje de 2019, también en el segundo semestre, era del 38,6%; del 30,7% en 2018, del 26,4% en 2017 y del 33,5% en 2016. Como vemos, la pobreza no deja de subir desde 2018. Hoy hay 451.644 personas pobres en Mendoza, 58.361 personas más que en 2019, cuando había 393.283 pobres. Y hay más de 200.000 personas más que en 2017, cuando el número llegaba a 248.905 personas.
En este indicador tampoco estamos bien con relación a las provincias de Cuyo. Según la medición de 2020, tenemos casi 4 puntos más que el Gran San Luis (40,6) y casi 10 puntos más que el Gran San Juan (34,8%). Y, además, estamos entre las cuatro provincias del país con más pobres.
42,4% de pobreza en toda la provincia de Mendoza, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), correspondiente a 2020. Para la repartición que depende del Ministerio de Economía y Energía, el porcentaje casi no subió a pesar de la pandemia, ya que en 2019 el número de pobreza era del 42,1%. En 2018, la pobreza era del 36,2%; en el 2017, del 27,1% y en 2016, del 35,3%, para toda la provincia según la DEIE.
36,7% es la pobreza multidimensional en Mendoza, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina sede Mendoza dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA), son 456.573 personas en la medición para 2020. Desde el Observatorio explican que la medición de la pobreza multidimensional surge de vincular las dimensiones de justo bienestar y derechos sociales, a través de una matriz que describe diferentes tipos y grados de privaciones y de desigualdad social. Así es como se definen cuatro categorías: los que no son pobres por ingresos, pero presentan carencias en dimensiones de derechos; los que tienen ingresos por debajo de la línea de pobreza y no presentan dimensiones con carencia en derechos sociales y económicos; los que no son pobres por ingresos, pero presentan una o más dimensiones de derechos vulnerados. La cuarta es la de la pobreza multidimensional, que en Mendoza llega al 36,7% de la población: son pobres por ingresos y presentan una o dos carencias de derechos.
12,4% es la pobreza estructural en Mendoza, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA, para la medición 2020. Esto representa a 154.264 personas y es otra de las categorías de pobreza que determina el Observatorio. Es el porcentaje de pobreza que se va consolidando y que cuesta bajar.
26,1%, con inseguridad alimentaria. Son 324.702 personas que pasan hambre y disminuyeron involuntariamente la cantidad de veces que comen en los últimos 12 meses, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. También tienen problemas para acceder a la salud y a medicamentos.
31,9%, no tienen ingresos por empleo registrado ni por jubilación o pensiones contributivas en Mendoza. Son los trabajadores informales o que realizan changas y llegan a unas 396.858 personas, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina sede Mendoza de la UCA.
13,3%, no asiste a instituciones educativas o tienen rezago educativo, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. En el hogar hay por lo menos un niño o adolescente de entre 4 y 17 años de edad que no asiste a la escuela, o algún adulto de 18 años sin secundario ni asistencia. Esto implica que unas 165.461 personas están alejadas de la educación y será mucho más difícil que puedan tener un empleo de calidad o lograr ingresos como para no caer en la pobreza o en la indigencia, ellos y su familia.
18% (223.932 personas) tienen problemas con su vivienda, ya sea porque es inadecuada en su tipo o materiales, o tiene déficit en el servicio sanitario o falta de espacio según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. Es decir que padecen hacinamiento (residen más de tres personas por cuarto) y habitan en casillas o ranchos. Los problemas de vivienda se agravaron durante la pandemia, además, porque también bajó el ritmo de construcción del Instituto Provincial de la Vivienda. En 2019 se terminaron 2.078 viviendas. que es el ritmo promedio en Mendoza, pero en 2020 cayó a 844.
Caraduras
Aquí están los datos que reflejan bastante lo que sucede con la realidad social de Mendoza. Veremos si empresarios, políticos, académicos y demás instituciones comienzan a realizar acciones concretas para solucionar una realidad que cada vez será peor. Es increíble, pero las personas que se ponen un comedor social o un merendero generalmente no tienen recursos, pero entienden que algo deben hacer para ayudar, y están haciendo más por la gente con necesidades urgentes que los legisladores nacionales y provinciales. Esto representa un desastre de la dirigencia política que tiene Mendoza: los muestra como son y en algún punto explica por qué la provincia está como está.
Subo esta nota de Arturo Somoza por un par de razones: el primero, y central, es que es un excelente aporte sobre el tema de Portezuelo del Viento, el segundo, porque refleja una clara visión de las cosas que necesita una Mendoza que hoy está en una tremenda crisis por la decadencia de su economía, por el retroceso de su política, por la falta de liderazgos que marquen una trayectoria que nos permita volver a ser la Provincia pujante que conocimos.
Como siempre el objetivo es colaborar para que los ciudadanos de Mendoza comprendan la dimensión del problema en que vivimos, y que requiere que cambiemos las conductas que han contribuido a llegar a esta situación.
Ojalá que este tipo de aportes fueran útiles para que el Gobierno revise, no solo el tema de este dique y el uso del capital disponible, sino para que analice las causas de que hoy tengamos más pobreza que San Juan y San Luis, por ejemplo.
Los invito a leer la nota: es sintética, y tiene menciones que tienen que ver con una política integral para Mendoza que resuelva los problemas estructurales que padecemos. Es el caso de “desarrollo de medianas ciudades en equilibrio con espacios verdes y con cinturones agrícolas para seguridad y sostenibilidad alimentaria”. Recuerdo que esto lo planteó Somoza en una charla en San Rafael, hace más de diez años, y es un planteo profundo para el desarrollo de un proyecto de territorialización de la Provincia, que cada vez está peor en ese sentido, como lo comprobamos los que vivimos en el área metropolitana del Oasis Norte (los otros también).
A pesar de la situación que estamos viviendo, es necesario que pensemos en qué Mendoza queremos para nosotros y los que vengan después. No hablo solo de una reflexión individual, que es el inicio, sino sobre todo de que nos encontremos todos/as los/las que queremos un país válido para la mayoría de sus habitantes para producir cooperativamente un proyecto para la Provincia.
Esto es fundamental para luego requerir a los que quieran ser Gobierno un plan que para todos/as los/las mendocinos/as vuelvan a tener la esperanza de que una Provincia mejor es real y posible.
Hay muchos/as mendocinos/as que pueden aportar ideas y propuestas teóricas que permitan construir una mejor propuesta para la vida de los argentinos/as.
Trabajar para ello, además.
Lo que hace falta es que tomemos la decisión de participar en esta construcción, que nos conectemos, que nos encontremos, aun en lo virtual, que constituyamos masa crítica de ideas y personas organizadas, para que seamos muchos los que luchemos por una Patria a la altura de nuestra Historia.
EMPECEMOS LEYENDO LA NOTA QUE SUBO, PENSEMOS EN CÓMO ESTAMOS, PONGÁMONOS DE PIE, NO NOS RESIGNEMOS, MENDOZA PUEDE SER MEJOR.
A propósito de Portezuelo del Viento: la necedad de no ver que el escenario cambió
Portezuelo del Viento no debe hacerse con fondos provinciales porque no tiene rentabilidad intrínseca, no mejora la ecuación energética de la provincia y tiene un solo oferente con una propuesta que excede largamente el valor de referencia.
El Gobierno de Mendoza se ha empecinado en hacer una obra de infraestructura que no va reactivar la economía de Mendoza; que impedirá el trasvase de aguas al Río Atuel; que no tiene rentabilidad intrínseca; que no mejora la ecuación energética de la provincia; sin cofinanciación; que tiene un sólo oferente con una propuesta que excede largamente el valor de referencia y lo que es peor, que no contempla la realidad actual, de grave endeudamiento estatal en dólares, de declinación prolongada de la economía provincial y de ausencia de fondos anticíclicos para reactivación.
Esta es la última oportunidad de Mendoza en al menos una década, de utilizar los fondos propios de 1.023 millones de dólares que se reciben de Nación, en una fuerte dinamización de la actividad económica en actividades multiplicadoras: infraestructura de riego, agua potable y reúso de efluentes, interconexión provincial de dobles vías, construcción de viviendas en toda la provincia, energía distribuida como microturbinas en cauces de riego, redes de conectividad, promoción de exportaciones, apalancamiento de negocios, etc.
No se considera en nada el cambio drástico del escenario nacional y mundial, que han producido el cambio climático y la pandemia.
Sin la posibilidad de configurar ese escenario con claridad, se pueden leer los vectores que lo determinarán: reconfiguración del modelo urbano densificado por otro más amigable con el ambiente; desarrollo de medianas ciudades en equilibrio con espacios verdes y con cinturones agrícolas para seguridad y sostenibilidad alimentaria; construcción de rutas seguras de doble vía y anillos de circunvalación; ampliación y modernización del Corredor del Mercosur al Pacífico; conectividad electrónica en toda la provincia; reconfiguración del comercio y de servicios de distribución de mercaderías por el uso de internet y sus redes; rediseño del turismo; mecanización y automatización de la agricultura de punta; asociativismo de los pequeños productores y agricultura familiar, acercando los alimentos a los consumidores; fuerte vinculación entre la tecnología y la producción y los servicios y varias dimensiones más que deben dar lugar a un Plan Estratégico de Reordenamiento Provincial, consensuado socialmente para la próxima década.
El estudio de Harza-Issa de 1998-2000 propone como mejor opción la construcción de una presa en La Estrechura por beneficios como: menor costo, posibilidad de realizar un trasvase más sencillo y económico, mucho menor impacto en la Laguna de Llancanelo, mayores posibilidades de desarrollo turístico, a lo que se agrega veinte años después la constatación del impacto climático en el régimen hídrico (disminución dramática de los glaciares, mayor influencia de las corrientes de la niña y el niño en las precipitaciones).
Es inédito el actual ciclo de una década con precipitaciones menores a la media anual y con gran variabilidad, por lo que no se garantiza el llenado en el tiempo calculado del vaso de Portezuelo del Viento y se empeora la ecuación económica.
Ahora es el momento de invertir en ahorrar agua disminuyendo la infiltración por conducción y mejorando la eficiencia de riego parcelario en todos los oasis de la provincia.
La propuesta de construcción de Portezuelo del Viento sería financiada enteramente por nuestra provincia, subsidiando la ampliación de la superficie regadía de las otras cuatro provincias, que no aportarán nada a la regulación de caudales que generaría y además evitarán dar acuerdo a un futuro trasvase de aguas al Atuel.
Todavía hay tiempo para optar por priorizar un modelo de desarrollo provincial equilibrado territorialmente, sostenible ambiental y socialmente y con mirada al futuro, frente a un elefante blanco que será por muchos años el símbolo de un grave error estratégico.
*El autor es Ingeniero agrónomo. Ex rector de la UNCuyo.
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