HA RESUCITADO: LA BUENA NUEVA

HA RESUCITADO: LA BUENA NUEVA

HA RESUCITADO: LA BUENA NUEVA

 

Esto fue lo que hizo que millones de personas se volcaran al Cristianismo.

Podrían los Bárbaros arrasar ciudades, podrían las pestes matar a miles de personas, pero hay una Vida Eterna, la del Espíritu.

Marcos 16:6

Buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado: ha resucitado, no está aquí. Vean el lugar donde lo pusieron. Pero vayan a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ustedes a Galilea: allí lo verán, como se los dijo.

ADOLFO ARIZA

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Autor del Blog

La actualidad de Argentina y el Mundo, Noticias vistas desde Mendoza por el Profesor Adolfo Ariza. Realidad, Información y Medios de Prensa en notas con una mirada local y abierta.

Profesor y Licenciado en Literatura. Coordinador Área de Vinculación – Secretaría Desarrollo Institucional – UNCuyo entre 2008 y 2014 (Desarrollo Emprendedor). Responsable de Kusca Gestión Colaborativa para Empresas.

Productor de los blogs: 

Kusca – www.kusca.com.ar

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NAVIDAD, DESDE MI PATRIA, CON MIS ANCESTROS, Y QUIENES ME ACOMPAÑAN

NAVIDAD, DESDE MI PATRIA, CON MIS ANCESTROS, Y QUIENES ME ACOMPAÑAN

NAVIDAD, DESDE MI PATRIA, CON MIS ANCESTROS, Y QUIENES ME ACOMPAÑAN

 

El nacimiento de Jesús, como Emmanuel –Dios con nosotros-, trae al hombre, más allá de sus creencias, la certeza de que la Misericordia es también obra nuestra, lo que nos hace corresponsables de lograr un mundo mejor para todos los hombres. Quiero compartir esta idea –que está en la base de mi concepción de la vida- y desearles Feliz Navidad.

Hoy, como debía ser en este Universo sin casualidades, terminé de leer Oficio de Búhos, de Liliana Bodoc. El resto de la Saga de los Confines lo leí hace muchos años, cuando me encontré con el mundo de Liliana y sus libros -mejor, entradas a un universo que es parte, y que explica, tal vez mucho aquel que creemos ver. Después leí otras obras de Liliana, además de llegar a ser amigo de ella y de Jorge, su esposo. Los visité en su casa de El Trapiche y  comimos un asado que asó Jorge.

Hasta que un día vino la Sombra, y Liliana -por alguna razón que no nos fue dada a conocer, pero que intuyo profunda e inmensa- se fue con ella.

Hoy estaba pensando en qué mensaje dar a Uds. en mi blog, en una fecha muy importante: la Natividad de Jesús, el Resucitado, el que me dio la certeza de la vida inmortal, y la Misión de trabajar para un mundo de hermanos, justo y equitativo.

En la última página del libro leí lo siguiente:

Yo, Nakín de los Búhos, digo que no es posible narrar todo, porque todo no puede ser narrado. Y digo que es un imposible que encendía a Cucub, el artista, que decía palabras que se consideraron incomprensibles.

-¿Alguno de ustedes recuerda el día en que llegué a esta casa con un mensaje de los Supremos Astrónomos? -les preguntó cierta vez Cucub a sus hijos reunidos bajo el nogal que crecía a mitad de camino entre la casa y el bosque-. ¿Por qué veo expresiones de burla o de pena? ¿Creen que están absueltos de recordar por el solo hecho de que aún no habían nacido? Sepan que eso no es digno de un verdadero artista… No permitan que me marche preocupado. Déjenme saber que los hijos de Cucub han comprendido la dimensión de la tarea. Un artista no es un recitador o un tañedor de flauta. Un artista, mis Muescas, no se conforma con bailar y cantar con maestría. Serán artistas cuando aprendan a convivir con lo imposible. Aunque en verdad, y bien pensado, sólo podrán ser artistas cuando todos lo sean. ¿Y entonces? Entonces, sean artistas sin poder serlo. Nadie más que un artista es capaz de ser lo que no es, ni puede. ¿Se confunden, se enojan, se asustan…? He ahí el único modo de cantar.

Atardece y se calla esta canción.

Liliana me habla desde el mundo en que la conocí: las letras, la puerta de los Confines, y lo quiero compartir con ustedes.

Todos y todas somos artistas, artistas en el mundo y en la humanidad, y debemos confiar en la utopía de un mundo mejor, desde América Latina, la ancestral, la que que comprende, en sus entrañas, en su corazón, en su mente originaria, qué es lo que necesita el HOMBRE para vivir una vida plena en su condición de fractal de la Luz Divina.

Cantemos, pues, y caminemos hacia la Tierra Prometida, porque es para nosotros y nosotras.

ADOLFO ARIZA

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Θάνατος (THÁNATOS), LA MUERTE

Θάνατος (THÁNATOS), LA MUERTE

Θάνατος (THÁNATOS), LA MUERTE

Vuelvo a mi blog, demasiado descuidado, es cierto, porque siento la necesidad de escribir sobre el tema del título.
Cuando niño tenía una relación temerosa con la muerte, no quería ni saber de ella. Cuando murió mi abuela paterna, no quise ni acercarme a su cajón, la miraba desde lejos, desde la puerta de una sala muy grande, típica de las casas antiguas. Así seguí bastante tiempo, aunque tuve que sobrellevar alguna muerte cercana, la fui llevando hasta que en 1973 le tocó a mi papá después una muy corta enfermedad. Además de quedar solo al frente de mi casa (soy hijo único), tuve que sentarme frente a ella, la Muerte. Ahora no era algo lejano, había entrado a mi vida, y se había llevado a mi querido viejo (durante mucho tiempo no pude cantar el tema de Piero sin que se me ahogara la voz). Ya no pude rechazarla como si no fuera a tener nada que ver conmigo, la acepté como parte de mi vida en un tejido largo, de mucho tiempo, en el que todavía ando. Es cierto que en ese camino he entrado por senderos desconocidos, he subido y bajado, pero la Muerte siempre ha estado ahí, como siempre donde está la Vida, compañera sutil y necesaria.
Esta semana tuve el impacto sorpresivo de la muerte de Liliana Bodoc, amiga de la vida, pero más de la Literatura, del mundo de la ficción, donde uno no sabe dónde empiezan y terminan las realidades, lo sutil y lo físico. La conocí por los Días del Venado, que hacía leer a mis alumnos. La llevé a dar charlas a la Escuela, para gusto y sorpresa de mis alumnos que quedaron fascinados con sus aportes. Seguimos en contacto, incluso con Jorge, su esposo, por sus actividades como Programador. Estuvimos almorzando con ellos, con mi esposa, en su casa de El Trapiche, en San Luis. El martes murió, y el golpe -para mí, como para tantos- fue enorme. No quiero caer en una nota póstuma más, porque hay varias muy buenas (recomiendo la de Página 12, del Domingo 11), porque quiero hablar de Thánatos, la sempiterna compañera de la Vida, de Eros, como las pulsiones de la muerte y la vida que caracterizó Freud.
Pero tampoco voy a atreverme a hacer comentarios desde el Psicoanálisis, sino quiero acercarme, rozar tal vez, algún esbozo del tejido ancestral de la vida y la muerte, ese que entendieron nuestros pueblos originarios. Para eso, voy a citar una poesía de Liliana:
La poesía
Liliana Bodoc
“Recuerdo muy bien aquel mundo de agua donde empezó mi vida. Lo recuerdo porque puedo imaginarlo, porque puedo conjeturarlo. Ese mundo de agua, redondo y sin fondo, donde adquirí mi forma fue la metáfora primera que conocí. Y el canal entre mi madre y yo, fue el primer verso.
Porque la poesía es una conjetura acerca de lo inefable. Un modo, quizás el único, de acercarse a las quimeras.
Recuerdo también el día en que mi madre se quedó parada a mis espaldas, mientras yo subía las escaleras de la mano de una mujer vestida con guardapolvo blanco. La mujer me dijo que no llorara, que iba a enseñarme a dibujar la letra m. Entonces, llegó de nuevo la poesía. Y entendí que el lenguaje puede ser la extensión del regazo materno.
También recuerdo cuando ocurrió al revés, y fue mi propio vientre una metáfora de agua.
Puedo recordar cuando yo fui la madre detenida a espaldas de mi niña. Aquella vez, regresó la poesía a explicarme los sentidos del tiempo. Hoy recuerdo mi muerte.
Puedo recordarla porque puedo imaginarla, puedo conjeturarla.
Si en ese trance consigo aceptar que es nuestro deber dejar sitio a los otros, entonces la muerte no será más que la mejor metáfora del amor.”
Esa es la metáfora que escribió Liliana, su última poesía en este plano físico, y la primera de su trascendencia insondable. Su hijo, Galileo, lo entendió así, y escribió:
“La Madre de los Confines no murió. Mi madre, que también fue madre de los olvidados, de los marginales, de los tristes, madre de las víctimas, de los desvalidos, de los huérfanos… esa madre no es capaz de morir. Su alma tan crecida, tan repartida entre todas y todos los que necesitaran un poquito de ella, ya no entraba en un cuerpo humano. Ese corazón qué bombeaba amor para los demás ya no era capaz de albergar tanta generosidad. Liliana Bodoc, nuestra madre, debió abandonar un cuerpo que ya le quedaba chico. Estalló y se volvió expansiva para meterse dentro de todas y todos nosotros para siempre. Para darnos la fuerza suficiente de continuar su incansable lucha contra el odio eterno. Su voz cálida seguirá resonando en nuestras almas, recordándonos que cuando las mujeres y los hombres cantan, el odio retrocede.
Hasta siempre mamá, gracias por la vida y por tu revolución. Te prometo que después de esta tristeza brutal seguiremos cantando y riendo por vos.”
En la Edad Media se hablaba de dos tipos de trascendencia: la del alma, según la concepción católica, y la de la fama, la vida que pervive en aquellos que nos conocen. La del escritor es otra: la vida que nace cuando lo leemos, y de esa está hablando Galileo. Pero Liliana fue más allá: entretejió su ficción con el pensamiento ancestral de nuestros pueblos originarios. 
Entonces no sabemos qué conjetura está viendo ahora, su mundo se ha ensanchado e integrado en la vida de su clan, de su pueblo, del Universo. Nos hemos quedado acá, pero sentimos su presencia; estamos muy tristes, es inevitable, pero sabemos, por fe y esperanza en su sentido más primigenio, que el camino conjunto continúa, de manera sutil y excelsa.
ADOLFO ARIZA

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NOS ASALTARON…NUESTRAS DEBILIDADES Y FORTALEZAS

NOS ASALTARON…NUESTRAS DEBILIDADES Y FORTALEZAS

NOS ASALTARON…NUESTRAS DEBILIDADES Y FORTALEZAS

No voy a relatar una vez más el asalto, en primer lugar porque sería tedioso y no muy original a esta altura de los hechos, en segundo, porque ya lo he hecho muchas veces, por diversas razones: a la Policía, a la Auxiliar de Fiscal, a todos los amigos que preguntaron. De paso, aunque no sirva para reparar el hecho, fue muy reconfortante sentirnos acompañados por tanta gente de Mendoza, de Argentina, residentes en España e Italia. Mi agradecimiento eterno a todos y a todas.

Mi esposa salió a echar un balde de aguas grises a la calle -mi casa limita con un baldío que tiene vereda de tierra-, allí un hombre le preguntó por una maestra, y la distrajo; mientras, otros dos se metieron por la puerta del garaje que había dejado abierta. Redujeron a la empleada, y cuando salí del baño -en bata, porque me estaba por bañar-, me encontré con un hombre de unos 35 años que me agarró del cuello y me tiró al suelo. Me hizo ir a gatas hasta la lavandería donde estaba la empleada, me hicieron tirar de panza, y cuando entró mi esposa, también la redujeron. Resumiendo, ante las amenazas, les entregué unos dólares y euros que habían quedado de viajes, y algunos pesos de un fondo social que llevaba mi esposa, con el objetivo de que no nos golpearan o hicieran algo peor. Finalmente, nos encerraron, y cuando salimos después de un rato, se habían ido llevándose celulares y algunas cosas más. No exhibieron armas, solo le dieron una bofetada a la empleada, y lo otro fueron las amenazas, empujones y tirones que usaron para presionarnos. Por supuesto, agradezco a Dios no haber sufrido ningún daño físico, pero me surgen algunas reflexiones que quiero compartir con Uds.

La fragilidad de los sistemas de seguridad personal que podemos instalar:

Tenemos dos alarmas (con aviso a teléfonos, a la Policía, etc.), rejas, leoneras, concertina en los muros, y con una mínima inteligencia, y una simple treta, quedamos a merced de los asaltantes. Conozco a bastante gente que no deja nunca la casa sola o ha dejado de salir para evitar que los roben, pero está claro que no alcanza, aunque es importante que la casa no se vea vacía. En estos días he estado con muchas personas que, cuando se enteran de lo que nos pasó, se rebelan cuando les digo que, gracias a Dios, no nos golpearon. Les parece que es aceptar una situación injusta, lo cual es real, pero tan real como eso, es la situación de inseguridad, y hay que aceptarla, y desarrollar estrategias para que nos afecte lo menos posible. La solución individual como la que armamos nosotros es útil, pero, como les relaté, es frágil, y los delincuentes han encontrado sus propias estrategias para burlarla: esperar que estemos entrando para capturarnos e ingresar, diversos “cuentos del tío”, pararnos en un semáforo, y quitarnos el auto, etc. Debemos avanzar en defendernos organizada y solidariamente con nuestros vecinos, observar lo que pasa a nuestro alrededor, alertar y denunciar situaciones sospechosas, actuar, dentro de lo posible, cuando nos encontramos frente a alguien que están robando o asaltando. Sin organización social, no hay soluciones eficientes posibles.

La fragilidad del sistema policial y judicial:

En primer lugar, voy a destacar el buen trabajo del personal policial y judicial que estuvo involucrado en el asalto a nuestra casa: la Policía vino rápidamente, actuó con corrección y amabilidad, lo mismo sucedió con la Policía Científica, así como con las Auxiliares de Fiscal de la Oficina Fiscal Número 8 de Guaymallén. Pero ese no es problema, porque, si bien las patrullas pasan por la calle de mi casa, y hay puestos fijos no demasiado lejos (Colón y Pedro Molina), es relativamente fácil, para gente de apariencia no sospechosa, andar por la calle esperando la oportunidad de robar. Me consta, por una charla que tuve una vez con un Policía de Investigaciones, que conocen el territorio, con el que hablé sabía quiénes eran los delincuentes de la zona, y lo que hacían. Se quejó de que muchas veces los Fiscales no los dejan allanar los lugares que quisieran; también me consta de que los Fiscales se quejan de que tienen que cuidarse mucho para que los Policías no los hagan meterse en problemas por arrestar a alguien que no correspondía. No voy a entrar en el tema de las acusaciones que se hacen a la policía sobre eficiencia y corrupción, porque no es el tema, pero, si hay tantos episodios relacionados con esto, si se pueden recordar diversos intentos de reformar la Fuerza Policial, sin mayores resultados aparentes, se puede concluir que esto es parte del problema. Me parece obvio afirmar que la adquisición de equipamiento, móviles y tecnología, que es meritorio, por supuesto, se relativiza si no se solucionan los otros problemas.
El Poder Judicial es el otro aspecto a comentar: estuvimos más de siete horas para realizar la denuncia en la Oficina Fiscal mencionada. Las Auxiliares trabajaron mucho y bien, pero eran solo tres, número totalmente insuficiente para las más de treinta personas que esperábamos turno, sin contar a los detenidos que llegaban. Me fijé en el libro donde anotaban, y el 70% era para denunciar robos, y un 20% por violencia de género. Si tenemos en cuenta que el 63% (publicado en los medios) no denuncia los delitos de los que son víctimas (los que lo hacen, en gran parte como nosotros, es para poder cobrar el Seguro) porque lo consideran inútil, se puede tener una idea acabada de las dimensiones de la inseguridad en que estamos viviendo (o sobreviviendo). Solo un comentario más: como había visto a uno de los que robó se me consultó si podría reconocerlo. Acepté y se me dio acceso a una base de datos de fotografías que se podía filtrar por parámetros de edad, sexo, altura, etc. Confieso que lo hice preocupado por la posibilidad de encontrar a alguien que fuera parecido a la persona que me asaltó, y tener la responsabilidad de señalarlo o no. Nada de eso, el 95%, por lo menos de las fotos eran de individuos de rostros patibularios, como se decía hace mucho; llenos de las marcas del tipo de vida que llevan, por supuesto, casi todos morochos, y muchos de rasgos brutales. Se me ocurrió -y se lo dije a la Auxiliar que estaba atrás- algo que leí de Zaffaroni, y que decía algo así como que en la cárcel no están los más culpables, sino los más vulnerables.
De nuevo, esto es parte del problema, pero la solución es mucho más compleja, y, es más, creo que no estamos avanzando, sino retrocediendo.

La fragilidad de nuestros sistemas de vida:

De golpe, nos encontramos en manos de gente que se arroga derechos de vida y muerte sobre nosotros. Podemos perder nuestros bienes, nuestro dinero, ser golpeados, humillados y violados, y hasta morir. El aumento de la inseguridad -que no es nueva, pero sigue aumentando, y los ciudadanos de a pie lo sentimos sin dudas- nos hace patente que aquello que es propio de la vida, la relatividad y fugacidad de lo temporal, se ha tornado en una posibilidad de cada día. No es fácil sobrellevar esta realidad, no es fácil vivir la vida con esta sensación de peligro que nos rodea. Pone en cuestión todo nuestro sistema de vida, y puede llevarnos a estar pendientes de los posibles riesgos. Ya es tiempo de que haya una política en serio, que parta de una profunda comprensión de lo que es hoy la sociedad, sus problemas y dificultades. Si la hubiera, sería más fácil afrontar el tiempo que lleve mejorar la situación de seguridad, que no puede ser poco, y no hay que tener fantasías en soluciones simples y rápidas. Nunca es fácil resolver lo complejo, ni simple.
Lo que sí podemos hacer es mejorar nuestra actitud espiritual. Cuando lo contamos -muchas más veces de lo deseable, como ya dije- recibimos expresiones que hablaban de rabia, impotencia, y aun odio, y nuestra respuesta fue ya pasó, estamos bien, ni odio ni miedo. Está claro que eso tiene su base en que no nos golpearon, en que no nos desvalijaron, y tenemos Seguro, pero también en no dejar que no nos manejen emociones negativas, que no aparezcan las actitudes básicas y primitivas de la mente frente al peligro (no digo en el momento en que están sucediendo los hechos, sino después): luchar, matar, huir, porque esas “memorias equivocadas”, como se catalogan en Ho’oponopono (un arte hawaiano de resolución de problemas, una filosofía de vida), no nos dejan vivir plenamente, es más, nos enferman y matan. Esta espiritualidad que supera avatares negativos de la vida (lo que mencioné es un ejemplo, hay muchas maneras) es totalmente necesaria para tener una vida plena en este mundo complejo de hoy. Es lo que nos permitirá fortalecer nuestra fragilidad (añado la esperanza en la trascendencia como fundamental) y aproximarnos lo más posible a la felicidad propia, y colaborar con la de los demás.

Para concluir, quiero resaltar las fortalezas que he ido mostrando a lo largo de la entrada: solidaridad y capacidad de organización social, que hemos demostrado más de una vez, RRHH de buen nivel técnico y humano que podrían dar mucho más en mejores contextos institucionales, posibilidades de desarrollo espiritual. Claro, me dirán que esas son cosas que hay que construir. Y sí…, si estuvieran desarrolladas en general, seguramente estaríamos mejor, pero deben de ser el objetivo.
No podemos olvidar el modo en que hemos llegado a esta situación: políticas económicas dentro de proyectos políticos motorizados por sectores concentrados que encontraron referentes que instalaron estrategias que destrozaron el entramado productivo e industrial nacional: Martínez de Hoz, Cavallo, los varios responsables de la economía del macrismo. Tenemos que ser conscientes de esto y promover que los políticos hagan propuestas para resolver el problema de base.

 

ADOLFO ARIZA

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